Las encuestas sobre preferencias electorales de la gubernatura de Tlaxcala que se difunden a diario en las redes sociales han venido a polarizar aún más las posturas y afinidades del público, basta ver las reacciones y comentarios en las publicaciones donde se exponen estos datos para tener una idea de la confrontación virtual sin cuartel entre los seguidores de prácticamente todos los candidatos, pero de manera especial de aquellas que puntean en dichos sondeos.

Sin embargo, mucho de ese público que discute activamente ha decidido su voto varios días atrás y difícilmente lo modificará porque hoy o mañana la candidata u candidato de su preferencia aparezca uno o dos puntos arriba u abajo en las encuestas, de ahí el apasionamiento en muchos de ellos atacando o defendiendo a una formación política con comentarios, memes, emojis y todos los modos que tenga a la mano, ya no tanto para convencer que posee la razón, sino para ridiculizar la opinión del contrario, con la intención de influir en potenciales electores indecisos, mostrar reales posibilidades de triunfo o meramente hacer ruido para silenciar a los opositores, y de esto no nos diferenciamos de los primates cuando tienen diferencias entre grupos.

Pero si algo priva en estas horas, donde las encuestas abundan, es la incertidumbre sobre el resultado de la elección, y, paradójicamente, los estudios de opinión lejos de brindar certezas están ampliando el número de escenarios posibles debido a los resultados tan dispares que algunas de ellas presentan como si de realidades totalmente opuestas hablaran. Las pencas aun lucen verdes.

No obstante, por irritante y agotador que esto resulte, las encuestas son justo eso, proyecciones que se construyen y ofrecen resultados y lecturas variables sobre un mismo fenómeno, según la metodología empleada para observarlo. No es complicado comprender las diferencias y sesgos entre los resultados dependiendo de si éstas se levantan vía telefónica, visitas domiciliarias, Whatsapp, cuestionarios en Facebook o a través del número de reacciones en una imagen.

Es así que la información que proporcionan las encuestas se expande y trasciende los números que intentan reflejar sobre un momento específico de la realidad electoral en Tlaxcala, convirtiéndose en actos propagandísticos y relativizaciones sobre el panorama electoral a ras de tierra, aunque en todos los bandos digan en voz alta que son los preferidos mientras se golpean el pecho para aparentar fortaleza o una simulada virilidad, sí, algo muy machista.

Ruido en la selva
Entre toda esta maraña de encuestas y gritos de changos saltando de una publicación a otra, algo es cierto y se escucha en los dos principales centros de operación de la campaña por la gubernatura: la carrera se está empatando, y mientras unos intentan llegar al 6 de junio con una distancia mínima respecto a su más cercana competidora, los otros desean mantener cuantas décimas de puntos les sean posible respecto de quien prácticamente les viene pisando los talones.