En la política, no gana quien más grita, sino quien mejor mueve las piezas. La reciente designación de Esther Terova Cote como magistrada del Tribunal Electoral de Tlaxcala (TET) confirmó lo que muchos ya sabían: la senadora Ana Lilia Rivera ha perdido influencia.

Durante meses, Rivera intentó colocar a una de sus aliadas en el pleno del TET. Fue derrotada, no por la oposición, sino por su propia compañera de movimiento, la gobernadora Lorena Cuéllar. Mientras Ana Lilia llenaba micrófonos con llamados a la conciencia democrática, Lorena tejía alianzas y movía los hilos donde realmente importa: en la operación política silenciosa.

Fue la propia Claudia Sheinbaum quien le dio todo el respaldo a la mandataria tlaxcalteca para que eligiera la pieza faltante del TET.

La senadora Ana Lilia Rivera, una de las voces visibles del morenismo tlaxcalteca, ha lanzado una crítica directa y nada disimulada contra su propio movimiento al denunciar el uso de “dádivas” con fines electorales. El mensaje, aunque disfrazado de advertencia ética, tiene un destinatario claro.

¿Quién reparte esas dádivas en Tlaxcala? En un estado gobernado por Morena, con programas controlados por el aparato morenista y con una sucesión adelantada encabezada —sin recato— por Alfonso Sánchez García Jr., es evidente hacia dónde apuntan las acusaciones.

La senadora, sin decirlo con todas sus letras, ha comenzado a cavar una trinchera ajena a la mandataria Cuéllar y al grupo que controla Morena en el estado. Su llamado a no dejarse comprar con apoyos temporales no es ingenuo: es un misil dirigido al corazón de la estrategia oficialista.

Pero si el discurso tiene filo, también tiene huecos. Ana Lilia se apresura a aclarar que no maneja recursos ni obras, como si esa afirmación la blindara ante cualquier señalamiento, y aprovecha el espacio para recordar que ha aprobado “una veintena” de reformas, como si el número —más que el contenido— fuera prueba de eficacia.

La pregunta no es si Ana Lilia tiene razón en denunciar prácticas clientelares —las hay—, sino por qué hasta ahora ha decidido hablar. ¿Por ética? ¿O por cálculo? Porque su crítica, más que una autocrítica, parece una jugada para reposicionarse rumbo a la batalla interna de 2027.

Morena ha comenzado a mover sus fichas para la sucesión en Tlaxcala. De un lado, Lorena Cuéllar y su delfín, Alfonso Jr., respaldado por estructuras y recursos. Del otro, una senadora que se presenta como voz crítica, pero que fue parte de la maquinaria que hoy denuncia.

En su mensaje reciente, Rivera no solo se aleja del discurso de unidad que emana de Palacio Nacional, sino que rompe con el relato fundacional de la 4T, ese que condenaba las prácticas clientelares y prometía un país distinto. Hoy, al denunciar esas prácticas en su propio estado, le pega a la 4T donde más duele: en su legitimidad moral.

¿Es esta la primera señal de una ruptura profunda en Morena Tlaxcala? ¿O solo una jugada para presionar, negociar o ganar visibilidad? Lo que es claro es que la senadora no está jugando a sumar: está trazando una línea de fractura.

Porque cuando una figura con su peso lanza ataques tan directos al sistema que ayudó a construir, el mensaje no es de reconciliación: es de guerra. Una guerra interna, silenciosa, pero decisiva. De esas que no se anuncian con fanfarrias, pero que terminan definiendo candidaturas… y destinos.

En Tlaxcala, las dádivas ya no solo compran votos; ahora también desatan tempestades. Y mientras los grupos se acomodan, el ciudadano —ese que recibe la despensa, el costal o el tinaco con logo— sigue esperando algo más que discursos… y menos fuego amigo.

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LA CAMINERA.Rector sin liderazgo, universidad sin rumbo…El rector de la Universidad Tecnológica de Tlaxcala, Lenin Calva, fue desalojado entre gritos de “¡Títere!” e “¡Inepto!” por trabajadores sindicalizados, en una protesta que evidenció no solo el descontento laboral, sino la falta de autoridad y conducción en la institución.

El conflicto, derivado de presuntas irregularidades en la asignación de horas, fue resuelto horas después tras la intervención del secretario de Educación, Homero Meneses, quien llamó al diálogo y al respeto del reglamento. Sin embargo, el episodio dejó claro que el rector perdió el respeto de su comunidad y que, en Tlaxcala, hasta las aulas se resquebrajan cuando se gobierna con sumisión y no con liderazgo.

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AHORA SÍ, LA ULTIMA Y NOS VAMOS.…Malas señales….Parece que la elección judicial del 1 de junio está hundida antes de empezar. No por falta de candidatos, sino por exceso de simulación. La autoridad electoral —más preocupada por imponer “lineamientos censura” que por informar.

El escenario es desolador, 9 de cada 10 tlaxcaltecas no piensen ir a votar. ¿La razón? Nadie conoce a los candidatos, y nadie sabrá quiénes son, porque está prohibido entrevistarlos libremente si no es “a todos o a ninguno”.

Según una encuesta de Impulso Mercadológico, 76% desconoce a los aspirantes, y el 97% ni siquiera sabe cómo, cuándo o para qué se vota.

Ahora, circulan en redes sociales los nombres según de los “palomeados” por el régimen, mandando el mensaje de esto no es una elección, es una designación disfrazada, y que En Tlaxcala, la justicia no se vota… se acomoda.

Con esta información, menos van a salir a votar.