Si bien las encuestas todavía le otorgan una ventaja holgada al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) en Tlaxcala, hay señales de alerta que ya no pueden ser ignoradas. El partido que alguna vez encarnó la esperanza de México enfrenta hoy uno de sus momentos más complejos desde que llegó al poder.

La fuerza guinda, que arrasó en 2021 y tiñó de transformación buena parte del territorio tlaxcalteca, comienza a mostrar síntomas claros de desgaste: estancamiento en la afiliación, fracturas internas, rechazo silencioso de las bases… y sobre todo, un creciente desgaste de su figura principal en el estado: la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros.

La reciente visita de Andrés Manuel López Beltrán, hijo del expresidente López Obrador y actual secretario de Organización de Morena, fue más que simbólica. El pasado 18 de junio no vino a celebrar avances, sino a hacer control de daños.

Se reunió únicamente con los coordinadores operativos territoriales, y su diagnóstico fue tan honesto como incómodo: Morena se ha rezagado en la movilización, el entusiasmo se ha diluido, y el programa de credencialización —con meta de 130 mil afiliados para 2025 en Tlaxcala— apenas alcanza el 25 % del objetivo, con cerca de 45 mil registros hasta junio.

Pero la crisis no se limita a números. Los procesos internos y los resultados de las recientes elecciones judiciales han puesto en evidencia que Morena ya no goza del dominio casi absoluto que ostentaba. La pérdida de espacios, la apatía de los simpatizantes y el desencanto ciudadano se repiten en cada asamblea del partido.

Este fenómeno no es exclusivo de Tlaxcala. Las derrotas en Durango, Veracruz, Coahuila y municipios clave de otras entidades han demostrado que la marca Morena ya no es garantía de triunfo. Y aunque aún detenta la Presidencia, la mayoría legislativa y la capacidad para impulsar reformas de alto impacto, el partido enfrenta un desgaste natural, potenciado por errores internos y decisiones impopulares incluso entre sus fieles.

Uno de los factores que más ha irritado a las bases es la incorporación sistemática de ex priístas, algunos de ellos críticos abiertos del obradorismo. En Tlaxcala, la designación del exgobernador priísta Marco Antonio Mena como Cónsul fue recibida con absoluto desdén. Lejos de fortalecer, alimentó el desencanto.

El movimiento que alguna vez prometió combatir al “viejo régimen” hoy parece abrirle las puertas precisamente a los personajes que lo encarnaron. Y dentro del propio partido, líderes comunitarios y militantes de base han alzado la voz contra la forma en que se están integrando nuevos cuadros sin evaluación, sin filtros y sin respeto por la historia y lucha de quienes construyeron el movimiento desde cero.

La contradicción más evidente: Tlaxcala es gobernada por un gabinete foráneo. Como si no hubiera morenistas tlaxcaltecas preparados o confiables. Basta revisar algunos de los nombres más relevantes: Luis Antonio Ramírez, Secretario de Gobierno (Morelos); Alberto Perea Marrufo, Seguridad Ciudadana (CDMX); Rigoberto Zamudio, Salud (Puebla); Octavio Ortega Mejía, Vocero (CDMX); Pedro Aquino Alvarado, Medio Ambiente (Puebla); Iván García Juárez, Procurador Ambiental (Morelos); Javier Marroquín, Desarrollo Económico (Puebla); Alonso Trujillo, Colegio de Bachilleres (Puebla) y Carlos León Contreri, Segob (Veracruz).

Mientras tanto, las estructuras locales se debilitan, los liderazgos auténticos se marginan y las decisiones se toman desde afuera. Tlaxcala se gobierna como si fuera un botín político más, no como una plaza que merece respeto y visión propia.

Pese a todo, Morena mantiene una maquinaria considerable en el estado y a nivel nacional. Pero el deterioro es evidente. Las filtraciones, los oportunistas, las derrotas, y las críticas crecientes, internas y externas, son señales de que la Cuarta Transformación atraviesa una seria crisis de credibilidad y cohesión.

Hoy, el partido guinda enfrenta un dilema crucial en Tlaxcala: reconectar con sus bases, depurar su estructura y recuperar el espíritu original del movimiento… o resignarse a ser lo que prometió destruir.

Porque como advirtió Mariano González Zarur, el ex gobernador priísta, con la crudeza del viejo sistema político: “El PRI no va a desaparecer… sus cuadros ya están en Morena.”

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LA CAMINERA…La viga en el ojo ajeno…Mientras la gobernadora reprocha a periodistas por según ella, «decir cosas que no son», su gobierno calló cuando difundió cifras falsas. Tras la explosión en La Trinidad Chimalpa, primero dijeron que había ocho lesionados; luego, sin explicación, corrigieron a dos. La pólvora no fue el problema, sino la torpeza informativa. Dicen que el buen juez por su casa empieza.

Hoy, la morenista celebrará a periodistas, pero ni siquiera fue capaz de pedir disculpas a la reportera que agravió sin fundamentos. El silencio también comunica.

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AHORA SÍ, LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS…🔍 Robo con violencia en Sam’s Club revela vulnerabilidad en seguridad comercial de Apetatitlán…El robo armado de este martes en Sam’s Club de Apetatitlán, donde tres sujetos sustrajeron celulares valuados en 80 mil pesos, expone no solo un hecho aislado de delincuencia, sino una tendencia alarmante en la creciente inseguridad en zonas comerciales de Tlaxcala.

A plena luz del día, con violencia y sin detenidos hasta ahora, el atraco refleja fallas en la prevención, respuesta y vigilancia de espacios de alta afluencia. La reacción de la policía fue insuficiente: el daño ya estaba hecho y los responsables huyeron impunes. Mientras los operativos se repiten y las investigaciones “siguen abiertas”, la percepción ciudadana de inseguridad sigue cerrándose, como las vitrinas rotas de la telefonía.