El Bestiario…Tlaxcala: «Estado seguro” y otras leyendas de transporte

Mientras el gobierno de Tlaxcala insiste en presumir con orgullo que vivimos en “el estado más seguro del país”, la realidad cotidiana se sube a la combi con pasamontañas y pistola en mano.

En menos de quince días, tres asaltos al transporte público han estremecido la capital y zonas conurbadas. Todos siguen un patrón: tres sujetos se hacen pasar por pasajeros, abordan en zonas sin vigilancia, sacan armas, despojan a los usuarios de sus pertenencias y huyen sin que haya un solo detenido. Lo que sí abunda son entrevistas oficiales que repiten la misma receta: “hechos fortuitos”, “se exhorta a denunciar” y “se refuerzan los patrullajes”.

¿Hechos fortuitos? En Atlahapa, a punta de pistola. En Ixtacuixtla, disparos y un policía golpeado. En La Joya, a metros del ISSSTE, los asaltantes escaparon como si nada frente a oficinas gubernamentales. A eso le llaman fortuito. Aquí, lo sistemático es la impunidad.

Y mientras los ciudadanos viajan entre el miedo y la resignación, el gobierno anuncia con fanfarrias un presupuesto histórico en seguridad: 8 mil millones de pesos, con 2 mil millones extra en tecnología, equipo, infraestructura y salarios. La pregunta obvia es: ¿dónde están esos millones cuando uno aborda una unidad del servicio público.

El C5i, buque insignia de la vigilancia inteligente, parece más una torre de marfil que un centro de reacción. ¿De qué sirven cámaras, drones y arcos lectores si los delincuentes siguen operando con total impunidad y precisión quirúrgica? En las zonas urbanas donde ocurrieron estos atracos, se supone que hay presencia constante de vigilancia. Pero a la hora de los hechos, sólo hay silencio.

Transporte público en Tlaxcala: lo más cercano a una ruleta rusa con boleto de veinte pesos. Las unidades no sólo llevan pasajeros: también cargan el miedo, la incertidumbre y el hartazgo de una ciudadanía que se sabe sola.

En redes sociales, los testimonios crecen: “yo también fui asaltado”, “es la misma ruta”, “siempre son tres tipos”, “nadie hace nada”. Pero la narrativa institucional responde con estadísticas maquilladas, informes de percepción y eslóganes reciclados.

Las víctimas, esas no figuran en los promocionales del informe de gobierno.

En Tlaxcala, la seguridad pública es como un espejismo. Desde el escritorio, todo se ve en orden: presupuestos millonarios, gráficos descendentes y discursos entusiastas. Pero en las calles, donde importa, los delincuentes gobiernan las rutas y los pasajeros cruzan los dedos cada vez que suben a una unidad.

Decir que Tlaxcala es el estado más seguro del país suena hoy a burla. Porque cuando la violencia se vuelve rutina y la autoridad se limita a pedir que denuncien, no queda más que una amarga conclusión: Aquí, la única ruta segura es la que no se toma.

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LA CAMINERA….🎭 La fiesta del acordeón…La tan prometida democratización del Poder Judicial terminó convertida en La fiesta del acordeón. Morena tomó el control total del proceso y lo hizo a su manera: operadores repartiendo papeletas con “los buenos”, funcionarios públicos recibiendo sobres cerrados con instrucciones de voto y un INE que observa, pero no estorba. En Tlaxcala, todos se autopromocionan con sus propias listas apócrifas. Todo huele al viejo PRI, pero con nuevo logo. El proceso está plagado de anomalías.

Que celebrarán en Tlaxcala: ¿La simulación, el control absoluto o simplemente el descaro?

Veremos si la ciudadanía responde, o solo se sienta a ver la fiesta del poder con trajes guindas.

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AHORA SÍ, LA ÚLTIMA Y NOS VAMOSLa alcaldesa de Contla que perdió el habla…Ni la presidenta Ivonne Roldán ni su partido, el PT, han dado la cara tras protagonizar un escándalo nacional con un show erótico de mujeres semidesnudas, exclusivo “para hombres”, como parte del programa oficial de feria. La función —que incluyó bailes sugestivos y “privados” dentro del auditorio municipal— no solo fue transmitida en vivo desde la cuenta oficial del ayuntamiento, sino que encendió las alarmas más allá del estado y provocó un jalón de orejas directo desde Palacio de Gobierno a la edil petista.

Pese a lo delicado del caso, reina el silencio institucional. Y eso que la reforma al Código Penal, impulsada por la propia gobernadora Lorena Cuéllar, es clara: espectáculos de este tipo están prohibidos y su realización amerita hasta 12 años de prisión para la autoridad que lo permita, además de multas y clausura del inmueble.

Pero en Tlaxcala las leyes parecen tener excepciones con nombre y apellido. Desde la Secretaría de Gobernación estatal, apenas se admite con reserva: sí, hubo un llamado… para decirle a la alcaldesa: “La regaste”.