Carlos Carreón/ Diputado Federal/  Previo a iniciar con esta colaboración en tan prestigiado medio de comunicación, agradezco a su director Edgar García Gallegos, por la oportunidad de tener contacto con ustedes a través de este espacio de opinión, que cada semana compartiré con ustedes.

Estaré atento y receptivo a sus comentarios, que siempre serán bienvenidos para su servidor. ¡Muchas gracias!.

Esta semana fue trascendental en San Lázaro, quizá, una de las semanas más decisivas de la actual legislatura, pues discutimos -y vaya que lo hicimos- sobre las propuestas para integrar a cuatro consejeros y consejeras del Instituto Nacional de Elecciones.

¿Por qué califico la sesión extraordinaria como un hecho trascendental? Porque una vez más, el titular del ejecutivo federal expresó, a través de sus más cercanos colaboradores, su deseo de desaparecer a los órganos autónomos e instituciones constructoras de la democracia de este país; el INE entre ellos.

Mi voz es mi única voz, esa es la manera de pensar de un Presidente que le quedó mal a 30 millones de votantes, y que con sus acciones ha dado la razón a quienes jamás hemos confiado en él. El país está al borde del desastre.

Ha sido constante el interés que Andrés Manuel ha demostrado por destruir los órganos autónomos, y por colocar a sus “piezas” pese a la nula capacidad demostrada durante las entrevistas realizadas por el Senado de la República, a las ternas enviadas por el titular del ejecutivo.

El cambio del Consejo del INE, representaba una oportunidad inmejorable para apoderarse de una institución cuyo mayor mérito es haber sido construida por ciudadanos libres, quienes han vigilado y cuidado las elecciones de los últimos 20 años en México.

Lo único que jamás debe perder el instituto, es la capacidad de ser autónomo, de no obedecer a ningún interés político, y de continuar con la construcción de una democracia que aún se antoja en desarrollo.

Fue gracias al INE ciudadano que Vicente Fox logró el primer gobierno de alternancia, la misma institución que dieciocho años después, fuera partícipe del triunfo de Andrés Manuel López Obrador; en resumen, no ha sido un instituto de ningún partido político, sino un instrumento democrático que ha servido como voz para las y los mexicanos.

No se puede entender al INE como una institución que vele por los intereses de grupo político alguno, no se puede pensar en un INE que regrese a manos del Presidente; la única forma de construir una institución más fuerte, era a través de los acuerdos para lograr la imparcialidad y evitar que el autoritarismo se apoderara de él.

Finalmente, el consenso y los acuerdos parlamentarios, lograron que el INE tenga una visión más plural, que garantice la imparcialidad durante el próximo proceso electoral, en el que la oposición estará centrada en recuperar escaños en la Cámara de Diputados, para recuperar al poder legislativo, severamente empañado por la ambición presidencial.

Agradezco el favor de su lectura.