Ya lo dijo la presidenta Claudia Sheinbaum: «Quien tenga aspiraciones para un cargo público, tiene que renunciar». Pero en Tlaxcala, ¿a quién le queda el saco?
El ajedrez político cambia constantemente. Todos los días surgen o resurgen piezas que buscan encaminarse hacia 2027.
En la entidad ya hemos identificado a varios personajes de Morena que se perfilan para cumplir su deseo de gobernar Tlaxcala o, al menos, aspirar a la candidatura. Porque, seamos honestos, a la fiesta democrática de 2027 llegarán pocos.
Sin embargo, todas estas figuras tienen algo en común: actualmente ocupan un cargo, ya sea a nivel estatal o federal. Por lo tanto, si desean ser parte de la carrera gubernamental, deberán renunciar, sin excepción.
En esta ocasión, me referiré solo a cuatro de ellos, porque, así “sin maquillaje y sin retoques”, son los que, a mi parecer, tienen oportunidades reales.
Como sabemos, Ana Lilia Rivera Rivera es senadora por Tlaxcala. Es una mujer férrea pero sensible, cercana al campo y a la presidenta, que conoce desde las entrañas el movimiento que forjó Andrés Manuel López Obrador. Tiene una verdadera carrera política y es la primera tlaxcalteca en presidir la Mesa Directiva del Senado. Su punto débil: no ser la favorita de la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros.
Pero quien sí ha sido “elegida” por la mandataria es la actual secretaria de Turismo federal, Josefina Rodríguez Zamora. Es una joven tlaxcalteca con una trayectoria política breve que, a su edad, ha logrado lo que otros no alcanzarán en mucho tiempo. Su juventud, chispa e inteligencia la pusieron en la mira de Sheinbaum Pardo, quien la eligió para su gabinete. Y es importante subrayarlo: ningún otro tlaxcalteca, hombre o mujer, había alcanzado esa posición.
El otro elegido de Cuéllar Cisneros es Alfonso Sánchez García, actual presidente municipal de la capital. Es esposo de la líder estatal de Morena, Marcela González Castillo, y su principal logro es ser hijo del exmandatario estatal Alfonso Sánchez Anaya. Porque de carrera política propia, mejor no hablamos; o, si usted tiene otros datos, le pido que me los comparta.
Otro nombre que suena es el de Óscar Flores Jiménez. Quizá sea el menos conocido para los tlaxcaltecas, pero cuenta con una amplia carrera en el servicio público federal. Fue oficial mayor en la Secretaría de Educación Pública, director de Auditorías Especiales en la Secretaría de la Contraloría (SECODAM) y prestador de servicios para la Auditoría Superior de la Federación (ASF).
También fue responsable de Administración y Finanzas y apoderado general de Canal 22; director de Administración y Finanzas del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica; y gerente de Ingresos en el Instituto Mexicano de Televisión. Ahora funge como secretario de Finanzas del Estado de México, donde maneja un presupuesto millonario. Esto nos hace suponer que administrar los recursos de Tlaxcala, que son infinitamente menores, no sería complicado para el contador.
Aún faltan meses para definir a las figuras definitivas, y seguramente se sumarán otros nombres. Y no crea que minimizo al resto de los contrincantes, pero seamos realistas: los antes mencionados ya fueron marcados por las cúpulas. Ahora falta conocer si estos tlaxcaltecas renunciarán a sus cargos para contender por la gubernatura. La pregunta del millón es: ¿quiénes darán el brinco?
