El cuarto informe de gobierno de Lorena Cuéllar Cisneros llega marcado por una paradoja: los números oficiales la colocan como la gobernadora que ha mantenido a Tlaxcala con la menor incidencia delictiva del país durante 38 meses consecutivos, pero las encuestas locales la ubican en caída libre, con menos del 25% de aprobación. Algunas mediciones nacionales intentan rescatarla en media tabla, otras la hunden aún más. La brecha entre dato y percepción se ha convertido en el verdadero campo de batalla de su administración.

La narrativa oficial es contundente: inversión histórica de 8,000 millones de pesos en seguridad, consolidación del C-5, conexión de 48 C-2 municipales, modernización de patrullas y salarios dignos para la policía.
Los delitos de alto impacto —homicidio, robo de vehículo, robo a casa habitación— muestran descensos sostenidos. La gobernadora insiste en que “Tlaxcala va por el rumbo correcto”.

Sin embargo, la calle cuenta otra historia. La compra de las “blindadas del bienestar” sigue siendo un símbolo de opacidad y exceso. Morena, su partido, no logra entusiasmar ni con las metas de afiliación ni con las encuestas: un movimiento que se desgasta en la entidad y que arrastra a su lideresa. La percepción ciudadana no se alimenta de cifras, sino de experiencias cotidianas: patrullajes que no se ven, colonias que siguen oscuras, mujeres que aún sienten miedo.

El discurso de Cuéllar en su informe reconoce esa fractura: “No vamos a descansar hasta que la seguridad que muestran los datos se sienta en la calle”. Es la admisión de que el reto no es estadístico, sino emocional y político.

La gobernadora se compromete a cerrar la brecha entre lo que dicen los números y lo que vive la gente. Pero la pregunta es si aún tiene margen para lograrlo, si en cuatro años ha vivido en una burbuja.
Cuéllar arribará este domingo a su cuarto informe con logros medibles, pero con credibilidad menguante. Los datos son su escudo, la percepción su talón de Aquiles. En el tablero político, Lorena Cuéllar enfrenta el dilema de todo gobernante: cuando las cifras no alcanzan para convencer, la narrativa se convierte en la última línea de defensa.

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LA CAMINERA...: Narrativa vs realidad…El asesinato de una pareja en Zacatelco, en un ataque armado, sacudió la narrativa justo antes de la presentación de los datos que colocan a Tlaxcala como la entidad con menor incidencia delictiva del país durante 38 meses consecutivos.
Por su parte, el secretario de Gobierno se mostró triunfalista en el escenario, pero con la prensa repitió el desdén lorenista: dejó las preguntas en el aire y se marchó cuando quiso.
“Siempre es lo mismo”, expresaron reporteros ante la arrogancia del número dos del gobierno local, con el amargo sabor de boca que deja la soberbia.

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AHORA SÍ, LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS….El factor Lorena: ¿ancla o impulso para Morena en 2027?
El cuarto año de Lorena Cuéllar deja más dudas que certezas. Su partido no logró cumplir la meta de 150 mil afiliados a Morena en Tlaxcala. Ni la presión sobre empleados estatales ni el uso de la estructura gubernamental alcanzaron: el corte apenas superó los 100 mil y el tiempo se agotó.
El fracaso no es menor. Tlaxcala ocupa hoy el lugar 17 en afiliaciones, reflejo de una ciudadanía que no se siente convocada ni por los números ni por los discursos oficiales.
La pregunta es inevitable: si Lorena y su partido no pudieron con la afiliación, ¿podrán imponer a su delfín en 2027?
La otra pregunta: ¿el factor Cuéllar será un lastre o un activo? Morena deberá decidir si carga con el peso de una administración desastrosa —si no corrigen el rumbo en lo que resta del periodo lorenista— o si busca oxígeno en nuevas figuras. En política, los números cuentan, pero las percepciones deciden.
Lorena Cuéllar: entre el dato y la percepción, esa es la batalla que viene. Al tiempo.