Decía Miguel Alemán Velasco, exgobernador de Veracruz, que “la política es una ciencia donde conciencia, constancia y circunstancia imperan, y siempre una pesa más que las demás”. Hoy en día, esta tesis, hipótesis, reflexión o máxima se refleja con claridad en la dinámica política del país.

Para muestra, basta revisar la lista de aspirantes a gobernar en los distintos estados de la República Mexicana, incluido, por supuesto, Tlaxcala. En este contexto, en los diecisiete estados donde habrá renovación de poderes, se mueven diversos intereses y numerosos actores.

Tengan en cuenta, estimada comunidad lectora, que en esta lista de estados se encuentran, entre otros, Nuevo León, Quintana Roo, Querétaro, Baja California, Chihuahua, Zacatecas, Guerrero y Nayarit. Podrán pensar: “¿Y eso a mí qué?”. Tal vez crean que el candidato lo definirá la gobernadora o lo impondrá la presidenta Sheinbaum. Sin embargo, lamentablemente para los sueños monárquicos del clan Anaya y para los intereses transexenales del grupo Atlihuetzia, liderado por el senador Álvarez Lima, esto no es así.

Tal como el aleteo de una mariposa en Japón puede provocar un huracán en Nueva York, la designación de candidaturas en los estados tendrá una incidencia directa en las postulaciones de las diferentes fuerzas políticas del país.

Dado que en Tlaxcala la oposición no muestra señales de cambio, nos enfocaremos en las aspiraciones del partido en el poder. En este sentido, Morena Tlaxcala tiene dos grupos claramente identificados que pugnan por la candidatura en el estado: el grupo de la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros y el clan Anaya, por un lado; y por el otro, el grupo del exgobernador José Antonio Álvarez Lima. Para cumplir con la regla de paridad de género que rige nuestro sistema electoral, cada grupo presenta propuestas de hombres y mujeres:

  • Grupo de Lorena Cuéllar:

    • Plan A: Alfonso Sánchez García (alcalde de Tlaxcala y vástago del exgobernador Alfonso Sánchez Anaya) y Josefina Rodríguez Zamora (secretaria federal de Turismo).

    • Plan B: Marcela González (presidenta estatal de Morena) y Homero Meneses (secretario de Educación).

  • Grupo de Álvarez Lima: Ana Lilia Rivera (senadora) y Javier Flores Jiménez (secretario de Finanzas del Estado de México).

  • Otros aspirantes de Morena: Carlos Augusto Pérez (titular de FOMTLAX) y Raymundo Vázquez (diputado federal).

  • Partidos aliados:

    • PT: Alejandro Aguilar, Irma Garay (ambos diputados federales) y Miguel Ángel Covarrubias.

    • Partido Verde: Sergio González Hernández y Mariano González Aguirre.

Probablemente usted, que me lee, podría pensar que los representantes de los partidos aliados de la Cuarta Transformación no tienen la menor oportunidad. Es un argumento válido, pero francamente equivocado. Como explicó el exgobernador veracruzano Miguel Alemán Velasco, alguna característica entre conciencia, constancia y circunstancia pesará más que las otras dos.

Supongamos, por ejemplo, que en el cada vez más cercano 2027, Morena define que las candidaturas se otorgarán a las personas mejor posicionadas en el ámbito nacional; es decir, que compitan todos los hombres y todas las mujeres en un ranking nacional. En este escenario, imaginemos que el alcalde de Tlaxcala, Alfonso Sánchez García, logra revertir su actualmente dañada imagen como gobernante y supera a todos sus competidores de partido en nuestra entidad. Su constancia y crecimiento en las encuestas le dan argumentos para abanderar a su movimiento. Sin embargo, a pesar de ser el mejor en Tlaxcala, bajo la circunstancia hipotéticamente establecida por el movimiento, se coloca como el décimo hombre mejor posicionado entre los más de 30 aspirantes a gobernar sus entidades federativas.

En ese escenario, Sánchez García se ubicaría por debajo de figuras como el senador Félix Salgado Macedonio en Guerrero; el diputado federal Arturo Ávila en Aguascalientes; el alcalde de Ciudad Juárez, Cruz Pérez Cuéllar, en Chihuahua; el hermano del gobernador de Zacatecas y senador Saúl Monreal; el edil tijuanense Ismael Burgueño en Baja California; el senador por Querétaro Santiago Nieto; Carlos Torres Piña en Michoacán; y el presidente municipal de Ciudad del Carmen, Pablo Gutiérrez Lazarus, en Campeche. (Nótese que este ejercicio no es descabellado).

De manera similar, en el caso de las mujeres, si la hoy puntera senadora Ana Lilia Rivera se mantiene al frente de las encuestas durante 18 meses más, pero no logra superar a figuras como las alcaldesas de Tepic, Cancún y Manzanillo (Geraldine Ponce, Patricia Peralta y Rosy Bayardo, respectivamente), o a perfiles como Tatiana Clouthier en Nuevo León; las senadoras Julieta Ramírez y Lucía Trasviña en las Bajas Californias; la secretaria federal Rosa Icela Rodríguez por San Luis Potosí o Andrea Chávez en Chihuahua, nuestra senadora podría ser desplazada.

Insisto, este solo es un escenario probable. No afirmo que tenga una alta o baja probabilidad, sino que es una posibilidad con un determinado porcentaje de ocurrencia. Por otro lado, podrían no estar de acuerdo en que este escenario sea posible y considerar que las candidaturas se definirán más por prioridad nacional que por posicionamiento.

En ese caso, ¿qué lugar ocupará Tlaxcala en la escala de los diecisiete estados con elecciones? ¿Estaremos entre los primeros cuatro? ¿Quizá del quinto al octavo? ¿Cuál será el parámetro de priorización? ¿El PIB? El estado de Nuevo León ocupa el tercer lugar nacional con una aportación del 7.8 %, mientras que Tlaxcala contribuye con el 0.6 %, ocupando el lugar 32 a nivel nacional. O si el criterio fuera la población a gobernar, Tlaxcala está en el lugar 28 nacional y 14 en esta lista, muy por debajo de los cinco millones de habitantes de Michoacán, que ocupa el noveno lugar nacional.

Si, en cambio, se consideraran las participaciones federales, los 60 mil millones de pesos de Baja California la ubican en el segundo lugar de esta lista y noveno nacional, mientras que Tlaxcala está en el lugar 15 de los diecisiete estados y 30 a nivel nacional.

Aunque podría escribir varios ejemplos más, creo que el punto es claro: en cuanto a las prioridades para definir candidaturas, la situación es compleja para los aspirantes tlaxcaltecas. Pero cuando depositamos la definición de las candidaturas en la satisfacción de cuotas políticas, la cosa se complica aún más, pues habrá que ver si los intereses de Lorena Cuéllar o de Álvarez Lima superan a los de figuras nacionales como Andrés Manuel López Obrador (que impulsa a Geraldine Ponce y Rosa Icela Rodríguez, por ejemplo); Adán Augusto López (que apoya a Andrea Chávez); Salgado Macedonio, histórica figura del movimiento; o los de la presidenta Claudia Sheinbaum (que respalda a Alfonso Ramírez Cuéllar en Zacatecas, por ejemplo).

Por si fuera poco, aún debemos esperar que las cuotas partidistas no entren en juego y que partidos como el Verde o el PT no pongan sus ojos en Tlaxcala. Como resultado, la tesis que titula esta entrega cobra relevancia, al destacar la importancia de la circunstancia que hoy vemos a la distancia.

En honor a la verdad, todos los aspirantes a gobernar Tlaxcala por Morena deben aplicarse y no dejar ni un centímetro sin cubrir. A estas alturas, no hay nada seguro respecto al género que le corresponderá a nuestro estado, como tampoco da seguridad alguna el pertenecer a una corriente nacional y esperar que esto garantice la postulación.

¡En una nuez!, así están las cosas hoy, damas y caballeros: sin nada definido para nadie. Porque, como dicen los mandalorianos: “El camino así es”.