El terrible sismo de 8.7 grados que azotó el territorio ruso no fue el único.

Una sola encuesta bastó para poner nerviosos a muchos.

No fue un escándalo ni un destape prematuro. Fue una medición seria, con metodología clara, con trabajo de campo real, de esos que no se fabrican en la sobremesa de un café con la empresa Impulso Mercadológico que tiene más de 30 años de experiencia en el mercado.

Y aun así, los resultados fueron suficientes para que algunas plumas, bien aceitadas y mejor alineadas, salieran en estampida a desacreditar lo que ya parece inevitable.

Y es que cuando Alfonso Sánchez García aparece como el aspirante varón de Morena mejor posicionado para la gubernatura, hay quienes sienten pasos en la azotea… y en los pasillos, y hasta en las filas de su propio grupo.

Porque no sólo se impone con claridad entre los hombres, sino que su trabajo de territorio, su gestión en la capital y su contacto constante con la ciudadanía, pesan más que cualquier aspiración inflada por marketing o por cuotas.

De pronto, algunas voces, casualmente femeninas y casualmente beneficiarias de reflectores, muchos reflectores, decidieron cuestionar a través de sus huestes la encuesta.

¿El problema es la medición o que el resultado no les favorece?

Hasta hace poco los estudios de opinión eran palabra santa… hasta que la santa voluntad ya no coincidió con el rumbo que venían trazando.

Y ojo, tampoco se trata de lanzar las campanas al vuelo.

Como bien dicen, las encuestas son apenas la fotografía del momento. Pero si la imagen que tenemos hoy muestra a Alfonso Sánchez como el más competitivo, el más reconocido y el que mejor capitaliza la preferencia electoral, algo debe estar haciendo bien.

Al final, lo que más cuenta —aunque a algunos les incomode— no es el género, la grilla o la consigna: es el trabajo que transforma, el que se nota, el que mejora la vida de las personas.

Y ese, hasta ahora, ha sido el principal activo del actual alcalde capitalino.

Ya se verá.