La reciente mesa de trabajo entre la Fiscalía General de Justicia del Estado (FGJ) y bancos, enfocada en prevenir delitos contra cuentahabientes, refleja un intento simplista de abordar la inseguridad, trasladando la responsabilidad de la seguridad a los usuarios. Aunque parece un esfuerzo loable, en realidad, es una respuesta insuficiente que revictimiza a las personas afectadas.
Este enfoque sugiere implícitamente que los cuentahabientes son responsables de su propia victimización si no toman precauciones, lo que resulta problemático. Al culpabilizar a las víctimas, se les añade una carga emocional innecesaria y se desvía la responsabilidad de las autoridades, quienes deberían garantizar la seguridad.
Además, la estrategia invisibiliza la verdadera causa del problema: la inseguridad estructural. En lugar de mejorar la inteligencia criminal y la presencia policial, las instituciones eligen soluciones cómodas que no enfrentan el crimen organizado ni la corrupción. La seguridad no puede depender únicamente de que las víctimas se protejan a sí mismas.
Al insistir en que los cuentahabientes deben «cuidarse», se corre el riesgo de normalizar la violencia y justificar indirectamente el accionar de los delincuentes. La solución no es evitar ser un objetivo fácil, sino erradicar las amenazas de raíz.
Para resolver el problema, las autoridades y bancos deben asumir su responsabilidad, mejorar la seguridad, promover transferencias electrónicas y coordinar mejor con las fuerzas del orden. Solo enfrentando la inseguridad estructural podremos ver una mejora en la protección de los cuentahabientes.
Hoy escribe Jeserh MEJIA.