2 Febrero, 2022
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(Fabián Robles) Atraídos por las “bondades” de la ley, pero también cegados por una ambición personalísima o de grupúsculos, más que motivados por una convicción genuina de hacer algo digno por el pueblo de Tlaxcala, representantes de 17 organizaciones –sí, leyó usted bien: 17- comenzaron su odisea en pos del registro como partidos políticos locales.
Las apuestas comenzaron a correr desde este 1 de febrero, una vez que se supo la noticia sobre la recepción en el Instituto Electoral de Tlaxcala (ITE) de las 17 manifestaciones de intención de esas organizaciones que quieren constituirse como partido político.
Algunos colegas vaticinan que al menos un par de esas organizaciones conseguirá su objetivo; otros creen que lo lograrán cuatro. En fin, ya veremos cuántos logran superar los escollos a que se enfrenten.
Sin embargo, a diferencia de otros tiempos cuando la normatividad respectiva era más exigente, quienes pugnan por lograr el registro local para sus agrupaciones relativamente la tienen fácil. A saber:
A finales de noviembre pasado, al homologar la normatividad local y federal respectiva, el Consejo General del ITE abrió la puerta para que cualquier organización pueda obtener su registro como partido político en la entidad con acreditar nada más 2 mil 533 afiliados, equivalentes al 0.26 por ciento el padrón que haya sido utilizado en los comicios locales ordinarios inmediatos anteriores, que en junio pasado fue de 974 mil 442 ciudadanos.
En una sesión extraordinaria –según información del propio organismo- quienes integran el organismo avalaron una reforma al Reglamento para la Constitución y Registro de los Partidos Políticos Locales, para que en vez de que sea el uno por ciento de afiliados a la organización interesada en constituirse como partido quienes participen y concurran en una asamblea constitutiva, lo haga sólo el 0.26 por ciento del padrón electoral del distrito, o municipio que corresponda.
Ese ordenamiento también fue ajustado para atender una sentencia del Tribunal Electoral de Tlaxcala (TET) que elimina el requisito de protocolizar ante notario público el acta constitutiva de la organización de ciudadanas y ciudadanos que pretenda ser partido político.
Lo anterior evidencia que se trata de una reforma retrógrada y harto perniciosa, por más que los falsos defensores de la democracia, disfrazados de pluralistas, opinen lo contrario y digan que están a favor de la existencia de más partidos políticos, so pretexto de que es necesario que las minorías sean representadas y puedan participar en la elección de cargos populares.
Como sea, en Tlaxcala ya tenemos demasiados partidos, tanto con registro nacional como local: 11 en total, que a lo largo de este año se repartirán una bolsa de 59 millones 183 mil 381 pesos.
Y como lo he considerado en otras ocasiones: tener tantos partidos políticos –no sólo en el espectro local, sino también nacional- no representa ningún beneficio tangible para la sociedad, pero sí un extraordinario negocio para quienes detentan y usufructúan esas franquicias.
Por los buenos dividendos que deja un partido político es que hay tanto interés de esas 17 agrupaciones por tener el propio: la ley es bondadosa, se requiere de una mínima inversión –que pronto se recupera al tener el registro- y se tienen garantizas por la Constitución las prerrogativas de cada año.
En este país, los partidos políticos son a los únicos que, pase lo que pase, no se les puede quitar ni un centavo del financiamiento público. Podrán disminuir los presupuestos para programas sociales, de educación y salud, o para obra pública, mas no para esos institutos. Hay de aquel que se atreva a sugerir siquiera que se les quite dinero.
He ahí la razón de que ahora políticos tránsfugas o cartuchos quemados se lancen a esa aventura, sin desdoro alguno, sin importarles que arrastren el tufo de la incapacidad, la opacidad y hasta de corrupción. A ellos les da igual que antes hayan vestido cualquier cantidad de camisetas, sin apego y lealtad a ideología alguna.
En esas filas encontramos sobre todo a expriistas y experredistas que, al no saciar sus intereses personalísimos en los institutos donde militaban, han decidido voltear bandera para navegar con sus propios buques, aun cuando no representen lo que dicen, ni traigan consigo el capital político que ofertan al mejor postor.
Como ellos, durante las últimas dos décadas hemos visto desfilar en la vida política de Tlaxcala a experimentos de partidos como Justicia Social, del clan formado por Evangelina Paredes y Bernardino Palacios; o el de Centro Democrático de Tlaxcala, de la familia Santacruz Carro.
En el cementerio de la democracia local también yacen los restos de los partidos Socialista, una escisión del PT propiciada por Rosalía Peredo y sus huestes; el Popular, que lideró Ángel Luciano Santacruz; o el Liberal Tlaxcalteca y el del Pueblo Tlaxcalteca.
Pero como dicen los españoles: a nosotros, ajo y agua, a jodernos y aguantarnos, porque nadie puede evitar que los partidos se reproduzcan como hongos…aun cuando no sea temporada de lluvias.
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