Ya hace ocho días, desde Palacio Nacional, Morena ha intentado lanzar un nuevo capítulo en su manual de buenas costumbres. Un decálogo de ética republicana que, al menos en el papel, pretende erradicar lujos, escoltas, camionetas blindadas y nepotismo de la vida pública. Es el esfuerzo desesperado por reconstruir una narrativa desgastada rumbo a 2027. Pero como suele pasar con los dogmas impuestos desde el púlpito presidencial, lo que se predica en el centro se descompone en la periferia.

En Tlaxcala, la cuna de la 4T más obediente (y al mismo tiempo más contradictoria), el discurso de la austeridad fue atropellado por una caravana de 10 camionetas blindadas con un costo superior a los 56 millones de pesos. ¿Licitud? No. ¿Licitación pública? Tampoco. ¿Transparencia? Menos. Los contratos están sellados hasta el 2030. Una compra opaca, sin contexto de violencia, en el “estado más seguro del país”. Al menos eso dicen sus boletines.

La gobernadora calla. Sus funcionarios callan. Morena  parece atrapada en un silencio incómodo, de esos que se dan cuando hay mucho que esconder y nada que justificar.
¿Dónde está la Comisión de Honestidad y Justicia? ¿Dónde la voz crítica del partido? ¿Dónde están los guardianes del proyecto de nación? Ni siquiera para simular indignación. Nada. Pura sumisión ciega o complicidad muda.

El blindaje aquí no es solo físico: es también político. Una burbuja de silencio que protege a los de arriba y aplasta cualquier intento de rendición de cuentas. Tlaxcala se blinda del escrutinio mientras presume transparencia. Una ironía cruel que ni el propio Orwell habría imaginado en sus distopías.

Morena ha caído en su peor trampa: la incongruencia institucionalizada. No basta con redactar códigos de ética si no se aplican a todos por igual. El cinismo de predicar austeridad mientras se gasta en lujos es un insulto a la inteligencia de los ciudadanos.

La compra de las camionetas blindadas en Tlaxcala es más que un gasto: es un símbolo. De distancia. De privilegio. De traición al discurso.

Y si nadie dice nada, si nadie responde por este exceso, entonces hay que decirlo claro:
la ética de Morena es una etiqueta de campaña, no una convicción de gobierno.

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LA CAMINERA.¿Cuál es la verdad en la tragedia de Narciso? La muerte de Narciso N. dejó al descubierto una grieta más en el ya colapsado sistema de salud en Tlaxcala. La familia acusa negligencia; el gobierno asegura atención “oportuna”. Dos versiones, una vida perdida. Mientras la Secretaría de Salud se defiende con tecnicismos, en redes la escucha digital domina y la gente solo ve el resultado: un hombre que murió tras días sin recibir su tratamiento vital, que fue la narrativa que le ganaron al gobierno local.

Aquí la pregunta no es quién tiene razón, sino por qué una persona debe pelear durante dos semanas por un derecho que el Estado le prometió garantizar. ¿La máquina falló o simplemente el sistema nunca funcionó?

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AHORA SÍ, LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS...La opinión digital no miente…La política en Tlaxcala ya no solo se juega en mítines o en los pasillos del poder: ahora también se libra en los timelines y comentarios de redes sociales. El más reciente reporte de escucha digital de Impulso Mercadológico en el estado confirma que la ciudadanía está más atenta —y molesta— que nunca.

El caso del empresario que se burló de los tlaxcaltecas encendió las redes con una furia masiva: casi 190 mil reacciones negativas y un 89% de sentimiento adverso. Pero no es solo indignación momentánea, es un reflejo de un hartazgo acumulado. La inseguridad también mantiene a la gente en alerta y con miedo; más del 70% de las menciones sobre violencia están cargadas de frustración.

Mientras tanto, temas como la elección del Poder Judicial generan escepticismo. La desconfianza institucional se respira. Lo anecdótico (como las clausuras de “Pollo Feliz”) y lo festivo (como el 10 de mayo) también aparecen, pero no desvían la atención del hecho principal: Tlaxcala está molesta, y lo está diciendo… en voz alta y digital.