En Tlaxcala, existe una máxima tan conocida como negada: “gobernador no deja gobernador”. Y es que históricamente, ningún mandatario ha logrado heredar el poder sin consecuencias o rupturas… hasta que llegó Mariano González Zarur, quien rompió el mito al imponer a Marco Mena como sucesor.

Pero lo que parecía una jugada maestra, terminó siendo una traición anticipada. Mena no solo se distanció de su mentor, sino que fue incapaz de consolidar su administración y terminó entregando el poder a Morena, el partido que ahora lo tiene en la nómina como director de la Lotería Nacional. Mariano lo reconoció sin rodeos:

“Me equivoqué con Marco Mena. Lo inventé en cinco años, y no tenía capacidad para ser gobernador”.

Fue el delfín que naufragó en el océano de su propia mediocridad.

La historia se repite… pero ahora con falda guinda.

Hoy, la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros busca repetir la fórmula de su ex mentor. Quiere dejar sucesor. Más aún: quiere dejar gobernador, a pesar de que la historia, los números y la narrativa indican que eso rara vez termina bien.

Antes que ella, Beatriz Paredes Rangel intentó dejar a Álvaro Salazar Lozano, pero fue enviada a una embajada y le dieron el paso a José Antonio Álvarez Lima. Héctor Ortiz impulsó a Julián Velázquez Lorente, pero la bendición presidencial fue para Adriana Dávila, quien al final tampoco logró la continuidad. El ejemplo más claro fue el perredista Alfonso Sánchez Anaya con su esposa María del Carmen Ramírez García, pues el intento de heredarle el poder fracasó y la cónyuge se fue hasta un tercer lugar.

El delfín de Lorena se llama Alfonso Sánchez García, alcalde de la capital e hijo del exgobernador del mismo nombre. A su alrededor se ha levantado una estructura poderosa: controla el Congreso, buena parte de los ayuntamientos y hasta tiene coqueteos con partidos de oposición.

Y aunque el oficialismo lo impulse, el pueblo no vota por el apellido, vota por resultados… o por rabia.

A la sombra hay otras figuras que le quieren quitar ese privilegio al delfín del lorenismo.

Josefina Rodríguez Zamora, secretaria de Turismo federal, con respaldo directo del círculo presidencial y hombres poderosos de negocios.

Oscar Jiménez, secretario de Finanzas del Estado de México, respaldado por el lopezobradorismo duro —AMLO y sus hijos incluidos—.

Luis Vargas González, senador suplente, quien se mueve en la órbita nacional.

Y claro, Ana Lilia Rivera, senadora con ventaja en las preferencias,  pero al parecer disminuida en las últimas semanas.

¿Lorena dejará gobernador? Difícil. ¿Impondrá a su delfín? Más difícil aún.

Porque el poder no se transfiere con voluntad ni con boletines de prensa. El poder se gana, se pelea, se defiende… y muchas veces se pierde.

Hoy, más que nunca, se pone a prueba ese adagio que tanto molesta en los pasillos del poder: Gobernador no deja gobernador. Gobernadora, mucho menos.

Y si la historia sirve de algo, es para recordarnos que en Tlaxcala, el trono no se hereda. Se conquista.

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LA CAMINERA…El plan «B» del Lorenismo: Marcela González, el poder tras el poder…Marcela González es el rostro oculto del lorenismo. Mueve hilos, dicta línea, opera con precisión quirúrgica. Su cercanía con la presidenta se remonta a los tiempos en que Claudia Sheinbaum era Jefa de Gobierno, y esa amistad se ha reflejado en las visitas presidenciales a Tlaxcala. Sin embargo, tendrá que trabajar más en la percepción ante la ciudadanía. El plan «B» se puede convertir en plan «A». Al tiempo.

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AHORA SÍ, LA ÚLTIMA Y NOS VAMOSOperativo en Apetatitlán: ¿seguridad eficaz o justicia en penumbra? Primero se habló de secuestradores. Luego la información oficial que eran extorsionadores. La Fiscalía General de Justicia del Estado lleva más de 15 horas sin aclarar del todo qué ocurrió en San Matías Tepetomatitlán, Apetatitlán, donde un operativo conjunto con la SEDENA y la Guardia Nacional dejó cinco detenidos, dos inmuebles asegurados y una zona completamente resguardada.

Peritos del INCIFO y Policía de Investigación hicieron su trabajo. Pero hasta ahora, el silencio pesa más que los resultados: No hay contexto, no hay claridad. Solo la ya conocida frase institucional: “información en proceso”.

Paradójicamente, cuando se logra un golpe contra la delincuencia, lo que reina no es la transparencia, sino el hermetismo. ¿Por qué? Más aún cuando la percepción de inseguridad se desborda y la confianza ciudadana se tambalea.

¿Y las autoridades municipales? En Apetatitlán, todo indica que ni vieron ni oyeron nada. La coordinación federal y estatal actúa… mientras el gobierno local permanece al margen, como simple espectador. ¿De verdad es esa la ruta para recuperar la seguridad?