En política hay silencios que pesan más que las rupturas. Y en el Partido Verde de Tlaxcala, el silencio de los alcaldes hacia sus exdiputados no solo pesa: exhibe.

Tres legisladores renunciaron denunciando fracturas, imposiciones y abandono. Los alcaldes, en cambio, decidieron no mirar atrás. Prefirieron cerrar filas… pero no con ellos. Cerraron filas contra ellos.

Los presidentes municipales del Verde difundieron un comunicado impecable, institucional, blindado donde expresaron que el partido no está debilitado, sino creciendo; que no está fragmentado, sino reconstruyéndose; que no está dividido, sino evolucionando.

Un discurso con mensajes entre líneas, pero sin una sola línea que reconociera la salida de Soraya Bocardo en su momento, y hace algunos días, Jaciel González Herrera y Maribel León Cruz, esta última, su exdirigente. Los alcaldes escribieron como si jamás hubieran existido.

El argumento repetido dentro del partido fue tajante: “no hubo trabajo territorial, ni afiliación de nuevos cuadros durante la pasada dirigencia”. La acusación contra los exdiputados se convirtió en coartada perfecta: si no hubo crecimiento, entonces la ruptura “no es pérdida”.

Bajo ese razonamiento, los alcaldes hoy cierran filas con la dirigencia nacional y con quienes mandan ahora en el partido a nivel local . Se aplicó la frase famosa: “Muerto el rey, viva el rey”.

Mientras los exdiputados denunciaban decisiones tomadas a espaldas de la bancada, los alcaldes aplaudían la llegada de sus “nuevos” operadores: Mariela Elizabeth Márquez, Jaime Piñón y Fernando Castellanos. Y repetían hasta el cansancio la versión oficial que niega la crisis: “Estamos unidos”, “estamos trabajando”, “estamos listos”.

La estrategia fue la más fría posible: la reconstrucción no empieza sumando, sino borrando. La historia se reescribe. Los errores se atribuyen a quienes ya no están. El partido aparece, ante los ojos de la militancia, como un proyecto rejuvenecido.

Los alcaldes ya eligieron: alinearse con el nuevo grupo, con la narrativa del “resurgimiento”, con el discurso de la reconstrucción. Eligieron defender al Verde… pero no a quienes hicieron campaña bajo sus siglas.

Veremos en qué queda esta narrativa del “nuevo Verde”: si recomponen el camino, si siguen siendo aliados de Morena, o si esperan las fracturas del poder para apostar a ir solos.

Mientras tanto, el reto recae en quienes se quedaron a recoger los pedazos: Mariela Elizabeth Márquez López, nueva secretaria general del PVEM en Tlaxcala, aunque ni su militancia la ubica; Jaime Piñón Valdivia, recién designado como Coordinador de Vinculación con el CEN, señalado como responsable de la ruptura interna que derivó en la renuncia de los tres diputados, y Y Fernando Castellanos Cal y Mayor como delegado, cuadro externo cuya llegada será legal, pero políticamente distante.

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LA CAMINERA…Para que la cuña apriete tiene que ser del mismo palo. Y para echarle más sal a la herida, Sergio González Hernández , ex candidato al Senado, casi delegado, casi líder de esa marca política—, extendió sus condolencias como quien despide a un pariente incómodo: aquel que un día prometió herencia y al otro ya no dejó ni para las flores.

Los 80 mil votos al Senado que presume el exsecretario de Gobierno hoy son cenizas. Maribel León Cruz y Jaciel González Herrera, los últimos dos diputados verdes, se declararon independientes. Semanas antes, Soraya Bocardo había hecho lo propio. El Congreso local ya no tiene Verde ni como adorno.

El mensaje de González tiene el tono de quien llora una pérdida, pero también de quien se deslinda. Como si dijera: “Yo hice lo que pude, pero el paciente ya venía enfermo”. Y quizá tenga razón. En Tlaxcala, los partidos no mueren por falta de votos, sino por falta de alma. El Verde quiso tenerla, pero nunca supo cómo.

El lamento está dado. El epitafio, escrito. Lo único que queda es preguntarse cuántos más seguirán ese camino, porque en la política tlaxcalteca los partidos no se extinguen: se reciclan, se rebautizan, se camuflan. Y el Verde, quizá, ya prepara su siguiente metamorfosis.

Hoy, Sergio González no solo ofrece el pésame: deja listo el epitafio. Allá ellos, si lo hacen efectivo.

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AHORA SÍ, LA ÚLTIMA Y NOS VAMOSInseguridad que toca a la puerta empresarial…El atentado contra el empresario Humberto B. volvió a colocar a Tlaxcala frente a una realidad que ya no admite matices: la inseguridad dejó de ser percepción para convertirse en un riesgo cotidiano que alcanza hogares, calles y ahora, de manera cada vez más frecuente, al sector productivo.

La COPARMEX Tlaxcala lo expresó con contundencia tras el ataque: no es un hecho aislado. Este año, varios empresarios han perdido la vida en circunstancias vinculadas a la violencia, golpeando no solo a familias y colaboradores, sino también a la confianza económica de la región. Cada caso fractura un poco más la estabilidad que durante años se presumió como ventaja competitiva del estado.

Por ello, el llamado de la Confederación es urgente y legítimo: el Gobierno del Estado y las autoridades de los tres niveles deben actuar con estrategia, coordinación y resultados visibles. La ciudadanía lo exige. Tlaxcala lo necesita.

Mientras tanto, el sector empresarial mantiene firme su compromiso de seguir construyendo un estado próspero y con oportunidades, pero recuerda algo esencial: sin seguridad, no hay crecimiento posible.