Que nadie se confíe. Morena lidera las encuestas rumbo a 2027 en Tlaxcala, sí, pero lo hace caminando sobre un campo minado de decepciones.
La encuesta Numetika–La Bestia Política no solo mide porcentajes; mide hartazgo.
Y el olor ya no es a incienso electoral, es a pólvora ciudadana.
Mientras los discursos oficiales intentan vender una «nueva historia» para Tlaxcala, los datos revelan una realidad brutal: el 64.8 % desaprueba la gestión de Lorena Cuéllar. Solo un 35.2 % todavía guarda esperanza en su gobierno.
¿Por qué, si el discurso oficial habla de inversiones históricas de miles de millones de pesos en temas de seguridad, la desaprobación no se esconde? Crece en las calles y se enreda en cada promesa incumplida. Los intentos de linchamientos que son mas recurrentes, también mandan mensajes de hartazgo.
La gran pregunta:
Si no corrigen el rumbo en el gobierno local de la 4T para combatir la percepción negativa, ¿hasta dónde afectará la marca Morena?
En Morena, Homero Meneses (22.8 %) supera por un cabello a Ana Lilia Rivera (21.6 %), mientras que Luis Vargas (18.9 %) les respira en la nuca.
No hay un liderazgo dominante. Solo fragmentación, rencillas internas y mucho ego suelto.
De forma sorpresiva, el secretario de Educación, Homero Meneses, destaca en preferencias rumbo a 2027 y, por una mínima diferencia, se impone a la senadora Ana Lilia Rivera. Les sigue el senador suplente Luis Vargas.
Esto muestra una contienda interna competida y sin un perfil dominante. La dispersión entre más de diez opciones refleja la fragmentación interna y la dificultad de consolidar un liderazgo claro.
El delfín del lorenismo, el alcalde capitalino Alfonso Sánchez García, con apenas un 5 % de apoyo, es un enigma. Su equipo dice que la apuesta es la estructura, no la percepción. Pero si algo es claro, es que para serlo, hay que parecerlo.
La foto de Morena hoy es clara: gana porque los demás están peor y no hay una figura que concilie, no porque esté fuerte.
Sí, si hoy fueran las elecciones, la alianza Morena-PT-Verde arrasaría con un 70.5 %.
Pero la comodidad de los números es un espejismo peligroso.
Porque el 77.1 % de la ciudadanía preferiría que su partido compitiera solo.
Porque el 23.4 % nunca votaría por Morena.
Porque la decisión de voto ya no es por siglas, sino por candidatos y desempeño.
Y ahí está el verdadero campo minado.
El principal enemigo de Morena en Tlaxcala no se llama PAN, PRI o PAC. Se llama desgaste lorenista. Un gobierno que se hunde en las encuestas.
Morelenses en SEGOB. Capitalinos en Comunicación. TikTokers en Educación.
Y todos callan.
Y todos ausentes.
Y todos quemados.
Cuando el fuego ciudadano empieza a consumir la confianza, ni las viejas fórmulas de acarreo ni los discursos grandilocuentes salvan.
Morena lidera hoy, sí. Pero gobierna bajo fuego.
Y en política, cuando el pueblo empieza a apagar incendios solo, también empieza a apagar votos.
No le pierdan la pista al propio Sánchez García, Josefina Rodríguez y Oscar Flores. Las decisiones superiores pueden pesar.
Un 2027 sin certezas
Nadie debe confiarse.
Ni Homero, ni Ana Lilia, ni Luis Vargas.
Ni Alfonso Sánchez García.
Ni Morena, ni sus aliados.
Porque la verdadera competencia en Tlaxcala no es entre partidos: es entre la esperanza que aún sobrevive y el hartazgo que crece todos los días.
Tlaxcala quiere continuidad, pero exige renovación.
Quiere progreso, pero también quiere dignidad.
Y si Morena no entiende que ya no basta ganar encuestas, sino ganar corazones (y no de dientes para afuera), entonces el 2027 les va a explotar en la cara.
Porque en Tlaxcala, la política ya huele menos a incienso… y más a cenizas.
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LA CAMINERA….Los focos rojos Morena arrasa con un 53.2 % de preferencia directa y 70.5 % si se mide en coalición con PVEM y PT. ¿Triunfo inevitable? No tan rápido.
Morena también lidera la lista de partidos más rechazados después del PRI: el 23.4 % de los tlaxcaltecas dicen que nunca votarían por ellos. Un dato que, si se ignora, puede convertirse en la gasolina que incendie la soberbia.
Hoy el poder de Morena es real, pero también lo es su vulnerabilidad.
Su respaldo no es amor: es pragmatismo. Es el voto del «mejor malo conocido» frente a un catálogo de peores opciones.
Y el problema con el pragmatismo es que es volátil: cuando encuentra un destino mejor, no avisa; simplemente se va.
¿Tlaxcala quiere más de lo mismo? No.
La ciudadanía no pide milagros; exige decencia mínima.
Pide menos discursos y más resultados; menos operadores y más líderes.
Si los partidos no entienden que este Bestiario ya no perdona, si no ven que los monstruos ahora habitan en las urnas y no en los cuentos, terminarán devorados por la misma bestia de hartazgo que hoy fingen no ver.
Porque en Tlaxcala, para 2027, el verdadero plebiscito no será entre partidos: será entre la esperanza de cambio o la condena de la continuidad vacía.
Y en esa batalla, los dinosaurios ya no rugen. Se extinguen.
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AHORA SÍ, LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS….Contrastes…La encuesta Numetika–La Bestia Política revela un escenario de contrastes: Morena lidera con comodidad, pero el desgaste ciudadano marca el pulso real de la elección.
El Partido Verde se consolida como segunda fuerza, mientras el PAN se asoma como tercera opción en el mapa electoral, con posibilidades de alianzas potenciales de crecimiento.
Aunque Anabell Ávalos es la figura más sólida dentro del PRI con un 41.1 % de apoyo, el tricolor enfrenta su peor enemigo: el rechazo ciudadano, siendo el partido con mayor porcentaje de negativos.
PAC y PVEM muestran liderazgos competitivos, pero enfrentan altos niveles de incertidumbre.
Pese a que el exsecretario de Gobierno Sergio González lidera en el Verde, emerge la figura del alcalde de Huamantla, Chava Santos, con un amplio apoyo de la base verde, mientras que el oriundo de Texoloc recibe su respaldo principalmente de Morena.
MC y PT tienen contiendas internas cerradas, con el surgimiento de figuras como su dirigente Danae Figueroa.
Mientras PAN y PRD siguen sin figuras dominantes claras:
En el PAN, como siempre, Adriana Dávila a la cabeza, tras ser dos veces ex candidata a la gubernatura, seguida de Juan Carlos Sánchez García como segunda opción.
El electorado exige más que siglas: demanda perfiles nuevos, propuestas reales y cercanía auténtica.
Tlaxcala no busca una continuidad ciega, sino una renovación que hoy, ningún partido puede dar por garantizada.