En Tlaxcala, donde la seguridad es prioritaria pero mal atendida, las autoridades sugieren a los presidentes municipales que los perfiles para comisarios cumplan con “controles de confianza”. A primera vista, parece sensato: garantizar que los responsables estén capacitados es esencial. Pero, al analizarlo, la realidad es más compleja.

Los controles de confianza no son la panacea. Son útiles, pero aplicarlos sin una visión integral es como poner una curita en una herida profunda. Enfocarse en perfiles que pasen exámenes, sin atender las causas estructurales de la inseguridad, es simplista. Problemas como violencia, corrupción y pobreza no se resuelven con una autoridad que apruebe pruebas psicológicas o poligráficas.

Esto da la impresión de que el gobierno actúa, pero es una solución superficial. ¿Garantizarán estos controles más seguridad? La evidencia sugiere que no. Tlaxcala enfrenta una inseguridad que va más allá de las capacidades individuales de los directores de seguridad.

De seguir esta lógica, podríamos imaginar que también los delincuentes necesitarán un «perfil idóneo». ¿Habrá controles de confianza para seleccionar a los criminales «aptos» para delinquir? Este absurdo demuestra la ineficacia del enfoque actual.

Tlaxcala necesita un enfoque integral que entienda la inseguridad como resultado de factores sociales, económicos y políticos. Las soluciones fáciles no atacan el problema de raíz. Solo trabajando en justicia social, desarrollo económico y fortalecimiento institucional se podrá mejorar la seguridad.

En resumen, los controles de confianza son útiles, pero no la solución definitiva. Mientras las autoridades sigan abordando la seguridad de manera simplista, seguirán fallando en su principal tarea: proteger a los ciudadanos.

No olvidemos, que el primer secretario de Seguridad de Tlaxcala continua como ilocalizable…