La Bestia Política

El Bestiario | El diagnóstico, el poder y los caídos que vienen en Tlaxcala

Se va el 2024 y llega el 2025: la antesala de la lucha por la candidatura a la gubernatura de Tlaxcala en 2027.

La disputa está a todo lo que da.

Pero antes hay pendientes que resolver y una gran interrogante:

¿Cómo jugará la marca de la 4T, con su gobernadora, dentro de Morena?

¿Será un lastre o una ayuda?

Al interior del gobierno de Lorena Cuéllar lo saben. El diagnóstico confirma lo que la calle repite sin rodeos: su administración no logra conectar con las preocupaciones reales de la gente. La aprobación de Cuéllar se mantiene por debajo de la presidencial, la tendencia va a la baja y los problemas que más pesan como es la inseguridad, corrupción y economía siguen sin resolverse en la vida cotidiana.

El dato más incómodo no es solo la caída en la aprobación, sino la admisión tácita de que el gobierno ha optado por no enfrentar de fondo la inseguridad, aun cuando es señalada como el principal error de la administración. En su lugar, la estrategia apuesta por reencuadrar el discurso hacia el “bienestar” y por “pegarse a la marca presidencial”, aceptando que el capital político propio ya no alcanza.

intentan ordenar la narrativa, pero el problema ya no es de comunicación: es de control político. Y cuando un gobierno entra al año previo a la sucesión con desgaste, fracturas internas y una realidad que no acompaña al discurso, el riesgo no es perder la conversación, sino perder el rumbo. La advertencia está hecha: el 2026 no solo definirá candidaturas, también exhibirá quiénes sobreviven al poder y quiénes se quedan en el camino.

2026 no será un año más: es la antesala directa de lo que viene. Y en Morena, ese camino no será terso. La lucha por la candidatura a la gubernatura no solo tensará al partido; dejará caídos, resentidos y fracturas que no se curan con spots ni con eventos masivos.

Hoy, Ana Lilia Rivera aparece a la cabeza en todas las mediciones. Sin embargo, su fortaleza en encuestas contrasta con su debilidad interna: es la aspirante más confrontada con los grupos del poder local. Si resulta elegida, podría convertirse rápidamente en un gigante con pies de barro, sostenida por números, pero aislada de las estructuras que mueven tierra, recursos y lealtades. La apuesta es que la marca de Morena le ayude, aunque tendría que desmarcarse del lorenismo para capitalizarlo en las urnas.

Del otro lado está Alfonso Sánchez García, la carta clara del lorenismo. No encabeza, dicen, el entusiasmo ciudadano, pero cuenta con algo igual de valioso en la política real: estructura armada, operadores y el respaldo del aparato que hoy gobierna. Eso, en una contienda, es decisivo.

En el tablero también aparece Josefina Rodríguez Zamora, mencionada en los pasillos como una posible carta cercana a la presidenta. Su nombre flota como opción de equilibrio externo, aunque su aterrizaje en la dinámica local todavía genera más preguntas que certezas. Podría ser quien evite una ruptura delicada o, en su caso, tienda la operación cicatriz.

Y en la sombra, moviéndose sin reflectores pero con contactos, están Óscar Flores y Luis Vargas: perfiles que no encabezan la conversación pública, pero que saben operar dentro de los grupos del poder, donde las decisiones no siempre se anuncian… solo se ejecutan.

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LA CAMINERA...Las cartas de la oposición…Si en Morena la sucesión promete fracturas, en la oposición el problema no es el exceso de cartas, sino la magnitud del reto.

En el PRI, la figura que se perfila con mayor claridad es Anabell Ávalos, con experiencia, estructura y reconocimiento, pero cargando el desgaste histórico de un partido que aún no logra sacudirse su pasado.

En el PAN, Miriam Martínez aparece como la apuesta más visible: buscando presencia territorial,  y una narrativa  con el #AquiNadieSeRaja que busca capitalizar el hartazgo con la marca morena y su gobierno eatatal.

Pero más allá de los nombres, el verdadero desafío de la oposición no está en postular candidatos, sino en convencer a los decepcionados de la 4T. No basta con señalar errores, ni con subrayar el desgaste del gobierno de Lorena Cuéllar.

La pregunta incómoda es otra: ¿con qué se contrasta un modelo que reparte programas sociales y recursos directos? ¿Con dinero, con estructura o con una narrativa lo suficientemente potente para romper la inercia del voto asistido?

Hoy, competirle a Morena implica algo más que discursos encendidos. Requiere recursos para disputar territorio, sí, pero también inteligencia para construir un relato creíble que conecte con quienes ya no creen, pero tampoco confían. Las campañas se siguen ganando en la calle, pero ya no solo con saliva y zapato. Se ganan con estrategia, datos, organización y una narrativa que ofrezca futuro, no solo enojo.

Ese es el verdadero reto: transformar el desencanto en decisión política. Porque si la oposición no logra eso, la sucesión no la definirá quien tenga la mejor propuesta, sino quien administre mejor la inercia. Y en Tlaxcala, la inercia todavía pesa.

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AHORA SÍ, LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS…La  Changomanía…En Movimiento Ciudadano, la sucesión sigue en pausa. No está claro si apostará por Delfino Suárez o si, siguiendo su lógica nacional, terminará impulsando a una mujer para vender renovación sin lastres. Esa indefinición hoy le resta competitividad en un escenario que exige claridad y músculo político. La Changomanía aun no prende en Tlaxcala, así que conviene no perder de vista a Danae Figueroa, ni a la recién llegada Mariana Jiménez.

A todos los que siguen el Bestiario, mis mejores deseos para este año nuevo y que el próximo sigamos informando, a la espera de que no sea uno acusado de terrorismo, o tener que escribir desde una celda. Toco madera.