La Bestia Política

ALIENTOS DEMOCRATICOS. LA ULTIMA BATALLA DE LA TOGA

El anterior presidente de la República, un genio de la política electoral y de la comunicación política, aunque no así de la administración pública, dueño de una perversidad pocas veces vista, dio muestras muy claras de la instauración de un nuevo régimen. Para lograrlo, el camino fue el desmantelamiento de los contrapesos al Poder Ejecutivo Federal; varios le costó seis años y tres elecciones, pero al final lo logró.

Controló primero el Ejecutivo, al ganarlo y retenerlo; controló el Legislativo en la tercera oportunidad, aunque no lo logró en las urnas, sino gracias a la invasión del Instituto Nacional Electoral, al colocar a sus incondicionales en el órgano rector de los procesos electorales. Este último arrebató curules a los partidos de oposición y se los entregó a los partidos afines al régimen en la calificación de la elección de 2024 y la sobrerrepresentación de ambas cámaras del Congreso de la Unión.

Esta decisión del INE, ratificada por el incompleto pleno del TEPJF, se vio favorecida por el Senado de la República, de mayoría morenista, que omitió nombrar a dos magistrados electorales, encargándose así de mantener la integración en cinco de un total de siete. Durante el sexenio de AMLO, logró la afinidad y lealtad de tres de esos magistrados, número con el que alcanzó la mayoría que avaló la decisión del INE, la cual, más que un documento del antes autónomo instituto electoral del país, parecía un copy-paste del documento que leyó la secretaria de Gobierno, María Luisa Alcalde, en la conferencia diaria del presidente de la República. En dicha lectura, la funcionaria federal anunció:

 

Imagen de la conferencia mañanera del 3 de junio de 202

“De acuerdo con Alcalde, esta sería la composición del Congreso: ‘Estamos hablando de cerca de 243 diputados por Morena; 48 por el Partido del Trabajo y 74 por el Partido Verde Ecologista de México. Eso significa una mayoría calificada, es decir, de dos terceras partes. Como sabemos, una mayoría calificada implica la posibilidad de llevar a cabo reformas constitucionales. En el caso del PRI, cerca de 34 diputados; el PRD, dos; el PAN, 72; Movimiento Ciudadano, 26; independientes, uno, para dar el total de 500 diputados y diputadas. Y en el caso de la composición de la Cámara de Senadores, también aproximados, pero ya muy cercanos al resultado total, estamos hablando de 60 senadores por Morena; 8 por el Partido del Trabajo; 14 por el Partido Verde; 17 por el PRI; dos por el PRD; 22 por el PAN y cinco por Movimiento Ciudadano, para dar un total de 128 senadores’.”

Así, como si fuera un guion dictado, la SEGOB dio su proyección, y así la aprobó el INE y la ratificó el TEPJF.

Con esa supermayoría que los órganos garantes de la elección otorgaron al régimen, lo siguiente fue eliminar los obstáculos, de tal forma que cayeron los organismos autónomos, incluido el encargado de la transparencia que, dicho sea de paso, fue flagelante con el anterior gobierno. Poder Ejecutivo y Poder Legislativo se encargaron del último obstáculo: el Poder Judicial de la Federación. No es que Norma Piña le haya faltado al respeto a AMLO, no es que el no ponerse de pie el 5 de febrero de 2024 fuera una afrenta imperdonable; el plan original incluía la captura del Poder Judicial, y no podría lograrse sin un Congreso a modo. Si por un momento 42 senadores eran la esperanza de contener el desastre que se acercaba, la coerción y la extorsión se encargaron de acabar con esa esperanza. La reforma judicial pasó; se cambió el método de selección de jueces, magistrados y ministros, el cual era un proceso amalgamado de experiencia y conocimiento, de preparación académica, de preparación en manejo e interpretación de la ley. En fin, un proceso que todo el cuerpo judicial conocía y aceptaba, y sobre todo, que funcionaba.

En su lugar quedó un sistema nuevo, donde un gran número de actuales juzgadores dejará su plaza para que la ocupen aquellas personas que conquisten la voluntad popular, esas personas que irán al escrutinio ciudadano. Resultaron idóneas, según el análisis de sendos comités evaluadores para los casos federales y comités locales en cada entidad federativa. A aquellos evaluados e insaculados por los poderes de la unión se les unen aquellas personas juzgadoras que decidieron defender su encargo, su trabajo, su responsabilidad. No es para menos. La totalidad de las personas que defenderán su juzgado o su magistratura, según sea el caso, no ocupan esos espacios producto de la generación espontánea. Incluso aquellos magistrados que han pasado por el tamiz del poder legislativo que les correspondiese son personas que libraron diferentes fases en las que su preparación y su capacidad fueron factores contundentes. Sin embargo, aquellas personas juzgadoras que llegaron a sus respectivos juzgados bajo el escrutinio del Poder Judicial, en concursos de oposición, en valoración curricular, en conocimiento de tesis y jurisprudencias que soportan cientos de sentencias en sus respectivos rubros de la aplicación jurisdiccional, son las más perjudicadas, porque son las más alejadas del poder político.

Son ellas y ellos, las juezas y los jueces del Poder Judicial de la Federación y de las respectivas entidades, en quienes hay que poner la mirada. Son mujeres y hombres que vale la pena conocer, escuchar y, en la medida de lo posible, cuestionar. Porque sin deberla ni temerla, hoy están en un terreno completamente desconocido. Varias de estas personas enfrentarán a contendientes que ya tienen experiencia en el terreno electoral, que vienen del campo legislativo o del Ejecutivo. Los que no han sido candidatos han acompañado campañas; algunos otros son militantes de partidos, coordinadores de campaña, voceros de procesos electorales. En fin, de diversas formas han tenido cercanía con la competencia electoral. Están familiarizados con conceptos como listas de 1 por 10, redes, estructuras, casas amigas, casilleros, secciones prioritarias, seccionales, topes de campaña, MOVILIZACIÓN. Mientras que quienes entran a esta batalla desde los juzgados aún no saben bien a bien qué hacer. Buscan sombras de árboles varios, se dejan guiar por vivales, depositan confianza y recursos en vendedores de ilusiones, escuchan y creen en “liderazgos” de masas que “agrupan” a cientos o quizá miles y dan palos de ciego. Son eso precisamente: ciegos en tierras donde el tuerto es rey.

En ese contexto está hoy el proceso electoral judicial, a 81 días de la jornada electoral, misma en la que las y los candidatos no tendrán derecho a tener representantes ante las mesas directivas ni ante los consejos distritales. Un proceso en el que todo está prohibido:

  • Prohibido financiamiento público o privado en favor o en contra de cualquier candidatura.
  • Prohibida la contratación de tiempos de radio y televisión para la promoción de la persona candidata.
  • Prohibida la contratación de espacios publicitarios y de promoción en medios de comunicación impresos o digitales, anuncios espectaculares, bardas en vía pública, vallas, parabuses, entre otras.

Con todo en contra, así es como llegan a la elección del 1 de junio la gran mayoría de juezas y jueces que cambiarán expedientes por reglas electorales, actores, imputados y defensores por coordinadores, seccionales, casilleros y movilizadores; que dejarán la sala de juicios para entrar a las junglas electorales en que se convierten las calles en cada proceso electoral, el interrogatorio por la narrativa. Y que, en un imprevisible y drástico cambio de papeles, serán enjuiciados por la voluntad popular y recibirán su sentencia en los correspondientes consejos distritales electorales a los que se circunscriba su caso. Y ahí, en uno de los 12 primeros días de junio, con los respectivos cómputos electorales, será el lugar y momento en el que más de una jueza, más de un magistrado, más de una persona juzgadora, habrán presentado LA ÚLTIMA BATALLA DE SU TOGA.

Suspiros de democracia

He podido interactuar con varios actores que serán protagonistas en junio de este año en nuestra hermosa Tlaxcala. Un par de ellos me han dejado gratamente sorprendido. El alcance del trabajo que realizan en su labor juzgadora es por demás fascinante. Tuve el gusto de entrevistar a dos de ellos en La Liga de los Debates, mi programa en La Bestia Política, el mejor medio digital de Tlaxcala. Poder escucharles, entender lo complejo de su trabajo, las decisiones que toman y que afectan drásticamente las vidas de las personas han provocado en mí el más grande respeto por su labor y por su permanente preparación.

Me refiero a la Doctora Elsa Cordero Martínez, magistrada en retiro del Poder Judicial del Estado de Tlaxcala, mujer por demás conocida y respetada, además identificada en el medio político de Tlaxcala. Cada charla con ella es, en lo personal, un aprendizaje constante. De igual forma, el Doctor Johnny Morales Martínez, juez de distrito adscrito al Segundo Tribunal Laboral Federal de Asuntos Individuales en el Estado de Tlaxcala. Un hombre apasionado por su trabajo, involucrado en la ejecución de sus sentencias, desde el principio hasta el fin; innovador con sentencias de fácil lectura para niños, con medidas cautelares laborales, con videos de reinstalaciones, con interacción en redes sociales, con videos en TikTok de más de 15 mil reproducciones. En fin, un tipo que respira y come justicia laboral.

Espero ansioso tener la oportunidad de invitar a más juzgadores a mi programa. Al final, a nosotros los medios lo que nos toca es poner nuestra parte para que lo que pase en este proceso sea lo mejor para la sociedad de nuestro estado.