¿Es conveniente cercar los edificios y monumentos históricos para protegerlos de las inminentes pintas de una manifestación sedienta de justicia, en la conmemoración del Día Internacional de la Mujer?
¿Es justificable el uso de la excesiva fuerza pública para dispersar una manifestación, sobre todo cuando se trata de mujeres?
Son cuestionamientos que seguramente interioriza un o una gobernante y que implican decisiones difíciles.
Pero justo el ejercicio de gobierno está plagado de decisiones complicadas, nadie dijo que fuera fácil, es aquí donde se pone a prueba el talento, la pericia, la prudencia y el compromiso social, no sólo de la titular, en este caso, sino de todo el equipo que la acompaña en la tarea de conducir al estado, que se supone que es de expertos.
La percepción general es que al blindar los edificios se estaba incurriendo en una provocación, sobre todo porque ya había un antecedente del año anterior, que dio como consecuencia que la CEDH reconociera que hubo violación a los derechos de las manifestantes, emitiendo la recomendación 01/2023, y la lectura es que para el gobierno es más importante defender la infraestructura que proteger la vida de las mujeres.
Se han escuchado posturas que sugieren que las manifestantes podían haber pintado en los cercos, como medida de desahogo, lo cual significa que no se está entendiendo la lógica de estas pintas, que precisamente se dirige a los monumentos haciendo un símil al arraigo histórico de la violencia que vivimos las mujeres y, por tanto, que deba tener igual importancia para los gobiernos; no sobra decir que los mensajes que plasmaran las mujeres en ese material se irían al cesto de la basura sin siquiera ser leídos, por lo que seguirían invisibilizadas.
Las exigencias de la marcha conmemorativa no son menores: políticas públicas que garanticen la seguridad, la integridad y el respeto a la vida de las mujeres, no más desapariciones ni feminicidios, combate a la corrupción e impunidad, justicia y respeto a los derechos de las mujeres, ¡¡¡¡ ni más, ni menos!!!
Sin dimensionar la magnitud de estas demandas, dolorosamente vimos una serie de agravios, insultos y burlas a las manifestantes vertidas en redes sociales, lo que me hizo pensar que, como dice María Isabel Gil en su texto “El origen del sistema patriarcal y la construcción de las relaciones de género”, la ignorancia – de las mujeres- de su misma historia de luchas y logros ha sido una de las principales formas de mantenerlas subordinadas.
No olvidemos que la lucha por el reconocimiento y ejercicio de los derechos de las mujeres nunca pudo ser pacífica, implicó incluso la muerte de muchas de las primeras pensadoras feministas y de miles de activistas involucradas en los movimientos sufragistas, por ejemplo; no es que apoyemos ni mucho menos promovamos la violencia en este tipo de manifestaciones, más bien, necesitamos sumar voces para que el gobierno realmente escuche, entienda y se comprometa con los intereses estratégicos de las mujeres, que comprenda el dolor inmenso que viven día a día miles de familias de las víctimas y la imperiosa necesidad de implementar estrategias efectivas no sólo de diálogo, sino de atención y de resolución, sobre todo porque está en sus manos dar una respuesta pronta y en apego a la ley de todas esas carpetas de investigación que no avanzan.
¿Incluirán el uso de gas lacrimógeno y un camión antimotines para dispersar con agua a las manifestantes en el protocolo considerado en la recomendación de la CEDH?, peor aún, ¿Qué novedoso instrumento utilizarán en la manifestación del próximo año?, ¿Lograrán por fin inhibir la participación de miles de mujeres manifestantes? ¿La confrontación continuará por encima del diálogo?
Considero que los hechos ocurridos son una vergüenza que ha trascendido en el ámbito nacional, toda vez que pone en entredicho la sensibilidad y la veracidad del discurso del gobierno a favor de la igualdad de género y, sobre todo, es un atentado a la dignidad de las mujeres en nuestra calidad de seres humanos… así de simple!!!

