La Bestia Política

El Bestiario…La sucesión de Tlaxcala a tope. Alfonso vs Ana Lilia y en medio Lorena.

El relevo por la gubernatura de Tlaxcala ya se cocina a fuego alto. Los grupos están formados y los dados sobre la mesa.

Falta año y medio para la elección, pero en Tlaxcala ya se vive una campaña sin anuncios. No hay día en que no se mencionen nombres, que no se filtren encuestas, que no aparezcan eventos disfrazados de asambleas, giras “informativas” o encuentros “casuales” que en realidad son parte del juego sucesorio.

Morena —el partido hegemónico del estado— vive su propia batalla intestina. Y aunque hay muchos suspirantes, la contienda real ya se centró en dos figuras que no se tapan: Ana Lilia Rivera Rivera y Alfonso Sánchez García.

Desde hace meses, la senadora se mantiene en el primer lugar de las encuestas. Pero sus números parecen haber tocado techo. No hay crecimiento, ni sorpresa, ni campaña. Su narrativa gira en torno a un discurso más ideológico que emocional. Su gran apuesta es resistir, mantener base y recoger el desencanto que ha dejado el Lorenismo en sectores progresistas.

No rompe abiertamente con la gobernadora, pero manda señales. Cree que hay electores molestos que podrían volverse suyos si se presenta como “la otra forma” de gobernar. Sin embargo, su gran flaqueza es la ausencia de estrategia comunicacional: no hay equipo visible, no hay viralidad, no hay músculo.

El presidente municipal de Tlaxcala capital también está en la pelea. A pesar de los señalamientos por inseguridad, calles destrozadas y falta de capacidad para gobernar la capital, ha logrado mantenerse competitivo. Tiene nombre, linaje y ahora también aliados: la gobernadora Lorena Cuéllar, su padre Alfonso Sánchez Anaya y —según se dice en los cafés políticos— un bloque formado por los ex gobernadores  Héctor Ortiz y Beatriz Paredes.

Para empujar su causa, crearon la Asociación de Autoridades Municipales de Tlaxcala (AAMTLAX), donde varios ediles trabajan —algunos a regañadientes— en su proyecto. El reciente torneo de futbol entre municipios fue su intento por unirlos, generar presencia y reposicionarse ante el electorado joven. Está por verse si el balón le juega a favor o se le estrella en el poste.

En medio de ambos, se encuentra la gobernadora Lorena Cuéllar, poderosa pero mal evaluada. Su talón de Aquiles es la comunicación: ni defiende su gobierno ni explica sus decisiones. No ha logrado ser referente ni puente, y su desgaste podría contagiar al candidato que impulse.

Tiene que decidir: ¿será factor de unidad o dinamita la contienda desde adentro? ¿Logrará llegar con control al tramo final o quedará rebasada por su propio partido?

El tiro está cantado.
Ana Lilia y Alfonso se encaminan al choque frontal.

Cada uno con su historia, su grupo y sus ambiciones.

¿Serán capaces de construir o terminarán cavando su propia tumba política?

En Tlaxcala ya no se juega a ver quién quiere… sino quién puede.

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La Caminera…Los otros jugadores…Como en todo equipo de futbol, hay figuras que no han sido alineadas de inicio, pero que podrían entrar de cambio y —con un solo gol— cambiar el destino del partido morenista.

En caso de que Alfonso o Ana Lilia no lleguen a la final, hay suplentes calentando. Y no son poca cosa.

Por ejemplo, Josefina Rodríguez Zamora, la secretaria de Turismo estatal, ha intensificado su presencia territorial. No es la favorita de los grupos locales, pero sí una carta vista con simpatía desde Palacio Nacional. Claudia Sheinbaum la observa y no la descarta. Y eso, en tiempos de definición, pesa más que una encuestita local.

 También entra al juego: Marcela González Castillo
Presidenta estatal de Morena y pieza clave en la credencialización de nuevos militantes, Marcela González refuerza su peso interno gracias a su cercanía con Claudia Sheinbaum. Su control sobre la estructura partidista y el padrón la posiciona como jugadora con poder real rumbo al 2027.

Otro que figura es Óscar Jiménez, actual secretario de Finanzas del Estado de México y operador de confianza del obradorismo más puro, ese que pasa por los hijos y por el propio expresidente López Obrador. Tlaxcala lo ubica como foráneo, pero su cercanía con el poder le alcanza para estar en la conversación.

No se puede ignorar a Luis Vargas, empresario con vínculos en grupos financieros de peso nacional. Se mueve con cautela pero con método. Va construyendo estructura, armando piezas. Juega un ajedrez silencioso.

El diputado federal Raymundo Vázquez Conchas también está en el radar. Tiene recorrido, recursos y ha empezado a moverse con mayor visibilidad. No es el más popular, pero sí el más insistente.

Desde el ámbito educativo, Homero Meneses, secretario de Educación, se ha lanzado a una gira no oficial por municipios, universidades, radios comunitarias y escuelas. Su activismo no es casual, y dentro del lorenismo podría convertirse en la carta B… o la de emergencia.

Y entre todos ellos, empieza a destacarse con fuerza Carlos Augusto Pérez Hernández, exdirigente estatal de Morena. No grita, pero avanza. Ha recorrido los 60 municipios, tiene narrativa, estructura y cada vez más simpatías internas. Lo llaman “el Caballo Negro” —y en política, cuando se dice eso, es porque algo ya saben los que lo dicen.

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AHORA SÍ, LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS…La otra carta
Del lado de la oposición, está la senadora priista Anabell Ávalos, quien tiene todo en contra en la carrera por la gubernatura frente a los grupos de Morena. Tiene una virtud: es terca y no se dobla ante las adversidades. Jugará, ante una escuadra morenista completa, un partido donde sus antiguos aliados hoy podrían estar del lado de quien dice controlar el estado.

Bueno, hasta su propio partido la borra de sus boletines, como el más reciente titulado “PRI nacional respalda liderazgo de Enrique Padilla en Tlaxcala: ‘Lo mejor viene en el 27’”, donde —pese a ser la aspirante mejor posicionada del tricolor— para el dirigente local Enrique Padilla simplemente no existe.

Estuvo en el estado Jorge Armando Meade Ocaranza, secretario de Organización del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, durante un encuentro de trabajo con el priismo tlaxcalteca, y la destapó; pero, en la mezquindad del exdiputado local, no fue suficiente para incluirla en su comunicado.

Ya es un secreto a voces que la dirigencia del tricolor está más cerca del color guinda y de la Plaza de la Constitución que de Lira y Ortega.

Del PT y del PAN hablaremos en otra entrega.