Si hay un partido donde la grilla no descansa, ese es el Partido Verde. En Tlaxcala, la casa ecologista volvió a demostrar que su animal favorito no es el tucán, sino la víbora. Y esta vez, la mordida fue interna. De la bancada legislativa de tres, ya no queda nadie.
La salida de Maribel León Cruz y Jaciel Herrera, confirmada en un comunicado donde renuncian irrevocablemente a la militancia, solo vino a ponerle nombre y apellido a algo que se venía oliendo desde hace meses: la fractura del Verde en Tlaxcala es real, profunda y, sobre todo, autogenerada.
Todo empezó cuando, desde la dirigencia nacional, se anunció que Sergio González Hernández llegaría como delegado del partido en Tlaxcala. Una pieza cercana al equipo de la gobernadora Lorena Cuéllar, con peso político.
Pero alguien movió las escaleras del árbol unas horas antes de la fiesta ya preparada con invitados. De un día para otro, el relevo se vino abajo. El exsecretario de Gobierno no llegó. La grilla lo acabó.
Semanas después, en su lugar apareció Fernando Castellanos Cal y Mayor, un delegado importado de otro estado, mientras al mismo tiempo se modificaban las piezas internas.
Maribel León Cruz quedó fuera de la Secretaría General; Jaime Piñón Valdivia fue reposicionado como Coordinador de Vinculación con el CEN; y Mariela Márquez, nueva Secretaria General, a quien hasta la fecha nadie conoce, pues ni siquiera se ha acercado a los medios de comunicación, ni a los militantes del partido.
La reacción no tardó, y eso que en el Verde pueden aguantar muchas cosas: pleitos, imposiciones, acuerdos en lo oscurito, silencios incómodos. Pero lo que ocurrió esta vez rebasó el límite de varios actores que, para bien o para mal, habían mantenido vivo al partido en territorio.
Maribel León y Jaciel Herrera, piezas visibles en el Congreso local, decidieron romper de una vez. Y no lo hicieron por debajo de la mesa, sino con un comunicado contundente, donde acusan decisiones “opacas”, falta de respeto a sus trayectorias y dinámicas internas que “no son democráticas ni con principios”.
En pocas palabras: se hartaron del juego sucio de su propio partido.
Y al irse, dejan un vacío incómodo. Un golpe directo a la bancada.
¿Le sirve a Morena y a su gobernadora un aliado debilitado?
En medio del caos, un nombre destaca: Jaime Piñón Valdivia, señalado desde hace tiempo como el cerebro detrás de los movimientos internos del partido.
LA CAMINERA… ¿Quién controla el Verde entonces?
En medio del caos, un nombre destaca: Jaime Piñón Valdivia, señalado desde hace tiempo como el cerebro detrás de los movimientos internos del partido.
Se presume que bajo su operación, el Verde creció en diputaciones y alcaldías.
Pero también es cierto que su estilo ha generado resistencias, fracturas y rivalidades que hoy explotan públicamente.
El Verde está creciendo, pero también reventando.
Podrá decir misa, pero en los hechos Piñón Valdivia tiene hoy a un partido sumido en crisis, con la reputación por los suelos, sin bancada en el Congreso, pues se espera que Maribel y Jaciel se nombren independientes o terminen como cola de ratón en Morena.
El Verde juega su propia sobrevivencia dentro de la 4T, mientras intenta posicionarse rumbo a 2027.
Pero con dos diputados menos, con un delegado que no era el esperado y con estructuras jaloneadas, el partido llega debilitado a una contienda donde cada pieza cuenta.
Lo que hoy se vive no es renovación. Es crisis. Es fractura. Es el precio de jugar a la grilla interna más que al trabajo en territorio.
Ahora, el tucán cayó al suelo… todo por comerse un piñón.
AHORA SÍ, LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS…
Una tras otra… El fracaso en seguridad ya no necesita explicación: se ve, se siente… y ya ni dentro del banco te salva.
El asalto masivo en el BBVA de Chiautempan, donde dos sujetos se llevaron más de 715 mil pesos frente a todos, confirma que la delincuencia opera con precisión quirúrgica mientras las autoridades apenas reaccionan.
Lo bueno, como la detención de cinco personas vinculadas al robo de un tractocamión palidece frente a lo obvio: la ciudadanía vive con miedo y los delincuentes actúan con soltura.
Si la estrategia fuera efectiva, los asaltantes no entrarían y saldrían tan tranquilos de una sucursal bancaria, ubicada justo donde se construye una magna obra que genera amplio congestionamiento, lo que se supone debería dificultar su huida.
Afuera presumen coordinación; adentro, la realidad los desmiente.
Los asaltantes se ríen de la 4T y sus gobiernos en sus caras.
¿Hastá cuándo el marino Marrufo dará la cara?

