Hay casos que han cimbrado Tlaxcala y ponen en duda la narrativa que, por años, ha sostenido el gobierno de Lorena Cuéllar: que no hay delincuencia organizada en el estado y que quienes lo visitan lo describen como un paraíso.
Y si bien los números más recientes, presentados en la Mañanera y respaldados por la gráfica oficial de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, muestran que Tlaxcala registra una de las cifras más bajas de homicidios dolosos a nivel nacional durante el periodo enero–agosto de 2025 (en comparación con el mismo lapso de 2024), y que esto permite ubicar a la entidad en el bloque de estados con menor incidencia —junto con Aguascalientes, Campeche, Durango y Yucatán—, la gente en las calles dice otra cosa.
El dato oficial refleja que Tlaxcala, pese al clima nacional de violencia, se mantiene en el grupo con menor tasa de homicidios dolosos. Aunque el indicador no ha descendido de forma drástica, la tendencia es estable, con una ligera reducción, lo que podría interpretarse como un control sostenido en comparación con otras regiones del país.
Sin embargo, durante el pasado fin de semana, fuerzas federales y estatales aseguraron una casa de seguridad en el municipio de Santa Cruz Tlaxcala, logrando la detención de dos presuntos integrantes de un grupo criminal, además del decomiso de droga, un vehículo y material con insignias vinculadas a una organización delictiva de Jalisco.
Este hecho pone, una vez más, en duda el texto gubernamental que insiste en que en Tlaxcala no hay delincuencia organizada, sino común. En su momento, el titular local de la Sedena minimizó la situación, señalando que se trataba de “simples malandros”.
También el secretario de Gobierno, Luis Antonio Ramírez, ha mantenido el mismo discurso: mientras no exista una resolución jurisdiccional que así lo acredite, no se reconocerá que ésta existe en Tlaxcala.
¿Hasta cuándo se podrá sostener esta narrativa que cada día se les cae y la vuelven a levantar una y otra vez?
¿Cuál es el afán de no reconocer y enfrentarlo?
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LA CAMINERA…El modus operandi de la violencia en Tlaxcala se repite con precisión escalofriante
En Yauhquemehcan, sujetos a bordo de un Chevrolet Spark negro llegaron directamente al domicilio de José Carlos. Tocaron la puerta y, en cuanto salió, le dispararon sin darle oportunidad de reaccionar. Tras el ataque, huyeron con rumbo a Puebla.
En Calpulalpan, un comando armado irrumpió en la colonia El Refugio. La víctima, Lizandro Daniel N., de 27 años, recibió un disparo en la cabeza. Aunque fue trasladado al Hospital IMSS-Bienestar, murió horas más tarde.
Dos municipios, dos ejecuciones, un mismo patrón: ataques directos, letales y con rutas de escape bien calculadas.
¿Y la Secretaría de Seguridad Ciudadana? Bien, gracias.
Calladito se ve más bonito el Secretario.
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AHORA SI LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS…Ahora sí, la última y nos vamos… Alerta: la violencia juvenil sacude Tlaxcala
En menos de una semana, un estudiante de 17 años fue detenido en Zacualpan por portar un arma dentro del CONALEP, mientras que un niño de 14 años fue asegurado tras gritar “soy sicario” con un arma en mano.
A esto se suma el trágico asesinato de David, de 15 años, hallado sin vida en Chiautempan tras salir a jugar fútbol.
Estos hechos revelan una dolorosa realidad: nuestros jóvenes viven en riesgo. La violencia ya no es una cifra, tiene rostro y uniforme escolar.
La pregunta urgente no es solo qué hacen las autoridades, sino qué estamos haciendo como sociedad.
Si ellos no pueden, cuidémonos nosotros.
