Quienes entienden de política saben que en este juego nada es casual. Mucho menos una foto. Y menos aún los mensajes entrelíneas.

El pasado viernes, el tablero político se sacudió con fuerza.

Por la mañana, la senadora Ana Lilia Rivera convocó a la prensa y lanzó señales. Aunque evitó responder preguntas incómodas sobre las protestas recientes, dejó caer frases que no pasaron desapercibidas: negó un pleito con la gobernadora Lorena Cuéllar —aunque nunca le levantó la mano en campaña—, cuestionó que las encuestas no miden la honestidad, y soltó una comparación envenenada: elegir a Cuéllar como candidata fue como designar a Carlos Salinas de Gortari, el emblema de la corrupción priísta.

Rivera criticó el proceso interno de su partido, al que acusó de privilegiar la popularidad sobre la honestidad y los principios de “no mentir, no robar y no traicionar”. Se definió sin rodeos: “No soy una vulgar oportunista hambrienta de poder por el poder”.

Sabe, sin embargo, que el lorenismo no la respalda. Ese grupo ya se decantó por Alfonso Sánchez García y Josefina Rodríguez Zamora. Por eso, su mensaje de “relación institucional” con Cuéllar tenía destinatarios claros: los simpatizantes que aún le quedan dentro del aparato local.

Horas después, su equipo difundió una imagen con la leyenda “Va por Tlaxcala”. El secreto a voces tomó forma: Ana Lilia quiere gobernar.

La respuesta no tardó. Entre el aroma a paella y el bullicio de feria, la gobernadora posó —con cálculo quirúrgico— junto a Alfonso y Josefina. La postal recorrió el ecosistema político como pólvora. No fue casual. Fue mensaje.

En la imagen también aparecieron Homero Meneses, Carlos Luna, Carlos Augusto Pérez Hernández y Vicente Morales. Un mosaico del “lorenismo ampliado”, por si alguien dudaba de quién sigue dentro del círculo.

La foto llegó apenas unas horas después de que Rivera hablara de “respeto” hacia Cuéllar. Respeto, sí… pero con un distanciamiento político que ya no se disimula. Y Lorena respondió como lo hacen quienes ya eligieron heredero: con símbolos, no con boletines.

En El Bestiario ya se había adelantado: en una reunión privada, la gobernadora fue clara —“Si es hombre, va Poncho; si es mujer, va Josefina”.

Sin caballos negros. Sin sorpresas. Sin improvisados. Sin margen para la confusión. Y ahora… la foto.

Una imagen que, leída políticamente, es una confirmación tácita: Lorena está marcando territorio y dejando claro quiénes son los suyos.

Ahora toca observar los movimientos de quienes no están en ese grupo selecto, pero también aspiran.

Ana Lilia, desde el Senado, no se quedará cruzada de brazos. La pregunta no es si responderá, sino cómo. Va arriba en las encuestas. Le alcanzará a mantenerse o tendrá el declive.

Luis Vargas, con estructura y vínculos sólidos con el obradorismo y el poder federal, sabe que necesita un movimiento visible para no quedar fuera. Él no está peleado con el lorenismo.

Óscar Flores, operador fino dentro de Morena, podría optar por mostrar músculo territoria  o pactar antes de que el tren avance sin él. Tiene cerca a Dulce Silva, quien podría jugar un papel clave en la conducción de la campaña, si es que se da. Tampoco está dividido con Cuéllar.

Por lo pronto, Cuéllar y Ana Lilia cruzaron sombras este fin de semana.

La pregunta queda en el aire:

¿Cuál será la próxima jugada? ¿Y quién moverá ficha primero.

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LA CAMINERA… La senadora Ana Lilia Rivera mandó señales claras de que va en serio. En días recientes reforzó su estructura de comunicación con la llegada de Memo Quintana, CEO de Comarka, uno de los estrategas con experiencia en narrativa política y construcción de marca pública. Quintana ha trabajado campañas locales y nacionales, reposicionamiento de liderazgos y manejo de crisis; sabe armar historias, generar agenda y construir presencia digital con precisión quirúrgica. No lo trajeron para “acompañar”, lo trajeron para competir. El movimiento no es menor.

Alfonso Sánchez García hizo lo propio hace meses, sumando al exvocero de Chava Santos, Marco Herrera, con un grupo experto en operación mediática y control de daños.

Y Josefina Rodríguez también ha integrado un equipo alterno que conoce bien los códigos de la comunicación política, desde gestión de prensa hasta narrativa institucional.

Los tres frentes ya tienen estrategas. Las máquinas están encendidas.  Y en una contienda donde las fotos importan, pero la historia que cuentan tienen mas peso.

la estrategia será clave.  El papel que juegue cada equipo, y su capacidad para construir percepción definirá quién llega con fuerza al 2027.

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AHORA SÍ, LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS…Como parte de la serie del Marine Marrufo…Un joven de 28 años fue arrojado sin vida frente al Hospital Comunitario de Tequexquitla, tras presuntamente sufrir un accidente en Zacatepec.

Los responsables lo dejaron en plena calle y huyeron, mientras la Policía Estatal, Municipal y la Guardia Nacional brillaron por su ausencia. La familia denuncia abandono institucional y la FGJE investiga cómo ocurrió el accidente y quiénes trasladaron y abandonaron el cuerpo.