En México, la crisis de desapariciones ha dado origen a uno de los movimientos sociales más dolorosos y valientes: el de las madres buscadoras. Son mujeres que, ante la omisión o ineficiencia del Estado, han asumido la búsqueda de sus hijos desaparecidos, recorriendo desiertos, fosas clandestinas, basureros y campos abiertos, armadas con palas, fotografías y una esperanza inquebrantable.

Actualmente, se contabilizan más de 100 mil personas desaparecidas en el país, y los colectivos de madres buscadoras han surgido en prácticamente todos los estados. Han denunciado la falta de coordinación entre autoridades, la impunidad y la revictimización. Casos como los campos de exterminio hallados en Sonora, Guanajuato o Jalisco han visibilizado el horror y la magnitud del problema.

Su lucha no solo exige justicia, sino también verdad y memoria. Han forzado al Estado a crear registros forenses, leyes sobre desaparición forzada y mecanismos de identificación, pero aún falta mucho por hacer. Mientras tanto, ellas siguen cavando, buscando y resistiendo, porque “hasta encontrarlos” no es solo una consigna: es su promesa de vida.

En Tlaxcala también existen madres buscadoras. No tienen reflectores. No marchan con multitudes. Pero su dolor es del tamaño del universo. Ellas no olvidan. Ellas no descansan. Ellas no perdonan.

La desaparición forzada en Tlaxcala no es solo una herida. Es un patrón. Es negligencia institucional. Es el pacto de silencio que protege a quienes trafican con cuerpos, con mujeres, con niñas.
Y a pesar de las condenas, las recomendaciones de derechos humanos y las reformas anunciadas desde la federación, las madres siguen buscando solas.

En Tlaxcala hay dos casos emblemáticos que reflejan el dolor y la ineficacia gubernamental: Daniela y Karla, dos historias, una misma ausencia de justicia.

 ¿Dónde está Daniela?

Daniela Muñoz tenía 25 años, era maestra, joven, con una vida por delante. El 13 de septiembre de 2020 fue vista por última vez en Apizaco, Tlaxcala. Desde entonces, su familia vive un infierno con nombre propio: desaparición forzada.

Y aunque el responsable, Álvaro Daniel N., ya fue condenado a 56 años de prisión, la pregunta sigue sangrando en el corazón de su madre y de todas las mujeres que buscan a una hija:
¿Dónde está Daniela?

La justicia en Tlaxcala, como en muchas partes del país, ha aprendido a dictar sentencias sin verdad. Porque no basta con encarcelar al culpable si el silencio sigue enterrando a las víctimas. Porque no basta con decir “culpable” si el cuerpo no regresa a casa. La justicia no se mide en años de condena. Se mide en abrazos que no se han podido volver a dar.

¿Y Karla? ¿Dónde está Karla?

El 13 de enero de 2016, Karla Romero Tezmol salió de su casa rumbo a la escuela primaria Cuauhtémoc, en San Pablo del Monte. Tenía apenas 11 años. Nunca llegó. A unos metros de su destino, fue privada de la libertad por hombres que la subieron a un automóvil. Han pasado nueve años, y la pregunta sigue intacta:
¿Dónde está Karla?

El caso Karla Romero desnudó la incompetencia y negligencia de las autoridades. La entonces Procuraduría General de Justicia del Estado pidió a los padres de Karla no difundir información. Activó la Alerta Amber 22 días después. ¡Veintidós días! En lugar de abrir una averiguación previa, se levantó un acta circunstanciada, como si se tratara de una ausencia voluntaria. La negligencia fue tal, que incluso se perdió el video donde se veían a los captores.
¿Cómo no indignarse? Hoy, casi nadie quiere hablar del tema. Solo su madre sigue alzando la voz.

Ante lo ocurrido en Jalisco, donde se descubrió un campo de exterminio en Teuchitlán, la indignación ha rebasado los límites del miedo. La presidenta Claudia Sheinbaum ha prometido nuevas reformas y plataformas para la identificación forense. Suena bien. Pero las madres no quieren discursos:
quieren resultados, no palabras. Quieren abrazar, no sepultar. Quieren justicia, no cifras mensuales.

Este sábado, durante su visita a Tlaxcala, es probable que estas madres buscadoras intenten entregar un documento o ser escuchadas por la presidenta Claudia Sheinbaum. Ojalá no se les vuelva a cerrar la puerta. Ojalá, esta vez, alguien las escuche.

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LA CAMINERA….La presidenta y las camionetas blindadas en Tlaxcala….«No faltaron voces críticas que señalaran con ironía la compra de diez camionetas blindadas por casi 60 millones de pesos en Tlaxcala, insinuando que se adquirieron justo para la visita presidencial de Claudia Sheinbaum. Queda la duda si la mandataria realmente hará uso de estos vehículos o si la millonaria inversión fue solo un costoso gesto para salir del paso.

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AHORA SÍ, LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS…📢 Discriminación en Tlaxcala: un silencio incómodo….La expulsión de una pareja gay por abrazarse dentro del Centro de las Artes en Apizaquito, por parte de un elemento de seguridad, desató indignación en la comunidad LGBT+. Aunque la Secretaría de Cultura se pronunció a favor de la inclusión y prometió capacitación, el titular de Seguridad, Luis Alberto Perea Marrufo, sigue en silencio.

En un estado que presume de avances en derechos humanos, ¿por qué la autoridad sigue callando ante actos de discriminación? 🔍🏳️‍🌈 #LGBT #DerechosHumanos #Tlaxcala