Iván Teomitzi Solís
A un año de haber iniciado la actual administración municipal, Apetatitlán vive una etapa de extravío institucional.
El municipio que alguna vez fue ejemplo de orden, participación y orgullo regional, hoy parece haber perdido el rumbo. No hay trabajo, no hay resultados y, peor aún, no hay una visión clara de hacia dónde se quiere conducir a nuestra comunidad.
Basta caminar por las calles de Belén Atzizimititlán, San Matías Tepetomatitlán, Tlatempan o Tecolotla para constatar la realidad, en donde los baches nos inundan, el alumbrado es más que deficiente, la inseguridad va en aumento y una población que se siente olvidada por un gobierno municipal que se ha alejado de la gente.
La improvisación se ha convertido en norma, y la distancia con los ciudadanos en una triste costumbre.
Apetatitlán vive hoy lo que muchos vecinos describen como un retroceso. La vida pública del municipio se ha ido apagando.
Las actividades culturales, deportivas y sociales que daban identidad a nuestra comunidad, como la Feria, el Carnaval, las jornadas culturales, prácticamente han desaparecido. Aquella vitalidad que nos hacía sonar en toda la región ha sido sustituida por la apatía y el silencio de quienes no saben gobernar.
En contraste, los gobiernos panistas del pasado inmediato dejaron huella. Con aciertos, porque había orden, cercanía y proyectos tangibles.
Se escuchaba el nombre de Apetatitlán en todo el estado, no solo por sus festividades, sino por su capacidad de gestión, por su imagen limpia y por el trabajo coordinado entre autoridades y vecinos. Hoy, lamentablemente, lo que más se escucha son quejas, reclamos y desencanto.
La inseguridad, que antes se mantenía bajo control, se ha disparado. Las oportunidades para los jóvenes escasean y el comercio local sobrevive sin apoyo.
No hay impulso a la educación ni a la cultura, pilares fundamentales de nuestra identidad. La administración actual parece más ocupada en justificar sus omisiones que en corregirlas.
Desde Acción Nacional creemos que la política es servicio, no excusa. Que gobernar es escuchar, no imponer. Y que el poder solo tiene sentido cuando se ejerce para mejorar la vida de las personas.
Los principios panistas del bien común, la solidaridad y la subsidiariedad son más vigentes que nunca, porque Apetatitlán necesita recuperar el sentido de comunidad y de propósito.
Decía Carlos Castillo Peraza que “el buen político no es quien manda más, sino quien sirve mejor”. Hoy, más que nunca, necesitamos retomar esa ruta, con trabajo honesto, diálogo y participación.
Apetatitlán tiene historia, tiene gente trabajadora y tiene futuro, pero éste no puede construirse sobre los pretextos ni el abandono. Es momento de levantar la voz, de exigir resultados y de recordar que el municipio que alguna vez brilló puede volver a hacerlo.
Nuestro querido Apetatitlán necesita y merece rumbo, necesita trabajo, pero sobre todo, reclama resultados para nuestras familias.
