Hay decisiones que no nacen del análisis, sino de las ocurrencias. El secretario de Infraestructura y el gobierno de Lorena Cuéllar sufrieron en su momento una andanada de críticas en redes sociales por el anuncio del cambio de sede de la Feria Tlaxcala a un municipio, del cual ni siquiera hay la certeza si es Amaxac o Yauhquemehcan, o los dos.

Ahora, el sondeo de la empresa Impulso Mercadológico revela que el 82 por ciento de los tlaxcaltecas entrevistados nadie quiere.

Porque sí, ocho de cada diez tlaxcaltecas dijeron no al traslado de la feria a Amaxac de Guerrero. No al “nuevo concepto”, no a la narrativa de modernización. Y no porque el pueblo sea terco o nostálgico, sino porque entiende algo que el gobierno olvidó: el arraigo no se decreta, se construye. 

El anuncio del cambio debio primero sondearse y sobre eso tomar una decisión, o bien informar al pueblo de que el recinto ferial ya no es acorde para este tipo de eventos. Y ahi están los resultados del sondeo.

Mover la feria es mover una identidad. Es alterar un punto de encuentro, un mapa emocional que se camina, se huele y se vive en la capital. No se cambia por decreto ni se vende como si fuera un lote, y eso hicieron los flamantes funcionarios locales de la 4T.

El «lorenismo» decidió jugar a SimCity. Desde su “mañanera chiquita”, el anuncio se lanzó y generó la historia ya conocida.

Primero dijeron Amaxac. Luego Yauhquemehcan. Y cuando el caos ya era viral, intentaron una salida salomónica: “estará en los dos municipios”.

Lo único que quedó claro es que nadie sabía dónde demonios estaría la feria.

El secretario de Infraestructura, visiblemente incómodo, intentó ponerle cara técnica a lo que ya era un deamadre comunicativo, pero la narrativa se desfondó más rápido que una rueda de la fortuna vieja.

El vacío lo llenó el rumor: ¿Privatización del recinto?, ¿Nuevo negocio para los amigos?, entre otras mas.

Dicen que el cambio busca “modernizar”. Pero en política, modernizar sin escuchar es imponer. Y cuando la modernidad llega en formato de ocurrencia, el costo lo paga la gente.

El 71% de los encuestados considera “muy importante” mantener la sede actual. El 65% no asistiría si la cambian. El 80% cree que sería una mala decisión a largo plazo. Los números no mienten. La sordera institucional, sí.

Los tlaxcaltecas lo entendieron mejor que el gabinete: la feria no es solo carpa, luces y juegos como la instalada en la Plaza de Toros en la capital. Es un ritual de memoria y encuentro. Es caminar de las artesanías al palenque, comerse un taco con los amigos, caminar en ella, escuchar a la bandas en sus espacios y sentirse parte de algo que sigue siendo nuestro.

Eso no se traslada a Amaxac ni se imprime en lona.

El gobierno, que presume cercanía, decidió omitir al pueblo en la decisión más simbólica del año. Y ahí está el pecado original: construyeron un proyecto sin narrativa.

Nadie se opondría a modernizar el recinto si hubiera estudio, consulta y plan y el resultado: la feria se convirtió en trending topic de burla y enojo.

Una tunda gratuita en redes que pudo evitarse con una simple palabra: planeación.

Y si la gobernadora no escucha, el pueblo le recordará que la feria puede tener nueva sede, pero el voto… sigue en el mismo lugar.

Y auque es una acuerdo ya tomado, la pregunta es ¡Qué hará  el gobierno de Cuéllar con esta percepción de rechazo?

Hoy el descontento se mide en encuestas.

Mañana, se puede contar en urnas.
Al tiempo.

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LA CAMINERA…. “Funcionarios sin brújula”…El secretario de Turismo, Fabricio Mena, dejó claro que en este gobierno la descoordinación manda. Mientras aseguraba a reporteros que su jefa —y cuñada— Lorena Cuéllar estaba en la Ciudad de México atendiendo un llamado presidencial por las inundaciones, la mandataria se encontraba, en realidad, a unos pasos, participando en la misa del Nuncio Apostólico por los 500 años de la Diócesis de Tlaxcala en San Francisco. Así cómo no entender los tropiezos de la administración.

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AHORA SÍ, LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS… “Cazadores de aldeas”…El vocero Antonio Martínez reveló en Los Protagonistas de La Bestia que detectaron al menos tres “aldeas digitales” Dde bots dedicadas a atacar en redes a la gobernadora y a funcionarios estatales. La pregunta es inevitable: ¿Qué hará con esa información y, sobre todo, cómo demostrará que es cierto?

Porque si el hallazgo es real, se trata de un tema grave por el uso político de las redes, pero si es solo un argumento para justificar la mala prensa o el descontento ciudadano, entonces estaríamos ante una nueva estrategia de victimización desde el poder.