El ataque fue meticuloso, violento y prolongado. El dueño de la casa terminó con una herida profunda en la pierna y la certeza de que su vida y de su seres queridos pendió de un hilo. El daño psicológico, imposible de medir, convirtió el hogar en un espacio de miedo. La Fiscalía abrió una carpeta de investigación, pero la familia ya aprendió lo que significa vivir horas interminables a merced de delincuentes organizados.
El segundo episodio dejó claro que ni el centro de la capital está a salvo. Este miércoles por la tarde, en la esquina de Lira y Ortega, a metros de Palacio de Gobierno y del Congreso una balacera obligó a comerciantes a bajar cortinas y a transeúntes a correr por su vida.
Dos sujetos a bordo de una motocicleta ingresaron a un local y dispararon contra un comerciante de 55 años, originario de San Martín Texmelucan, quien por fortuna las heridas no fueron graves, y ninguna bala perdida alcanzó a un inocente, lo que hubiera sido fatal para la narrativa de quienes presumen cifras alegres.
Como si fuera una serie de Netflix, en su huida, los agresores abandonaron la motocicleta que no arrancó, y un arma, para luego escapar a pie ante la mirada atónita de los capitalinos.
El espectáculo de terror ocurrió frente a las cámaras del C5 y del C2, los sistemas que la gobernadora Lorena Cuéllar y el alcalde Alfonso Sánchez García presumen como garantía de seguridad. Ese día, lo único que garantizaron fue la burla de los criminales, que escaparon sin ser detenidos.
Lo que une ambos casos no son sólo la violencia y la impunidad, sino la demostración de que Tlaxcala vive en una contradicción peligrosa: un gobierno que habla de control, y ciudadanos que sobreviven en medio del miedo.
Y no se trata de evidenciar a dos gobiernos morenistas, sino de hechos violentos que se vuelven cotidianos.
Una ya tiene el poder y se va en dos años, el otro quiere llegar a ocupar esa silla.
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LA CAMINERA… Torpezas informativas…Lo importante para el gobierno de Tlaxcala no fue la balacera en pleno centro, ni el riesgo para transeúntes, sino aclarar que no se trató de un asalto, sino de un “ataque directo”. Como si esa explicación borrara el hecho de que cualquiera pudo morir por una bala perdida.
El Gabinete de Seguridad presumió reacción inmediata, identificó a los agresores a través del C5 y detalló su huida hacia Puebla. Sin embargo, el comerciante herido se negó a denunciar, y los atacantes siguen libres. La narrativa oficial intenta controlar el relato, pero la realidad es que los delincuentes dispararon a metros de Palacio de Gobierno y escaparon primero a pie, sin que nadie lo impidiera.
¡Vaya! que la estrategia de comunicación sigue siendo el talón de Aquiles de una administración que se niega a admitir los hechos y busca a través de tarjetas informativas justificar su inoperancia.
Es tiempo de reconocer que las cosas no marchan bien y replantear la estrategia entre todos y no morirse en la necedad.
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AHORA SÍ, LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS…Les voltearon la tortilla…Mientras empresarios denuncian cierres “fabricados” de verificentros en Tlaxcala con procesos legales abiertos y sin pruebas claras, la Secretaría del Medio Ambiente justificó las suspensiones en Apizaco y Yauhquemehcan por prácticas ilegales como la venta de hologramas sin pruebas y verificaciones falsas.
El titular de la dependencia, Pedro Aquino Alvarado, explicó que documentó fraudes con compras simuladas, certificados expedidos sin autos y pruebas repetidas. Sin embargo, hasta el momento no se sabe si hay ya denuncias interpuestas.
Habrá que esperar las reacciones de los empresarios en esta novela de fuego cruzado.