Inició el mes de marzo, con «m» de mujeres, y de repente hubo un bombardeo de información en cuanto a supuestos programas públicos en beneficio de las mujeres, múltiples eventos en los que se propició la reflexión, algunas marchas previas que, lastimosamente, se utilizaron con fines políticos y, el día de hoy la cúspide… he escuchado con atención múltiples discursos, algunos que por supuesto reflejan el sentir de las mujeres y de toda la sociedad, lamentablemente otros finamente redactados pero que no reflejan el actuar congruente del o la oradora.
La marcha con motivo de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer generó gran expectativa, hubo voces desde el gobierno que conminaron a las mujeres a una manifestación pacífica, que invitaron a proteger los monumentos históricos, incluso hubo una polémica recomendación emitida por la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) en la que se contempla la formulación de un protocolo en un plazo no mayor de 30 días, obviamente no estará antes de la marcha convocada por organizaciones feministas hoy por la tarde.
Este 8 de marzo, Tlaxcala amaneció con sus edificios históricos literalmente cercados, lo cual desde mi óptica es un gran error, toda vez que el antecedente de 2022 en el cual pretendieron blindarlos también, fue tomado por las manifestantes como una provocación y, desde luego, no corresponde al discurso de puertas abiertas que ha enarbolado el gobierno.
He dicho en múltiples ocasiones que las demandas de las mujeres se han ido transformando con el paso del tiempo, porque también se ha hecho evidente que la problemática que enfrentamos es sumamente compleja. Recordemos que el origen de la conmemoración de este día tiene que ver con la muerte de mujeres obreras en una fábrica de Nueva York, cuando luchaban por sus derechos laborales como reducción de jornadas laborales y pago de salarios dignos.
En la actualidad la lucha por los derechos laborales y de ciudadanía ha tenido avances considerables al incluirse en el marco constitucional y, aunque las brechas se mantienen muy amplias y la igualdad en esos ámbitos sigue siendo una aspiración, la batalla está en otras trincheras.
Las necesidades más apremiantes de las mujeres hoy día tienen que ver con la violencia de género, no sólo la que viven en el ámbito familiar, sino en el contexto social, laboral, escolar, incluso la violencia digital, que se manifiesta en la desaparición constante y muerte de mujeres, por el sólo hecho de serlo.
En meses anteriores hemos sido testigos de marchas y manifestaciones de diferentes colectivos con la misma demanda: justicia. También pudimos ver a la procuradora negarse a dar respuesta en su comparecencia en el Congreso del Estado, a una serie de cuestionamientos formulados por integrantes de las organizaciones sociales y víctimas que esperaban en el exterior del recinto legislativo, con el banal argumento de que prefería apegarse al formato previamente establecido.
Si la petición imperiosa de las mujeres, víctimas, y de la ciudadanía en general, es que la justicia sea pronta, expedita y oportuna, que no haya impunidad ni corrupción en los proceso legales y si el gobierno ha dicho una y mil veces, sobre todo en la última semana, que existe un compromiso real con las mujeres, que nuestras voces serán escuchadas y se privilegiará el diálogo… ¿Por qué es tan difícil dar una respuesta? ¿Por qué no agilizar los trámites y hacer eficientes los procesos en cada uno de los expedientes que llevan, en algunos casos, años sin resolverse?
No sirve de nada la creación de más de 200 redes de apoyo integradas por más de ocho mil mujeres en todo el estado, que presume la Secretaría de Seguridad Ciudadana, si no hay perspectiva de género en la investigación, procuración e impartición de justicia porque los funcionarios públicos no están capacitados ni sensibilizados; si nos negamos a aceptar que hay elevados índices de violencia, que hay delitos como la violación y el acoso, no denunciados por falta de confianza en las instituciones, que la población no se siente segura y que no hay una estrategia eficiente de prevención, no vamos a poder atender el problema. Ayer alguien decía que ojalá hoy hubiera un tendedero de sentencias… esa sí sería parte de la respuesta que esperamos encontrar las mujeres.
Me queda claro que todos tenemos algo que hacer en este tema, las organizaciones sociales, los medios de comunicación, las instituciones educativas, pero sobre todo, el gobierno, en sus tres poderes: el legislativo perfeccionando las leyes, el ejecutivo mediante la implementación de políticas públicas, infraestructura y el cumplimiento de protocolos de atención, que garanticen el goce de los derechos humanos de las mujeres, con especial énfasis en el derecho a una vida libre de violencia; y, el judicial mediante la aplicación imparcial, objetiva y oportuna de las leyes… ¿Es mucho pedir?
No queremos más discursos huecos de personas, mujeres y hombres que, en lo cotidiano, desde sus trincheras y ámbitos de responsabilidad no se comprometen con nuestras causas, queremos un actuar congruente.
Finalmente, la extrema protección de los monumentos y edificios públicos me hacen pensar que de la misma manera están protegiendo al patriarcado, basado en relaciones de dominación y subordinación, peor aún, que estos inmuebles son más importantes para el gobierno que la vida, seguridad e integridad de las mujeres.