En Tlaxcala, la lucha interna dentro de Morena está lejos de ser un simple ajuste de ideologías o estrategias políticas. Lo que vivimos actualmente es un enfrentamiento crudo entre dos visiones irreconciliables: quienes fundaron el movimiento con la intención de transformar la vida pública del estado y del país, y aquellos que han llegado después, impulsados más por la conveniencia que por la convicción.
Entre los que buscan la sucesión por parte de los fundadores del movimiento, se encuentra la figura de Ana Lilia Rivera, dos veces senadora de la República y últimamente cuestionada por su actuar en redes sociales; sin embargo, es el único perfil de la esencia fundacional de aquel movimiento obradorista, mismo que en tan solo tres años se ve amenazado por el oportunismo y las dinastías tlaxcaltecas.
En contraste, la lista de personajes que se han cambiado la camiseta al partido guinda crece con cada elección, viendo en Morena una oportunidad de mantener sus privilegios o consolidar agendas personales.
Alfonso Sánchez García, heredero del poder del exgobernador Anaya, simboliza cómo las dinastías políticas buscan reinventarse bajo el paraguas de la “Cuarta Transformación”. Raymundo Vázquez, cuñado de la gobernadora Lorena Cuéllar, también se suma a este grupo que parece privilegiar los lazos familiares sobre los compromisos políticos. Carlos Augusto, ex dirigente estatal de morena y ex priísta de cepa, representan una contradicción para los ideales que Morena alguna vez enarboló.
Lo cierto es que esta mezcla de intereses personales y personajes no es exclusiva de Tlaxcala, pero en nuestro estado resulta particularmente preocupante ante un escenario en donde pareciera no haber ley para frenar la delincuencia y la austeridad es sólo una palabra que se desvanece ante la compra inexplicada de camionetas blindadas para la gobernadora del estado, quien se desdibuja en un discurso de un Tlaxcala seguro, que bajo su administración en la realidad dejó de existir.
A lo largo de los próximos tres años, no debería sorprendernos ver cómo esta lista de actores políticos que intenten llegar por morena se expanda, buscando asegurar un lugar en el tablero político, mientras que las verdaderas prioridades del estado parece seguirán quedando en un segundo plano y promesas sin cumplir.
Los problemas de seguridad, desarrollo económico y bienestar social se convierten en moneda de cambio en las negociaciones internas, donde lo que importa no es devolverle el rumbo a Tlaxcala, sino mantener o ganar posiciones en el 2027. ¿Qué futuro le espera a Tlaxcala, qué pensará la presidenta Claudia Sheinbaum, ahora que visita la entidad, sobre las disputas morenistas en Tlaxcala, ¿Qué hará la oposición?
El tiempo será el único juez. Al tiempo…
Hoy escribe Jeserh MEJIA.