La Bestia Política

 El Bestiario…»Una elección para el poder… y un fracaso para el pueblo»

La judicialización del control político en Tlaxcala terminó en un grito de hartazgo: el abstencionismo fue el verdadero ganador. Por cada voto contado, una señal de hartazgo

El experimento autoritario disfrazado de elección judicial terminó por mostrarle los dientes al sistema que gobierna Tlaxcala. No importaron la promoción institucional, ni los discursos de “purificación moral” del sistema de justicia: la ciudadanía les dio la espalda con un histórico 87.6% de abstencionismo.

Lo que debía ser un ejercicio para fortalecer el Poder Judicial, terminó siendo un referéndum del fracaso político de una administración morenista  y la carga negativa fue para Lorena Cuéllar y su gobierno.

Aunque muchos dirán que la gobernadora nada tiene que ver y que no está comprobado su intervención, es evidente que alguien trató de decir que el aparato de gobierno operó. Filtraron  acordeones con los nombres ya palomeados, y no queda claro si fue con la intención de mandar el mensaje de que “todo estaba armado”, o simplemente para desalentar a la ciudadanía y evitar que votara. Cualquiera que haya sido la intención, el resultado fue claro: los operadores electorales fallaron y le entregaron malas cuentas a su jefa.

Los números no mienten. Mientras Lorena Cuéllar obtuvo más de 305 mil votos en la elección constitucional del 2 de junio  del 2021, en esta judicial, apenas 132 mil personas acudieron a las urnas. El resultado fue una derrota moral demoledora, más aún cuando los votos nulos superaron a los válidos en casi todas las contiendas.

Y pierde también la credibilidad del sistema judicial. En lugar de fortalecerse, quedó en entredicho por una elección diseñada para validar a quienes ya estaban en el poder o forman parte del ecosistema morenista de control institucional. Flaco favor le hicieron a los hoy ganadores: llegan con el estigma de ser candidatos del poder y no del pueblo.

Desde este momento, los ojos de la opinión pública los acompañarán en sus resoluciones. Ya no hay margen de error: o construyen justicia real… o confirman que solo fueron elegidos para obedecer.

Esta fue una elección hecha para no ser entendida. Sin difusión efectiva, sin pedagogía cívica, sin debate público. Fue un trámite, no un ejercicio democrático. Una elección diseñada para que votaran empleados, operadores y familiares, no ciudadanos conscientes. Nadie la pidió. Nadie la defendió. Y por eso nadie la creyó.

Mientras la gobernadora afirmaba que el pueblo “cumplió” para acabar con jueces que ayudan “a los malos”, la realidad votó con silencio. O con rabia: voto nulo y abstención, el grito más fuerte que puede lanzar una ciudadanía harta.

Lo del domingo fue más que una elección fallida. Fue el fallo del modelo. El intento de vender como “transformación judicial” lo que no fue más que una repartición de cuotas entre aliados, familiares y cuadros del sistema.

Y lo más grave: Tlaxcala perdió la oportunidad de construir un Poder Judicial con legitimidad democrática. En su lugar, quedó una fachada más del régimen, empapelada con votos nulos, ausencias y una verdad cruda: Cuando el pueblo no cree, no vota. Y cuando vota, protesta, y ahora lo hizo en las urnas.

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LA CAMINERA…Una loza pesada sobre los hombros…Ahora, la vox populi es que ganaron, por supuesto, los nombres que ya estaban en la baraja del poder y les tocará quitarse esa carga, aunque no los hayan ayudado.

Pero no ganaron por voluntad ciudadana, sino por default. Los votos nulos fueron mayoría en casi todas las urnas, marcando lo que de verdad dijo el pueblo: “no queremos este sistema”. En todas las salas, los anulados superaron con creces a los “electos”. Es decir, la protesta fue más fuerte que la participación.

De acuerdo con el 100 por ciento de las actas computadas para la elección de magistrados en Tlaxcala, los votos nulos superaron por mucho los sufragios obtenidos por quienes resultaron favorecidos en la contienda del pasado domingo uno de junio.

Ganaron, sí, pero no por la voluntad ciudadana. Ganaron por inercia, por default, por diseño. Lo dice la gente en la calle: eran los nombres en la baraja del poder… y les tocará cargar con esa loza. Porque los votos nulos fueron mayoría, y ese dato es un grito que no se borra con discursos.

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AHORA SÍ, LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS…Parece sacado de una serie de Netflix… pero es Tlaxcala..Una ejecución política en San Pablo del Monte y un violento intento de asalto armado en Tlaxcala capital rompieron esta semana lo poco que quedaba de la narrativa de seguridad en el estado.

Óscar N., político local, fue asesinado a plena luz del día —a bordo de su vehículo, en plena calle— mientras que, en Atlahapa, un grupo armado de nueve sujetos intentó ingresar a una vivienda familiar disparando al aire en su huida.

En ambos casos, la reacción de las autoridades fue tardía. La percepción ciudadana es clara: el miedo crece y el gobierno no llega a tiempo.

Lo que parece el guion de una serie de suspenso, es la nueva realidad de Tlaxcala. Una realidad de plomo, impunidad y silencio oficial.