Arturo POPÓCATL/ “Para una mayor investigación se necesita decisión política, inversión y acción. Las universidades somos una caja de resonancia donde vamos aportando, pero también tenemos que ir recibiendo apoyo, y en los últimos años no hemos recibido ni un peso para aumento en la educación superior”, afirma la secretaria de Investigación Científica y Posgrado de la máxima casa de estudios del estado, Margarita Martínez Torres.
El factor económico personal, la importancia de foguear conocimientos con sus pares investigadores y la siempre insuficiente existencia de recursos dedicados a la investigación, son tres factores que influyen en la “fuga de cerebros” no sólo en la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UAT), sino en un gran número de universidades de todo el país, reconoce la secretaria de Investigación Científica y Posgrado de la máxima casa de estudios del estado, Margarita Martínez Torres.
“Lo de la fuga de cerebros tiene muchísimos años y tiene dos vertientes. La primera, que es importante salir y foguearse; está bien el reconocimiento e identificación de los problemas locales porque es la principal meta, pero también hay que salir y foguearse con nuestros pares internacionales para saber si lo que estamos haciendo en lo local está bien”.
Sigue su explicación: “Hay otros que salen y ya no quieren regresar porque les conviene. Aquí el problema que tenemos es que prácticamente no hay plazas porque tampoco en el gobierno ha habido plazas para académicos y universitarios, no sólo en este gobierno sino también en pasados. Las instituciones ocupan diferentes opciones, una de ellas es que nos jubilemos los viejos, lo cual es difícil porque uno no va a ganar lo mismo que gana en la institución donde se encuentra”.
“Hay instituciones públicas, como la Secretaría de Hacienda por ejemplo, que de dos plazas que se jubilan consigue tres para jóvenes con ciertas características. El problema es que las plazas son para menores de 30 años, y hay en cuenta que en investigación luego tardamos muchos años, es decir, llegamos a los 40 con nuestros posdoctorados”, explicó.
En entrevista con La Bestia Política, Margarita Martínez Torres sostiene que en las autoridades gubernamentales del país existe una falta visión o bien una visión cortoplacista en el tema de la investigación.
Y es que, defiende, “una investigación no se resuelve en dos o tres años, (los políticos) creen que la formación en investigación se resuelve en diez, y no, la investigación tiene una mirada a largo plazo. Los gobiernos dicen estar interesados, pero el problema es que quieren investigaciones para ya, de inmediato”.
-¿Entonces, qué se necesita para un mayor apoyo a la investigación?, se le pregunta a la investigadora integrante del Sistema Nacional de Investigadores.
-“ Se necesita decisión política, inversión y acción. Las universidades somos una caja de resonancia donde vamos aportando, pero también tenemos que ir recibiendo apoyo. Y en los últimos años no hemos recibido ni un peso para aumento en la educación superior. Entonces, se hace lo que se puede y se hace mucho”.
Recién nombrada en la Secretaría de Investigación Científica y Posgrado de la UAT, Martínez Torres subraya que “la investigación toma muchos años, porque es a mediano y largo plazo, entonces, hay que estudiar maestría, doctorado, muchas veces hasta posdoctorado, realizar estancias y colaboración. Ese es un camino”.
Y la UAT, asegura, apoya programas con recursos propios, impulsa “todas las solicitudes” que investigadores hacen ante Conacyt o ante el extranjero para traer proyectos, mejora instalaciones dedicadas al rubro investigativo y apoya publicaciones dedicadas a la investigación.
“Ya tenemos, por ejemplo, un jardín etnobotánico en el Centro de Investigaciones de Ciencias Biológicas que tiene apoyo de Conacyt y de la UAT. Es el único que tiene todas las cualidades de pertienencia social que se requiere, con conectividad en el país y en el extranjero”, afirma.
-¿Qué le dice a aquellas voces que afirman que no existe suficiente apoyo a la investigación?, se le pregunta nuevamente.
-“Los investigadores siempre estamos diciendo que no nos alcanza, sin embargo, hay diferentes maneras de ver esta situación. Tener unas instalaciones y respaldo institucional ya es un gran apoyo; no hay solicitud de financiamiento hacia afuera que se haga que no sea respaldada por la UAT. En otras instituciones hay un largo proceso donde muchas se quedan en el camino”, aduce.
También reconoce que a veces los investigadores “no valoramos el apoyo a nuestras instalaciones”. Por ejemplo, luz en áreas biológicas; refrigeradores e incubadoras siempre encendidas y en lo cual se erogan recursos; Internet es dificil que no tengamos en las áreas de investigación, con lo cual podemos entrar a otros bancos de información y conectarnos con instituciones de otros países. Esa es una parte que los investigadores no vemos”.
Subraya: “A veces pensamos que la Universidad nos tiene que dar todo y no se puede. En educación Superior no hubo ningún peso de aumento en el presupuesto de las universidades públicas estatales y trabajamos con lo que podemos”.
En ese sentido, observa que existen áreas de oportunidad que ahora mismo la UAT explora para atraerse de más recursos destinados a la investigación. Más específicamente, obtener financiamientos del exterior, tanto nacionales como internacionales.
“Vender servicios es un área de oportunidad. Pronto tendremos un área que dará servicio gratuito en comunidades, pero también puede dar un servicio que tenga un costo para las empresas. El tema de servicios ambientales es un ejemplo, o el de la contaminación es otro”, adelanta.
Cabe recordar que apenas la semana pasada La Bestia Política publicó una entrevista con dos egresados de la UAT, Víctor Manuel Jiménez Pérez y Blanca M. Muñoz Flores, actuales investigadores en la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), quienes confesaron sentirse decepcionados en su regreso a su alma mater debido a tres factores: la falta de visión de las autoridades universitarias, la carencia de apoyos por parte de la propia universidad y la falta de compromiso de los profesores para capacitarse.
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