La inversión total en la obra del Centro de Control, Comando, Comunicaciones, Cómputo, Coordinación e Inteligencia (C5i) en Tlaxcala fue de 293 millones de pesos, a los que se sumaron 100 millones más para la adquisición de nuevas cámaras. Este centro, inaugurado en mayo de 2023, fue presentado como el eje tecnológico del gobierno para fortalecer las estrategias de seguridad y combate a la delincuencia. Su infraestructura de vanguardia incluye un C5i Móvil y una torre remota de videovigilancia conectada al sistema principal.
Con ese nivel de gasto, cabría esperar que los resultados fueran frecuentes, contundentes y medibles. Pero hasta ahora, la realidad ha sido otra: escasa efectividad, muchas promesas y una narrativa construida más desde la conferencia que desde la calle. Hasta ahora.
Por primera vez desde su inauguración, el famoso C5i sirvió para algo más que justificar el gasto público: ayudó a capturar a cuatro sujetos que asaltaron con violencia a un ciudadano en la colonia La Joya, en la capital del estado. Se trató de un caso más de fraude con violencia, donde los criminales citaron a la víctima para una supuesta compra-venta de automóvil, lo amagaron con arma de fuego y huyeron. La diferencia esta vez: las cámaras sí los captaron, la policía sí reaccionó, y los responsables fueron detenidos en la caseta de la autopista rumbo a San Martín.
Sí, debemos reconocerlo. Este es un caso exitoso. Pero también exige una pregunta urgente: ¿por qué esto no ocurre más seguido? ¿Cuántas denuncias se archivan sin seguimiento, cuántas víctimas ni siquiera son captadas por las cámaras, cuántos asaltos más quedan en la impunidad?
Este operativo exitoso se siente como ese botón reluciente en una camisa desgarrada: llama la atención, pero no oculta el desastre. Mientras se presume esta captura, los casos recientes de violencia —como el empresario asesinado en Apetatatitlán, y sus captores huyendo en una motocicleta que no corre a más de 60 kilómetros por hora, y la falta de respuesta oportuna ante emergencias— revelan que el miedo sigue gobernando las calles.
Y aquí el punto neurálgico: el problema no es la tecnología. Es el uso político de la tecnología. El C5i se promocionó como la joya de la corona en materia de seguridad, pero hasta ahora ha sido más escenografía de modernidad que solución integral. Y cuando el show supera al sistema, los resultados reales se convierten en anécdotas, no en política pública.
Lo ocurrido en La Joya fue un buen resultado, pero no reivindica los 393 millones de pesos gastados ni justifica los discursos de “todo está bajo control”. Al contrario: revela que sí hay capacidad cuando se quiere. Que el sistema puede servir, si se deja de simular. Que no hace falta otra torre, otro dron o más cables… hace falta voluntad.
Una golondrina no hace verano, y un arresto no convierte al C5i en garantía de seguridad. El miedo no se ha ido. La confianza ciudadana tampoco ha regresado. El gobierno de Tlaxcala necesita más hechos y menos encuadres, más resultados y menos boletines.
Porque si el C5i de verdad sirve, debería funcionar todos los días, así de fácil.
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LA CAMINERA…Adiós al negocio familiar…El anuncio de Claudia Sheinbaum sobre la posible eliminación de los diputados plurinominales no es solo una propuesta técnica de reforma electoral. Es, en el fondo, un mensaje directo —y devastador— a las familias que han convertido a los partidos políticos en Tlaxcala en empresas de colocación de parientes, cuñadas y compadres.
Si se acaban los pluris, se acaba el botín. Se extingue el refugio de quienes jamás han ganado una elección, pero siempre aparecen en las listas. Y aunque la presidenta diga que el PT y el Verde “no pondrán resistencia”, en Tlaxcala más de uno ya sintió que el piso se mueve… y no precisamente por convicción democrática.
Que no se engañen: esta reforma no se trata solo de reducir curules, sino de tocar intereses. Y si avanza, el mensaje es claro: o caminan con votos reales… o se bajan del carro del presupuesto.
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AHORA SÍ, LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS…¿Y las blindadas, apa? Nadie sabe, nadie supo. Nadie dice nada….Fue el pasado 4 de mayo cuando la bomba estalló: El Consejo Nacional de Morena prohibió oficialmente el uso de vehículos blindados y excesos de seguridad, en el estado que presume ser “el más seguro del país”, nadie rinde cuentas. El silencio oficial se ha vuelto ensordecedor, y la narrativa de austeridad es ya una mala broma.
En su momento se reveló que el gobierno de Lorena Cuéllar había adquirido 10 camionetas blindadas por más de 56 millones de pesos, sin licitación y con los contratos reservados hasta 2030. Hoy, casi dos meses después, Tlaxcala sigue sin respuestas.
¿Se las quedan, o no?