La Bestia Política

‘Holocausto Silencioso’, el Caso ANAVERSA

Por Jorge Ramón Rizzo

Un suceso marcó 1991: una explosión e incendio en Córdoba, Veracruz, liberó una nube tóxica de químicos peligrosos, provocando cientos de muertes, daños en la salud de habitantes y quizá el mayor impacto contra el medio ambiente de México.

Agricultura Nacional de Veracruz S. A. (ANAVERSA), fue la empresa de plaguicidas donde se gestó una especie de ‘holocausto silencioso’ un 3 de mayo de 1991, hace más de 34 años. Sin que hubiese responsabilidad plena de dicha tragedia para nadie.

El documental «El Perro que Ladra a la Luna», grabado y difundido por primera vez hace más de 19 años revela de manera franca y directa lo sucedido hace 34 años en la colonia La Estación de Córdoba. Expone la forma en que empresarios y gobierno disminuyeron el suceso al grado casi de invisibilizarlo, enmedio de prácticas con evidencia de omisión y corrupción.

Desde el gobierno federal Jesús Kumate y Patricio Chirinos, secretarios de Salud y de Ecología en aquellos tiempos, estuvieron al frente de la contención de la mayor tragedia que ha vivido México. Ya que se expuso a más de 30 mil habitantes a 50 sustancias químicas diferentes en un radio de 5 kilómetros a la redonda.

La intensión de los funcionarios de la época era proteger a Carlos Hank González, quien figuraba como socio propietario de la fábrica y también era integrante del gabinete federal. En pleno auge del priísmo, como fuerza partidista gobernante.

Vale la pena mencionar que nunca hubo un estudio que reflejara el daño real que ocasionó la tragedia, así lo dice Lilia Albert, consultora internacional en toxicología ambiental, durante el documental, que también saca las opiniones expertas de Jorge Álvaro de León y Carmen Carmona, ambos investigadores de la UNAM.

Mario Cerón, oncólogo del IMSS en el Hospital de Córdoba, habla en el mismo documental del incremento de casos de cáncer y la aparición de nacimientos con problemas congénitos, a partir de los sucesos de ANAVERSA en 1991. Una verdadera tragedia de dimensiones que no guardan proporción con ningún suceso en el mundo.

Este caso paradigmático, marca el mayor precedente de la inexistencia de políticas ambientales en nuestro país y sirvió para el surgimiento del activismo ambiental de Rosalinda Huerta, como presidenta de la Asociación de Afectados por Anaversa, que logró muy poco en tres décadas de existencia.

Tres detenidos, que salieron libres en unos cuantos días, fue el único saldo legal que arrojó la muerte de cientos de vecinos de ANAVERSA que fueron muriendo poco a poco y de lo cuál hablan sobrevivientes como
David Maldonado, Amalia Calderón y Carlos Alan Aguilar, éste último estuvo internado por días con vómito y la aparición de llagas o aftas en lengua, paladar y garganta.

Esta semana se hará oficial en el Senado de la República que el 3 de mayo quedará instituido como el Día Nacional de la Prevención de Desastres Químicos, y quedará en esa fecha para visibilizar la tragedia de ANAVERSA que el año entrante cumplirá 35 años.

No hay cifras oficiales, algunos medios han publicado que habría al menos mil decesos a consecuencia del ‘Holocausto Silencioso’, pero otros periódicos ya manejan la muerte de mil 500 personas. Pero como lo dicen en el documental «El Perro que Ladra a la Luna», bastaría una sola muerte para encarcelar y llevar ante la justicia a dueños y directivos de esa fábrica.

Nunca más otro ANAVERSA, es lo deseable. No es suficiente fijar una conmemoración de un fatídico hecho. Ojalá veamos a autoridades y empresarios actuar sólida y decididamente en pro de México y del medio ambiente.

* Periodista/Tlaxcala