Sin gloria, sin festejo y con más sombras que luces, pasó el cuarto aniversario del gobierno de Lorena Cuéllar. Un 31 de agosto de 2021 asumió el cargo con la legitimidad de ser la más votada, pero cuatro años después su administración se sostiene más en discursos y cifras que en confianza ciudadana.

El dolor de cabeza ha sido siempre el mismo: Seguridad y Comunicación. Dos áreas que, lejos de blindar a la gobernadora, han pulverizado lo que quedaba de su reputación.

La Secretaría de Seguridad Ciudadana parece oficina de paso más que institución, y si no, vea la historia:

Alfredo Álvarez Valenzuela, primer titular, terminó prófugo y, dicen, escapó en la cajuela de un auto, llevándose algo más que expedientes: la credibilidad de su jefa.

Después llegó Maximino Hernández Pulido, operador reciclado, que no pudo levantar la imagen de la corporación.

Cuando todo parecía que las cosas se compondrían con la llegada de su fiel escudero como encargado, Guadalupe Ballesteros, tampoco le alcanzó para ser ratificado.

Raúl Ruiz García, militar, renunció tras la muerte de una estudiante de la Normal Rural en un operativo represivo y un regaño público desde Palacio.

Luego, Ramón Celaya Gamboa, presentado como el “gran refuerzo”, terminó saliendo por la puerta de atrás y riéndose en redes del “estado más seguro del país” mientras seis cuerpos decapitados aparecían en suelo tlaxcalteca. El relevo temporal con Ángel Zamora apenas duró lo necesario para cubrir el vacío.

Hoy, el cargo lo ocupa el marino Alberto Martín Perea Marrufo, pero a él le estalló la crisis penitenciaria: denuncias de reclusos que salían de noche a delinquir con protección oficial y un exdirector de Ceresos prófugo con orden de aprehensión. La cereza en el pastel de un sistema carcelario desfondado.

Perea Marrufo se sostiene con alfileres; no lo quitan porque sería reconocer, una vez más, que se volvieron a equivocar.

Es cierto: el Secretariado Ejecutivo reporta que Tlaxcala ocupa el último lugar nacional en incidencia delictiva, con 106.7 delitos por cada 100 mil habitantes frente a una media de 889.6. En julio de 2025, el estado registró su cifra más baja en siete años: 210 delitos. Un dato que, en papel, podría ser medalla de oro.

Pero las cifras no bastan cuando los ciudadanos viven otra película: comandos que irrumpen en casas, balaceras a metros de Palacio de Gobierno, familias sometidas en sus hogares. Esa es la narrativa que la gente siente y padece, muy lejos de los gráficos que presumen reducción de delitos.

1461 días después, las velitas no se encienden porque el pastel se desmoronó antes de llegar a la mesa. Lorena Cuéllar podrá repetir que Tlaxcala es segura, pero mientras su gabinete siga coleccionando fugas, cadáveres, voceros  y secretarios de seguridad fallidos, el discurso quedará hueco.

******

LA CAMINERA...La triste historia de los voceros….La Coordinación de Comunicación del gobierno de Lorena Cuéllar ha tenido más cambios que resultados: ya van cuatro voceros y ninguno ha logrado enderezar el rumbo.

La primera fue Angélica Domínguez, quien terminó enviada a la CORACyT tras su desgaste con el gabinete. Le siguieron Augusto Ramírez y Octavio Ortega, que tampoco pudieron evitar que la nave lorenista se hundiera como el Titanic.

Finalmente llegó Antonio Martínez Velázquez, ex titular de Cultura, que en apenas dos meses intentó copiar el modelo de las mañaneras y sacar a los funcionarios a enfrentar a la prensa. Pero el esfuerzo se quedó corto: la narrativa sigue marcada por la inseguridad y el hartazgo ciudadano hacia una administración que parece vivir su sexto, y no su cuarto año de gobierno.

El mayor lastre que carga Martínez Velázquez es la herencia de 182.4 millones de pesos gastados en publicidad oficial, un promedio mensual de 3.8 millones de pesos ejercidos con total discrecionalidad. No hay criterios claros de asignación, ni contratos auditables, ni reglas transparentes. Y lo más grave: nadie explica cómo el Órgano de Fiscalización Superior (OFS) ha justificado esos gastos que, lejos de fortalecer la imagen de Cuéllar, solo exhiben la inoperancia de sus voceros con cifras millonarias que se han ido al bote de la basura. ¿O han servido de algo?

*****

AHORA SÍ, LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS...La cereza en el pastel… El cuarto aniversario Lorenista llegó marcado por un dato que no cede y que se ha convertido en la sombra permanente de su administración: la inseguridad.

De acuerdo con el monitoreo reciente digital de Impulso Mercadológico, la violencia, los robos y la sensación de miedo ciudadano no sólo se mantienen como el tema más comentado en Tlaxcala, sino que concentran casi el 28% de las conversaciones en redes, con un saldo abrumadoramente negativo del 85%.

Mientras el discurso oficial intenta destacar logros y promesas, la realidad se impone: la inseguridad sigue siendo la principal preocupación de los tlaxcaltecas y el factor que empaña cualquier intento de festejo. Más que un dato aislado, se trata de un síntoma constante que evidencia que el gobierno no ha logrado revertir la percepción, ni contener la violencia.

A cuatro años de distancia, la cereza en el pastel no es un logro, sino la inseguridad que, lejos de disminuir, se ha consolidado como la mayor deuda del actual sexenio.