Beto Saga
Gobernar no es improvisar ni administrar ocurrencias. Gobernar exige visión, responsabilidad y, sobre todo, compromiso con la seguridad y el bienestar de las familias. Yauhquemehcan atraviesa hoy un momento que obliga a la reflexión seria y al llamado responsable.
Las y los ciudadanos perciben con claridad un deterioro en aspectos fundamentales de la vida cotidiana: calles en mal estado, servicios públicos intermitentes, espacios comunes abandonados y una creciente sensación de inseguridad. Estos factores no son aislados; están estrechamente ligados a la ausencia de planeación, coordinación institucional y una política pública integral.
La seguridad no se construye con discursos ni con propaganda. Se construye con prevención, presencia territorial, inversión inteligente, capacitación policial y coordinación efectiva entre los distintos órdenes de gobierno. Cuando estas acciones fallan o se diluyen, el resultado es incertidumbre para las familias y debilitamiento del tejido social.
Yauhquemehcan requiere hoy un gobierno que entienda que la seguridad ciudadana es una prioridad permanente, no un tema secundario ni un instrumento electoral. La falta de mantenimiento urbano, el abandono del alumbrado público y la carencia de espacios dignos impactan directamente en la prevención del delito y en la tranquilidad de las comunidades.
Un municipio con rumbo debe apostar por la transparencia en el uso de los recursos, por obras públicas que respondan a necesidades reales y por el fortalecimiento del comercio local como factor de cohesión social. La opacidad y la improvisación, por el contrario, generan desconfianza y vulneran la gobernabilidad.
Desde una visión responsable, es indispensable corregir el rumbo: ordenar las finanzas, fortalecer las áreas de seguridad, recuperar espacios públicos y escuchar a la ciudadanía. La rendición de cuentas no debe verse como confrontación, sino como una obligación democrática y una herramienta para mejorar.
Yauhquemehcan tiene potencial, historia y una comunidad comprometida. Lo que necesita es liderazgo serio, con vocación de servicio, que gobierne pensando en el largo plazo y no en el beneficio inmediato.
La seguridad de las familias no admite excusas ni demoras. Trabajar por ella es la primera responsabilidad de cualquier autoridad. Cuando se gobierna con prudencia, firmeza y visión de Estado, el futuro deja de ser una preocupación y comienza a ser una construcción colectiva.
