A estas alturas de la actual administración estatal, no queda la menor duda de que el talón de Aquiles, la principal crisis que permanentemente ha enfrentado la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros, es la inseguridad.
A poco menos de la mitad de su gobierno, es seguro que la gobernadora morenista no reconocerá lo que bien pudo hacer cuando asumió el control de la administración estatal: la presencia del crimen organizado en Tlaxcala.
En el año 2021, el año en que Cuéllar Cisneros asumió el cargo de gobernadora, la Administración para el Control de Drogas (DEA) -la agencia del Departamento de Justicia de los Estados Unidos dedicada a la lucha contra el contrabando y el consumo de drogas en ese país- y las autoridades mexicanas alertaron por la rápida expansión del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en todo el espacio nacional a través de células delictivas para operar en territorios enemigos.
Tres años antes, incluso, se reportaba la detención de integrantes del CJNG acusados de extorsión a pobladores de Chiautempan. Ese era el momento de haber reconocido la presencia del crimen organizado en Tlaxcala, estampa que bien pudo acreditarse como una herencia del gobierno del entonces priísta –ahora convertido al morenismo- Marco Antonio Mena Rodríguez.
El gobierno lorenista no lo hizo y ahora menos que nunca lo hará, en pleno apogeo del poder. Sin embargo, el más reciente diagnóstico elaborado por las secretarías de la Defensa Nacional (Sedena), de Marina (Semar) y de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) -el cual sirve como Estrategia de Seguridad de los Primeros 100 Días del gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo- evidencia que el Cártel de Sinaloa y el CJNG, a través del grupo Pura Gente Nueva de los Zetas, tienen presencia en territorio estatal.
Esos cárteles figuran como los principales generadores de violencia en al menos 23 de los 60 municipios del estado: Apizaco, Huamantla, Calpulalpan, Zacatelco, Cuapiaxtla, Atlzayanca y Zitlaltepec, entre algunos.
¿Por qué seguir negando esa presencia, más aún cuando existen antecedentes? En 2022, por ejemplo, las autoridades estatales capturaron a Luis “N”, alias “Don Grifo”, y Luis Octavio “N”, “El Mompín”, presuntos líderes de una célula criminal dedicada al narcomenudeo, extorsión y secuestro, en la comunidad de Acuitlapilco, bajo el cobijo del Cártel de Sinaloa.
En este contexto, debe decirse que en entidades colindantes con Tlaxcala, el Cártel de Sinaloa y el CJNG se encuentran presentes en Puebla mediante células de colombianos y venezolanos, y en Hidalgo con Los Hades y/o Los Palomillas.
El problema es que hay más y se están viendo involucradas esferas importantes de Poder, como el Legislativo. No es cosa menor la detención, por parte de la Fiscalía General de la República, de José Alberto N, alias “El Paletas”, esposo de la diputada local Lorena Ruiz García por presuntos nexos con una organización criminal en el municipio de Apizaco.
“El Paletas” fue interceptado por agentes de la Fiscalía Especializada en Materia de Delincuencia Organizada (FEMDO), por sus supuestas relaciones con el cártel de la Familia Michoacana.
La colocación de mantas en lugares públicos, como puentes peatonales, en diferentes municipios de la entidad, como Zacatelco y Tlaxcala, tampoco puede ser vista como una estrategia para tratar de desprestigiar a funcionarios públicos.
Son muchas las “coincidencias” que exigen de las autoridades una explicación y, más aún, una estrategia. No se trata de decir, como merolicos, que Tlaxcala es la entidad con menos incidencia delictiva del país. No se puede hacer eso a sabiendas de que apenas uno de cada diez delitos cometidos se denuncia ante el Ministerio Público.
Por eso sería positivo llamar a comparecencia, ante el Congreso del Estado, a los titulares de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, Alberto Martín Perea Marrufo, y de la Fiscalía General de Justicia del Estado, Ernestina Carro Roldán, esta última, por cierto, con fracasos imperdonables en su función, de los cuales hablaremos en una futura entrega.
Crimen Organizado en Tlaxcala en la opinión de Arturo Popócatl
