Seguramente has escuchado alguna vez, como en la canción, que hay distintas sociedades. Y no es que tengamos distintas sociedades en México, sino diversas clases sociales.
Quién no recuerda la trama telenovelesca en que el hijo del rico se enamora de la chica pobre: ahí están las historias de «María Isabel», «María la del barrio» «Rubí» y su remix «Teresa», éxitos televisivos en nuestro país, todas ellas mostrando lo difícil que es encajar en una clase social distinta a la que se nace.
Este tema ha sido abordado por muchos sociólogos, científicos que estudian a la sociedad. Entre ellos, el sociólogo francés Pierre Bourdieu, en su obra «Poder, derecho y clases sociales», publicada a inicios de este milenio, y en el que intenta dar explicación a aquello que damos por hecho en nuestro diario vivir. La tesis central es la siguiente:
Todos nosotros somos agentes sociales que convivimos en un campo social, dentro del que se desarrollan diversos grupos que ejercen relaciones de dominación o subordinación entre ellos, y que tienen costumbres diversas entre sí: desde formas de hablar, lugares donde vivir, escuelas y amigos. Estas costumbres son llamadas habitus por el sociólogo, y determinan a qué clase social se pertenece.
En México, el INEGI clasifica en tres las clases sociales: alta, media y baja, mientras la PROFECO las clasifica en seis: baja-baja, baja-media, media-baja, media-alta, alta-baja y alta-alta. Estas clasificaciones fueron determinadas por sus costumbres (habitus para Bourdieu), situación económica y poder.
¿Sabes a qué clase pertenece la mayoría de la población mexicana, treinta y cinco de cada cien mexicanos? Así es, a la clase baja-baja, con ingresos promedio de cinco mil cuatrocientos pesos ($5,400.00) mensuales.
Siguen los obreros y campesinos (veinte de cada cien mexicanos) con ingresos de ocho mil novecientos pesos ($8,900.00) al mes.
Te preguntarás cuánto dinero necesitas tener para ser de clase alta. Bueno, si quieres pertenecer al uno por ciento de la población que está en la cima de los ingresos en México, necesitas depositar a tu cuenta (no al colchón, no al cochinito) al menos, cincuenta y un mil pesos ($51,000.00) mensualmente. Pero no solo hablamos de dinero, puedes tener un gran negocio y eso no te hará automáticamente de clase alta: Bourdieu pensaba que también se requiere compartir costumbres, qué sé yo: hablar con la papa en la boca, vivir en un fraccionamiento en Las Lomas o jugar canasta con las amigas. Además, se requiere de un interés por pertenecer y quedarte en esa clase social, que el sociólogo galo llamaba «illusio«, y que es a su vez una consecuencia de pertenecer a ella: todos tenemos en la mente cómo habla, viste y vive una persona que vive en las periferias de la ciudad y cómo lo hace quien vive en el lugar de mayor plusvalía. Pero eso no es todo: cada clase y agente social tienen un capital o capitales distintos: puede ser económico, pero también social (facilidad para entablar relaciones con otros grupos), simbólico (la reputación de una persona), lingüístico (capacidad para comunicarse con otros grupos o agentes sociales), y político (la manera en que se ejerce el poder y por tanto la influencia sobre otros) y por último capital cultural (todo lo que hayas leído, sobre lo que seas especialista o lo que conozcas de otras culturas). Así que esto de las clases sociales es complejo, por eso cuesta entrar en otra, porque entre cada una hay distancia social, es decir, la diferencia entre el habitus, la illusio y el capital (de distintos tipos) de cada clase. Con decirte que algunos ricos ya ni recuerdan cómo empezó su fortuna porque viene del tatara tatara abuelo y aquello a lo que se dedicaba.
Hay también personas aspiracionales que intentan hacerse pasar por miembros o agentes de otra clase social (léase posers, políticos, buchones, etc.) pero su capital cultural o lingüístico no es precisamente de esa clase a la que quieren pertenecer.
Sin embargo hay formas de pertenecer a otra clase social sin morir en el intento: a veces un buen capital lingüístico puede hacer que te codees con gente con un buen capital cultural y a su vez acercarte a aquellos con un buen capital económico; o tener un buen capital económico darte buen capital político (no debería ser sinónimo pero ya ven que casi no pasa) y viceversa.
En fin, si quieres desplazarte a otro campo social, será mejor empezar a tener algo en común con ese grupo, puede ser dinero, educación, poder o lugares de reunión.
Espero que te haya gustado el tema del que te hablé hoy y que te ayude a comprender mejor esta sociedad porque ya sabes, la gente está muy loca. (¿WTF?)