En Tlaxcala todos saben que Ana Lilia Rivera Rivera nunca ha dejado de estar en campaña, solo cambia el escenario.

Desde el Senado, la morenista ha hecho del poder una pasarela política y de su oficina, un comité de promoción personal, su nombre aparece más en actos partidistas, que en las actas legislativas de la Cámara.

Delicada, la reciente investigación expuesta por Excélsior que revela que su equipo operaba a la sombra del membrete oficial para fines ajenos a la función pública. Su jefa de oficina, Anel Bautista Delgado, gestionó reuniones con alcaldes y funcionarios usando papelería del Senado, sin informar, ni pedir autorización a la Comisión de Defensa Nacional, que preside la propia Rivera.

A esas citas se enviaba a un empleado del Senado, Gerardo Horta Ocaña, señalado por lucrar con espacios que deberían ser gratuitos, todo bajo la aparente indiferencia de la senadora.

Mientras su personal traficaba influencias en nombre de la República, Ana Lilia Rivera recorría Tlaxcala de norte a sur. Su presencia en actos políticos es constante, su trabajo legislativo, intermitente.

Y cuando el escándalo estalló, reaccionó pidiendo renuncias, enviando oficios, y deslindándose de la situación, como si la responsabilidad pudiera archivarse junto con los documentos oficiales.

Pero el fondo del problema no está en su jefa de oficina, está en su propia ausencia, porque cuando el liderazgo se convierte en descuido, el vacío lo puede llenar la corrupción.

Ana Lilia Rivera, desde su cargo, debería defender los intereses de los tlaxcaltecas, en cambio, se ha dedicado a defender su propio proyecto político, pero quien está más preocupado por el siguiente puesto termina por abandonar el que ya tiene.

Si la senadora aspira a gobernar Tlaxcala, debería empezar por demostrar que puede cumplir sin distraerse, sin excusas y sin campañas camufladas de trabajo legislativo, porque hoy, más que representar a su estado, Ana Lilia Rivera representa un ejemplo de cómo la ambición puede vaciar de sentido el poder que se jura servir.

Destapan senadores una red de corrupción