Pese a los buenos oficios que todo gobierno suele hacer, la relación prensa-gobierno no siempre transita por sus mejores momentos. Esto es natural. Conforme un gobierno avanza en el tiempo se vuelve ríspida y tirante.

El gobierno federal actual es un ejemplo evidente de esta dinámica. El presidente Andrés Manuel López Obrador ha dedicado muchas de sus conferencias mañaneras a criticar el trabajo periodístico de diversos medios de comunicación, defendiendo siempre que lo hace como réplica a lo que se publica y se opina. Su relación es siempre tirante.

En contraste, el gobierno de Lorena Cuéllar Cisneros en Tlaxcala ha mantenido una postura más mesurada. Debe reconocerse que el trato personal de la mandataria es cordial y hasta amable, con un número considerable de comunicadores. Sin embargo, esto no significa que nunca haya habido una pretensión de que las publicaciones periodísticas favorezcan su administración, destacando las cosas más positivas o minimizando las negativas.

Sería ingenuo pensar que una oficina de prensa no caiga en la tentación de pretender mantener o imponer el control de la agenda mediática, sobre todo en manejo de crisis, en donde se ha evidenciado que la comunicación es el talón de Aquiles del gobierno morenista, lo cual ha motivado ya la designación de dos voceros.

Primero, Angélica Domínguez, quien fue removida a Coracyt cuando se volvió insostenible en el cargo por su arrogancia con los medios de comunicación, y con el propio gabinete. La llegada de un segundo, Augusto Ramírez, que no ha significado un gran cambio en la estrategia comunicativa, pues esta se ha burocratizado, tanto que inclusive, ya se habla de un relevo por un cuadro de la confianza del actual secretario de Gobierno, Luis Antonio Ramírez, quien ha avanzado en la influencia del círculo de poder de Lorena Cuéllar.

Desde su inicio, en su primera reunión como gobernadora electa, Lorena Cuéllar se comprometió a una relación respetuosa con los medios, solicitando siempre un periodismo objetivo, veraz, ético y responsable. En su compromiso, afirmó que no habría medios de primera ni de segunda durante su administración, lo cual habría que valorar si ha cumplido, pues hay voces que opinan todo lo contrario.

Sin embargo, como todo gobierno, el de Tlaxcala ha cometido deslices que no pueden pasar desapercibidos. Diversos hechos han evidenciado la falta de capacidad de algunos funcionarios. Entre estos, se destaca el trato a colectivos y organizaciones de mujeres que se han manifestado en la capital del estado, el conflicto de interés de funcionarios con negocios privados, y la trágica muerte de una estudiante normalista debido a la incapacidad negociadora de los responsables.

No se puede omitir la abierta intervención de funcionarios de primer nivel, quienes dedicaron horas laborales a apoyar candidaturas partidistas afines para el Congreso de la Unión, el Congreso local o algún ayuntamiento, siempre con el consentimiento de Palacio de Gobierno.

Otra crítica constante ha sido la falta de transparencia en los movimientos del gabinete estatal, no solo en posiciones de primer nivel sino también en el ampliado. En muchas ocasiones, las filtraciones han sido el modo en que los medios de comunicación han informado a la sociedad, pues el silencio es la estrategia desde la oficina ubicada en Juárez.

Estos hechos van haciendo que una relación tersa al inicio se vuelva más incómoda y hasta ríspida conforme avanza la administración.

En 2023, la gobernadora anunció la creación de una Oficina para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas. Sin embargo, hasta ahora, esta oficina ha tenido un impacto limitado, y muchos periodistas continúan sintiendo que no cuentan con el apoyo necesario para ejercer su labor de manera segura. El hecho de que dependa de la Segob no es alentadora, puesto que nos lleva a imaginar, por ejemplo, qué pasaría si el jefe del titular de la citada oficina, o sea el secretario de Gobierno fuera el acusado de violencia hacía la prensa.

La reciente conmemoración del Día del Periodista, realizada en una reunión más cerrada, dice mucho sobre el estado de la relación prensa-gobierno. Y hay que señalarlo, su Coordinación de Comunicación no ha hecho mucho por mejorarla, tal vez consciente de que desde adentro ha faltado.

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LA CAMINERA…LO DESEABLE…La gobernadora debe garantizar un acceso fluido y sin trabas a la información gubernamental. Las conferencias de prensa regulares, los comunicados detallados y una política de puertas abiertas son fundamentales para asegurar que los periodistas puedan realizar su labor con precisión y confianza. Hoy, su política de comunicación es selectiva.

Debe apoyar y fomentar un periodismo que sea objetivo, veraz y ético. Esto incluye la disposición a responder preguntas difíciles y a aceptar críticas constructivas, reconociendo el valor de la prensa en la rendición de cuentas.

Es esencial que no haya medios de comunicación de primera ni de segunda. Todos los periodistas y medios deben recibir el mismo trato, acceso y consideración, evitando favoritismos o discriminaciones que puedan socavar la credibilidad del gobierno.

Durante situaciones de crisis, la gobernadora debe ser una fuente confiable y rápida de información, evitando el caos informativo y asegurando que la población reciba mensajes claros y precisos. La colaboración estrecha con los medios en estos momentos es crucial para mantener la calma y la confianza pública.

La relación debe ser interactiva, permitiendo que los medios también expresen sus inquietudes y sugerencias sobre la gestión gubernamental. Esta retroalimentación es esencial para un gobierno que busca ser receptivo y adaptable.

Y muestra de ello, es que sus eventos de celebración del Día del Periodista, como el realizado este reciente uno de julio, las organizaciones de periodistas o directores de medios solo fueron invitados de piedra, y los únicos que pudieron dar un discurso, es la gobernadora, o quien cobra como coordinador de información. Escuchar solo elogios y esperar aplausos no es lo deseable.

La autocrítica y la apertura para escuchar directamente a quienes ejercen el periodismo es lo más deseable, pues se daría cuenta que no todo es color de rosa como se lo pintan y eso les daría la oportunidad de mejorar.

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AHORA SI, LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS…¿Habrá cambios? Pronto veremos si funciona el bueno, el malo, o el peor. Pero tendremos certeza sobre lo que no debemos hacer en materia de comunicación.
Suenan y suenan nombres para el espacio, pero ni unos ni otros parecen estar dispuestos a flanquear a la gobernadora a costa casi del prestigio.
Esto no es para el que le gusta, es para el que le sabe. Porque ni los cercanos, ni los recomendados han dado en el clavo.
Ya han transcurrido tres años de gobierno y faltan tres por venir. Aún hay mucho que aprender de ambos lados. Ya veremos.