La Bestia Política Tlaxcala/ Comunicación y Poder/ Edgar GARCIA/ Para la puesta en escena que a continuación les cuento, no hubo ensayo previo. Los actores principales y los de reparto saben de memoria cada escena de esta historia. Su papel lo tienen bien aprendido por algo muy sencillo: se interpretan a sí mismos en esta trama de la tragicomedia tlaxcalteca.
No por nada el gran actor y director Charlie Chaplin decía, y decía bien, que “la vida es una obra de teatro que no permite ensayos”.
Y qué mejor escenario para montar esta obra que el majestuoso Teatro Xicohténcatl, coronado en su techo por las hijas de Zeus y Mnemósine: las musas de la mitología griega, pintadas en este recinto por el torero estadunidense John Fulton.
PRIMER ACTO.
La historia transcurre un 3 de octubre de 2024. La hoja del calendario dice que este día es un miércoles nublado de otoño. Se siente ese frío único e inconfundible que anuncia la pronta llegada de la feria de Tlaxcala.
El Teatro Xicohténcatl -inaugurado el 5 de mayo de 1873- ha sido elegido para significativo acontecimiento: la entrega de la Presea Ciudad de Tlaxcala, esa que se otorga cada año con motivo de la fundación de la ciudad. Hoy, la niña Tlaxcala -como le llamó el poeta de casa Miguel N. Lira- está de manteles largos: rebosante de juventud, cumple apenas 499 años de vida.
El acto protocolario concita a lo más granado de casi toda la clase priista local en torno de la robusta figura de la matriarca Beatriz Elena Paredes Rangel, hoy homenajeada, de paso lento y cansino, pero de voz firme e ideas claras todavía.
Están los que desde siempre han portado la camiseta tricolor, esa que no se han quitado a pesar de los peores tiempos, como los actuales, que los han reducido casi a nada.
Están quienes, por conveniencia, cambiaron la playera verde, blanca y roja, y ahora orgullosos portan una guinda: la del color de la Cuarta Transformación. Ramas del mismo árbol que hoy tratan de olvidar el ayer, ignorantes de que el pasado no se borra por más que renieguen.
-Hola, buenas tardes-, dice ella, mientras clava su mirada de fuego y reproche en el rostro mofletudo de su interlocutor.
Sorprendido, él solo atina a mover tres veces la cabeza como si espabilarse quisiera. El parpadeo de sus pequeños ojos es evidente bajo sus lentes sostenidos en una nariz de base ancha. Está nervioso, no hay duda.
Marco Antonio Mena Rodríguez, el último gobernador priista, no esperaba encontrarse así, de sopetón, a Anabell Ávalos Zempoalteca…y menos aquí, donde su presencia incomoda.
Él, director general de la Lotería Nacional quién sabe por cuánto tiempo más; ella, senadora de la República por Tlaxcala durante los próximos seis años.
Ayer amigos y correligionarios; hoy rivales, con muchas palabras por decirse…
Las cámaras de los fotoperiodistas inmortalizan esos segundos para la historia: el saludo apenas audible, por simple cortesía. El momento incómodo, tal vez no deseado, tras lo sucedido hace poco más de tres años.
El saludo, de butaca a butaca.
Marco -a quien desde su incorporación al gobierno de Morena en agosto de 2023, le apodan “Cachito” porque se conformó con poco- responde con un breve movimiento de cabeza y una mueca bien aprendida entre todos los políticos, esa de la sonrisa forzada e hipócrita para simular que todo está bien…aunque no todo está bien.
Ni él ni ella intentan levantarse. Se arrellanan en su respectivo asiento de primera fila.
Él, esquiva la corta mirada inquisidora de la exalcaldesa capitalina, y prefiere platicar de lo que sea con una sonriente Madaí Pérez, la exatleta hoy convertida en diputada local que está a su lado, sentada a su izquierda.
En medio de Marco Antonio y Anabell, cuán barrera política, el exgobernador panista y hoy presidente del Partido Alianza Ciudadana, Héctor Israel Ortiz; y Fabricio Mena, el exdiputado local priista hoy también ligado a Morena, merced a su lazo familiar con la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros, quien recién lo impuso como secretario de Turismo en su administración.
Sí, los priistas juntos otra vez, aunque vestidos de colores distintos a los del partido que les dio todo en su vida política. La traición los une.
SEGUNDO ACTO.
Hace poco más de tres años eran aliados y correligionarios en el PRI. Marco, en las postrimerías de su mandato; Anabell, ungida candidata de una alianza partidista, buscaba sucederlo, confiada en que así sería.
Pero la historia se torció en las elecciones del 6 de junio de 2021: Marco fue señalado de haber traicionado a su partido y apoyar a la concuña de su hermano, a Lorena para que triunfara.
Al hijo del profesor Antonio Mena Montealegre -secretario de Gobierno en un tramo del sexenio de la hoy homenajeada Beatriz Paredes- le ganó la ambición, el interés propio y los lazos familiares de su hermano Fabricio, esposo de la hermana de la hoy mandataria morenista.
Domingo 6 de junio de 2021, día de elecciones. Caía la noche. Minutos después de las 19:00 horas, el entonces gobernador priísta dejó de responder los mensajes de WhatsApp de Anabell Ávalos, la candidata de la alianza del PRI-PAN-PRD-PAC-PS.
A esa hora él ya conocía los resultados: el partido que lo convirtió en funcionario público y en diputado y en gobernador había perdido la gubernatura.
Un último mensaje de la abanderada perdedora quedó sin respuesta. Dos palomitas verdes dejaron “en visto” la conversación inacabada por parte de Marco. Después el vacío de un prolongado silencio.
Todo había acabado. Marco y Anabell no se hablarían más.
TERCER ACTO.
En los primeros minutos del 7 de junio de 2021, él posteó un twit postrero, lapidario. Eran las cero horas con cuarenta minutos: en su cuenta de X, Marco felicitaba a Lorena por su aplastante triunfo en las urnas.
«Felicito a @LorenaCuellar Cisneros por su victoria en la elección a la gubernatura de Tlaxcala. Su triunfo se dio en una elección en calma y alta participación ciudadana. Deseo a la futura gobernadora y a su próximo gobierno el mayor de los éxitos a favor del estado», escribió aquel día el aún “primer priista” del estado.
Anabell Ávalos vio que, uno tras otro, los mensajes que enviaba a Marco Mena no recibían respuesta. Dos palomitas verdes y ya.
Aquella noche, la traición se sintió como un golpe seco al corazón del PRI, expresó después Anabell.
La vida continuó con el inexorable paso del tiempo.
Dos años después, en septiembre de 2023, Anabell rompió el silencio. No dudó en señalar lo que muchos ya pensaban, pero no se atrevían a decirlo: “Marco Mena traicionó al PRI. No hubo rodeos, no hubo filtros”.
Sin titubeos, ella señaló a él de haber sido un traidor: «Es muy claro y sabido por todos, claro que sí, Marco Mena traicionó al PRI».
EL PRESENTE.
El jueves 3 de octubre de 2024, a poco más de tres años de esa traición, ambos se ven cara a cara.
En entrevistas separadas, Anabell prefiere no comentar si el tiempo ya curó aquella herida, aunque sabe que hay heridas que nunca cierran y supuran siempre. Por eso no quiere decir si es que ya perdonó la traición que marcó su vida política para siempre.
Marco Mena, fiel a su estilo, esquiva cada pregunta sobre lo sucedido aquella noche del 7 de junio. El silencio, una vez más, es su respuesta, sabedor de que en boca cerrada no entran moscas.
Anabell busca ahora, en la entrega de la Presea Ciudad de Tlaxcala, estrechar a la homenajeada Beatriz Elena Paredes Rangel. Le da un fuerte abrazo en medio de ese evento organizado por el gobierno morenista capitalino. Su exadversaria en las urnas, la gobernadora Lorena Cuéllar, la ignora por completo; ni siquiera porque es senadora se acuerda de ella ni de su investidura.
Así son los rencores…y hay algunos que son eternos y se llevan hasta la tumba, como el secreto de Marco Mena quien, tal vez, nunca revelará el por qué de la traición al partido tricolor al que tanto le debe él y su familia.
El dramaturgo estadunidense Arthur Miller decía que “el teatro no puede desaparecer porque es el único arte donde la humanidad se enfrenta a sí misma”.
Y los priistas, los traidores y los fieles al partido, hoy se volvieron a enfrentar a sí mismos.
Esta historia continuará…
