La Bestia Política

El Bestiario…Las respuestas que no llegan en Tlaxcala

La reciente confirmación por parte de la DEA sobre la operación de dos cárteles del narcotráfico en Tlaxcala no solo sacude la narrativa oficial, sino que deja al descubierto una de las grietas más profundas del actual gobierno estatal: la negación sistemática de la realidad.

Mientras las ejecuciones, desapariciones y casos de narcomenudeo se acumulan en los registros ciudadanos, la administración de Lorena Cuéllar guarda silencio. No hay postura oficial, ni declaración de urgencia, ni estrategia de contención visible. El gobierno morenista ha preferido negar la existencia del crimen organizado, como si el solo hecho de no hablar del problema lo hiciera desaparecer. Pero el silencio, en este caso, es cómplice.

La información publicada por MVS Noticias, con base en documentos de la Administración de Control de Drogas (DEA), revela que Tlaxcala sí figura en el mapa del narcotráfico, y no como un actor menor. Se le identifica como punto de tránsito, zona de lavado de dinero y espacio de operación activa. Todo esto, mientras la narrativa local sigue hablando de un estado “seguro”, “tranquilo” y “sin cárteles”.

¿Dónde están los filtros de inteligencia? ¿Qué papel juega la Secretaría de Seguridad Ciudadana? La omisión ya no es solo una estrategia de comunicación: es una política pública de encubrimiento.

La DEA ha puesto a Tlaxcala en el radar. No por gusto, ni por error, sino por evidencia. La pregunta ya no es si hay o no presencia del crimen organizado. La verdadera pregunta es: ¿por qué el gobierno insiste en mirar para otro lado?

Porque mientras los ciudadanos pagan con miedo, las autoridades pagan con silencio. Y en ese silencio crecen la impunidad y el riesgo. Porque cuando el Estado niega lo evidente, la delincuencia gana terreno.

Hasta el momento, nadie del gabinete de seguridad ha confirmado o desmentido la información de MVS Noticias que ya corrió como reguero de pólvora en la entidad.

Una mandataria que no atiende a medios con el pretexto de una agenda apretada.

Desde la tribuna del Congreso del Estado o desde las dirigencias de los partidos políticos, el silencio es sepulcral. Si no hablamos del tema, no existe.

¿Quién se atreverá a hacerlo… si el poder prefiere seguir fingiendo que no pasa nada?

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LA CAMINERA… ¿Y el Verde, apá…? Luego de haber sido anunciada con bombos y platillo la llegada de Sergio González como delegado político nacional del Partido Verde en el estado, la operación fue frenada en seco. ¿La razón? Una rebelión interna o, peor aún, la intromisión directa desde el poder.

Todo estaba listo: un evento masivo, la toma de protesta de Sergio González, la estructura movilizada. Pero, de última hora, la cancelación llegó con el argumento de “cuestiones de agenda” del coordinador nacional del Verde, Arturo Escobar y Vega.

¿A quién le estorbaba el exsecretario de Gobierno? Esa es la pregunta que aún flota entre pasillos. Lo cierto es que su arribo nunca se concretó, y el Partido Verde hoy navega entre la mediocridad y el bajo perfil, sin brújula ni liderazgo.

La dirigencia actual es más que gris: es invisible. Mientras en otras entidades el Verde aprovecha coyunturas, en Tlaxcala parece conformarse con ser la sombra de Morena… o de quien le ordene desde arriba.

¿Usted ha visto en los últimos meses alguna declaración o postura del partido a través de la diputada Maribel León Cruz?
Nosotros tampoco.

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AHORA SÍ, LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS…

El diputado vocero…El diputado federal del PT, Alejandro Aguilar López, asegura no tener información sobre la presencia de cárteles en el estado, pese a la alerta emitida por la DEA. Eso sí, defiende sin titubeos la compra de diez camionetas blindadas por parte del gobierno de Lorena Cuéllar, y hasta revela que hay alcaldes con mayor protección que la propia gobernadora. ¿Cuáles señor legislador?

¿Ignorancia selectiva o conveniencia política?
Mientras evade un tema tan grave como el narcotráfico, se muestra perfectamente informado sobre los lujos del poder.

¿A quién representa realmente el diputado: al pueblo… o al poder?