En los últimos meses, el Tribunal Electoral de Tlaxcala (TET) ha estado en el ojo del huracán. Una y otra vez, sus decisiones han sido corregidas por la Sala Regional del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), como si se tratara de un estudiante que necesita constantemente la corrección del maestro. Pero, ¿hasta cuándo vamos a tolerar un órgano que, en teoría, debería ser el bastión de la imparcialidad y la justicia electoral, pero en la práctica no es más que un gigante con pies de barro?
Tomemos como ejemplo reciente el caso de Huamantla, donde el TET anuló la votación en 30 casillas basándose en argumentos que el TEPJF desestimó por falta de fundamento. ¿Cómo es posible que un tribunal encargado de velar por la transparencia y legalidad de los procesos electorales tome decisiones tan endebles? Esto no es un simple error de juicio; es una señal clara de ineficiencia y falta de criterio sólido… más aún, cada vez crecen más las versiones, de que su actuar está respondiendo a intereses muy específicos, de ser así, ¿dónde quedan los principios de legalidad, certeza e imparcialidad?
Las razones que llevaron al TET a anular dos casillas por supuesta presión electoral se desplomaron cuando se reveló que no había evidencia documental que respaldara dichas acusaciones. Peor aún, la anulación de 28 casillas adicionales por errores en el cómputo se demostró que no alteraba en lo más mínimo el resultado final de la elección. ¿Qué clase de tribunal no puede distinguir entre errores insignificantes y aquellos que verdaderamente afectan el resultado electoral?
Este no es un caso aislado, sino parte de un patrón preocupante. La reiterada corrección de sus fallos sugiere una falta de preparación y un vacío en los estándares de calidad y rigor que debería tener un órgano de su naturaleza. No es exagerado afirmar que el TET ha dejado de ser un árbitro confiable para convertirse en una fuente de incertidumbre y desconfianza.
Es urgente que el TET se someta a una revisión exhaustiva, que se evalúe a su personal, y se implementen capacitaciones rigurosas. No podemos permitir que quienes deberían ser los guardianes de la democracia en Tlaxcala sigan operando con tanta negligencia. Cada fallo incorrecto no solo afecta a los candidatos y partidos involucrados, sino que también socava la confianza de los ciudadanos en el sistema democrático.
La democracia no se sostiene solo con discursos y buenas intenciones; necesita instituciones fuertes, imparciales y comprometidas con la verdad. El TET debe dejar de ser un gigante con pies de barro y transformarse en una verdadera fortaleza de la justicia electoral. Los tlaxcaltecas merecen más, y es hora de que el TET esté a la altura de sus responsabilidades. Si no se toman medidas ahora, el verdadero peligro no radica en los errores pasados, sino en los que están por venir.
Resta conocer en Huamantla, si en su momento la Sala Superior del TEPJF se pronuncia, en caso que la parte inconforme interponga el recurso de reconsideración, para la cual tienen un plazo de tres días, pero por el momento los magistrados locales dan pena.
Solo se escucha la frase de «¡Ay, Miguel!»
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LA CAMINERA... ¿Y el Secretario de Seguridad APÁ? En medio de la crisis de percepción de seguridad que atraviesa Tlaxcala por la gravedad de los hallazgos de cuerpos en diferentes puntos del estado durante el mes de agosto, hay quienes no salen a dar la cara.
La falta de detenidos hasta el momento ha intensificado la sensación de inseguridad entre la población. Los ciudadanos esperaban una muestra clara de acción y resolución por parte de las autoridades, algo que no se vio reflejado en la conferencia de la Fiscalía. La reiteración de compromisos de conseguir órdenes de aprehensión «en el menor tiempo posible» suena a promesas vacías cuando no se acompaña de medidas visibles y contundentes.
Además, la ausencia del secretario de seguridad Alberto Martin Perea Marrufo en esta situación crítica ha exacerbado el descontento. La falta de comunicación y la percepción de un vacío en el liderazgo han dejado a muchos preguntándose quién realmente está al frente de la seguridad en Tlaxcala. Los ciudadanos quieren respuestas y soluciones, no más promesas y discursos sin sustancia.
La realidad es que, frente a una serie de crímenes tan graves, la falta de transparencia y de acciones visibles por parte de las autoridades solo generan desconfianza y sentimiento de abandono entre la población. Es crucial que los responsables de la seguridad en Tlaxcala asuman un papel más activo y visible, demostrando a la ciudadanía que se están tomando medidas serias para resolver estos crímenes y garantizar la seguridad de todos.
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AHORA SÍ, LA ULTIMA Y NOS VAMOS...Silencio sepulcral…Solo la titular de la Fiscalía General de Justicia de Tlaxcala ha salido a comentar sobre los hallazgos violentos de cuerpos en agosto, mientras que el Secretario de Seguridad guardado en su oficina sin enfrentar a la prensa y la sociedad.
Mientras eso pasa, los diputados locales y los electos, al igual que las dirigencias de partidos de oposición están muy calladitos.
Lo peor, es observar a los legisladores locales compartir en sus redes la cartelera de artistas del palenque de gallos, en lugar de exigir resultados al secretario de Seguridad.
Este silencio y la falta de acción son inaceptables en un contexto donde la seguridad y la justicia son temas urgentes. Los ciudadanos de Tlaxcala merecen líderes que asuman su responsabilidad, que levanten la voz para exigir transparencia y que trabajen activamente para garantizar la seguridad de todos. La política no debe ser un espectáculo de distracción; es momento de que nuestros representantes se enfoquen en lo que realmente importa y actúen en consecuencia.