Entre toda la vorágine de noticias de la semana, pasó casi desapercibida una fotografía que, si se mira con detenimiento, revela algo más profundo: la sucesión para la gubernatura de Tlaxcala ya comenzó. Y en este juego de tronos local, los bandos están definidos. Por un lado, tenemos al «Lorenismo», con la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros en su papel de líder, y del otro, al «Riverismo», que espera su momento para mover las piezas.

El evento que desencadenó esta lectura fue el anuncio de Cuéllar al nombrar a tres exgobernadores, Beatriz Paredes Rangel, Alfonso Sánchez Anaya, Héctor Ortiz Ortiz y Marco Antonio Mena Rodríguez, como Embajadores de Buena Voluntad para los 500 años de la fundación de Tlaxcala, a celebrarse en 2025. ¡Vaya muestra de unidad! O al menos eso quisieran vendernos, disfrazando con un toque de amor por Tlaxcala lo que en el fondo es una jugada clara del Lorenismo para posicionar a su «delfín» de cara al 2027.

Porque, seamos claros, la participación de Alfonso Sánchez Anaya, acompañado simbólicamente por su hijo Alfonso Sánchez García, el actual alcalde de Tlaxcala capital, tiene un objetivo clarísimo: abrirle el camino a la «silla grande». De hecho, en un acto casi simbólico de linaje, la participación de Sánchez Anaya parece un pase para que su hijo, ausente por motivos de salud en esta ocasión, se una en el futuro como candidato principal del Lorenismo.

Pero lo realmente interesante de este «cónclave» no es tanto quién asistió, sino quién no fue invitado. Mariano González Zarur y José Antonio Álvarez Lima, ambos exgobernadores de Tlaxcala, quedaron fuera del selecto grupo de «embajadores». ¿Casualidad? Difícilmente. Álvarez Lima, afín a la senadora Ana Lilia Rivera, representa una de las amenazas más serias al Lorenismo, pues es un perfil fuerte dentro de Morena, lo que convierte a Rivera en una contendiente natural para la sucesión. Y luego está González Zarur, el «coco» de Lorena Cuéllar en tiempos del PRI, a quien Cuéllar acusó en su momento de ejercer violencia política contra ella. Nada como las viejas heridas para determinar las lealtades en la política.

La verdadera pregunta es: ¿qué rol jugarán ahora Beatriz Paredes, Marco Mena y el exgobernador Héctor Ortiz en esta batalla por el trono de Tlaxcala? ¿Será que el Lorenismo logrará alinearlos en su cruzada por consolidar a Alfonso Sánchez García como su heredero político? Esta foto, entonces, es algo más que un simple evento simbólico; es una declaración de intenciones, un vistazo a las alianzas y traiciones que se tejen para moldear el futuro de Tlaxcala.

La sucesión ha comenzado, y la contienda promete ser un campo de batalla donde los intereses, los linajes y las viejas enemistades sacarán sus mejores armas.

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LA CAMINERA…. El Papel de los Nuevos Dirigentes en la Sucesión…La renovación de dirigencias partidistas en Tlaxcala es un proceso que lejos de democratizar la política, refuerza prácticas de simulación y dedazo, dejando claro que la democracia interna sigue siendo un mero espejismo. En cada partido, las maniobras de imposición y el control familiar o de élites ensombrecen cualquier esperanza de apertura o verdadera renovación.

Ángelo Gutiérrez, quien ahora controla el PAN, logró imponer su mandato tras una elección marcada por la violencia y los enfrentamientos. Hoy, su discurso de “ciudadanizar” al partido parece más una estrategia para legitimar su cargo que una verdadera intención de transformar al PAN. La ciudadanía se mantiene escéptica, observando cómo los sombrerazos son sustituidos por promesas de cambio en los medios, promesas que rara vez se cumplen.

En Movimiento Ciudadano, el dedazo fue evidente con la elección de Danae Figueroa, una figura sin peso político propio, que responde a las directrices del siempre influyente Delfino Suárez y su familia. La dirigencia de MC parece ser una empresa familiar, y con el tiempo veremos si Figueroa logra superar su rol como “líder simbólica” o se limita a seguir el guion de sus mentores.

Por su parte, Morena enfrenta una disputa interna entre el grupo de la gobernadora Lorena Cuéllar y el de los senadores. Ambos buscan controlar el partido rumbo a 2027, aunque la realidad es que, al final, la última palabra sobre la dirigencia vendrá desde la Presidencia. Lo que debería ser una renovación se convierte en un campo de batalla que, lejos de fortalecer al partido, acentúa sus fracturas.

El PRI no se queda atrás en este juego de simulación. Con Beatriz Paredes y “Alito” a la cabeza de las decisiones, todo apunta a que Enrique Padilla, un veterano de la política local, tomará las riendas. A pesar de su habilidad para moverse en la “tenebra” política, el PRI enfrenta un reto monumental: la sombra de su propia decadencia y la falta de conexión con los votantes jóvenes. La ex diputada de MC, Sandra Aguilar, podría tener un rol interesante en esta nueva configuración, pero su impacto sigue siendo incierto.

La sucesión en Tlaxcala se convierte así en una danza de intereses, donde los líderes partidistas juegan a proteger sus posiciones y mantener el control. Las dirigencias son piezas en un tablero que se mueven al ritmo de las élites políticas, mientras la ciudadanía observa desde la barrera, cuestionando si estos cambios traerán realmente una transformación o si son simplemente una prolongación de las viejas prácticas de poder.

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AHORA SÍ, LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS…¿Presidenta o Gestora?. Vaya que complicado debe resultar ser dirigente de un partido o gestora de recursos.

Y si no, habrá que preguntarle a la flamante presidenta de Movimiento Ciudadano en Tlaxcala, pues resulta que la ex candidata a diputada federal al parecer tiene una empresa que se dedica según a bajar recursos financieros para los ayuntamientos. Si bien, nadie le puede juzgar por buscar ingresos, si tener de clientes a los mismos ediles de su partido.

Bueno, la empresaria  y un gestor se presentaron ante las autoridades del municipio de Hueyotlipan, por cierto gobernado por MC, a quienes le ofrecieron bajar 50 millones de pesos para obras ante el Congreso de la Unión.

Ante los aturdidos funcionarios municipales, el gestor hizo una llamada y palabras más, palabras menos esto dijo.

«Me acaban de autorizar 50 millones de pesos, ustedes dicen si lo agarramos o los dejamos ir», expresó.

Lógico, ante la gran oferta, el alcalde no se resistió.

Y bueno para no hacer más larga la historia, el alcalde Sóstenes Esteban Bedolla Espinoza dicen que depositó cerca de un melón a uno de los gestores, hecho que al parecer es desconocido por regidores y presidentes de comunidad de Hueyotlipan.

Llama la atención que hace unos días, en Hueyotlipan, el director de Obras Públicas Cayetano Galicia Nava presentó su renuncia de forma sorpresiva, y en su carta de dimisión argumentó motivos personales y de salud que le impiden continuar desempeñando sus funciones como servidor público.

Por ello surgen diversas preguntas.

¿Tendrá relación esta renuncia con el  tema de la gestoría?

¿En la cámara de diputados sabrán que hay cobros en los ayuntamientos por gestorías?

¿Saben de esto en el Congreso del Estado?

¿Fijará una postura la nueva dirigente de MC local sobre este tema?

¿El diputado de ese distrito, Vicente Morales sabe algo sobre esto?

¿El edil de Hueyotlipan confirmará si hubo tal depósito de un millón, o solo forma parte de la canción de Joan Sebastian donde «La gente rumora un asunto importante. La gente rumora… la gente rumora…
la gente rumora que alguien se ha volado un millón».

Bien dicen, no hagas cosas buenas que parezcan malas.