La creciente ola de inseguridad que sacude a Tlaxcala ha puesto en el ojo del huracán al secretario de Seguridad Ciudadana, Alberto Perea Marrufo, cuyo desempeño ha sido duramente criticado tras los recientes asaltos en restaurantes como Vintage y El Bonsai. Estos episodios, que dejaron a comensales y empleados aterrorizados, son un reflejo de un problema mayor: la falta de coordinación, presencia y comunicación por parte de las autoridades. Perea Marrufo, en lugar de tomar el control y dar la cara en operativos o ruedas de prensa, ha mantenido un perfil bajo, lo que ha intensificado las demandas sobre el papel que debe jugar.
Un aspecto que agrava la situación es el aparente fracaso del sistema de vigilancia C5i, diseñado para detectar y prevenir actos delictivos, pero que ha mostrado ineficacia incluso en zonas con cámaras cercanas. Esta desconexión entre la inversión tecnológica y la realidad operativa alimenta el descontento ciudadano. La falta de respuestas y la ausencia del titular de Seguridad no solo reflejan una crisis institucional, sino también una fractura en la confianza pública hacia quienes deben garantizar la tranquilidad de los tlaxcaltecas.
Gobernación, ¿un actor clave o un espectador?
En este contexto, el rol de la Secretaría de Gobierno (SEGOB) con su titular Luis Antonio Ramírez Hernández se vuelve fundamental. No se trata solo de administrar los equilibrios políticos y sociales, sino de ejercer una supervisión activa sobre los órganos de seguridad. La SEGOB tiene la responsabilidad de coordinar y garantizar la gobernabilidad, especialmente en crisis de esta magnitud. Sin embargo, su papel también ha sido cuestionado por la falta de acciones visibles. ¿Dónde están los mecanismos de control y seguimiento que aseguren una respuesta inmediata?
Tlaxcala necesita urgentemente liderazgos capaces de dar la cara en los momentos más difíciles. No se trata únicamente de aumentar la presencia policial, sino de recuperar la confianza ciudadana mediante acciones contundentes y claras. La seguridad no puede depender de comunicados ambiguos que minimizan la gravedad de los hechos. Las autoridades deben asumir una posición activa: el titular de Seguridad tiene que estar en el frente de los operativos y la SEGOB debe ejercer su función de control sin reservas.
La transparencia y la veracidad en la comunicación son elementos fundamentales para enfrentar esta crisis. La ciudadanía merece conocer la verdad, sin filtros ni eufemismos, y solo así podrá restablecerse la confianza entre gobernantes y gobernados. Si los titulares de Seguridad y Gobernación no logran actuar de manera coordinada y efectiva, las demandas de renuncias serán solo el primer paso de una presión social que no dejará de crecer.
El miedo existe en las calles, y ahora ya ni es seguro sentarse en un restaurante en pleno centro de la capital del Estado, pues los hampones con toda calma te asaltan, despojan, y en una de esas hasta una bala te dejan del Tlaxcala que si existe. El otro rostro que no aparece, y seguro ni unas líneas merecerá en el tercer informe de la gobernadora Lorena Cuéllar.
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LA CAMINERA...Inseguridad y silencio oficial en Tlaxcala…La especulación sobre la situación de seguridad en Tlaxcala sigue creciendo, alimentada por la falta de respuestas claras del gobierno estatal. Un reporte sobre la presencia de tres cárteles operando en Tlaxcala, publicado en la página de la CEDH de Michoacán, encendió las alarmas, pero fue desmentido a medias por el vocero local, sin una estrategia comunicativa contundente. Esta ambigüedad ha dejado un vacío que solo incrementa la incertidumbre. No bastó la declaración de la mandataria morenista para apagar el fuego.
En su reciente visita a Tlaxcala, tanto Ana Lilia Rivera, senadora, como el presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, prefirieron batear el tema, alegando desconocimiento. A esto se suma la versión de la compra de más de diez camionetas blindadas, sin que ninguna autoridad explique el motivo o destino de estos vehículos. Con un vocero pasivo y un secretario de Gobierno ausente, la estrategia de comunicación del estado parece estar en un momento muy crítico.
La falta de mensajes claros y la aparente desconexión entre las diferentes áreas del gobierno han contribuido a agravar el malestar social. Se dice que ya hubo llamados de atención internos, pero eso no ha coadyuvado a resolver la crisis de confianza. En tiempos de inseguridad y rumores, la comunicación efectiva es crucial; sin embargo, el gobierno de Tlaxcala está fallando en dar certezas a la ciudadanía.
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AHORA SÍ, LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS…Inseguridad en el corazón de la Feria: El abuso de la seguridad privada en el Palenque. Lo que debía ser una noche de música y celebración durante la presentación de Julión Álvarez en el palenque de la Feria de Tlaxcala 2024, terminó en un escándalo de violencia. Una pareja denunció haber sido brutalmente agredida por miembros de seguridad privada al intentar entregarle flores al artista. El testimonio de un testigo que también sufrió agresiones y robo confirma la gravedad del incidente y cuestiona la seguridad en este tipo de eventos.
La preocupación entre los asistentes es cada vez mayor, ya que no es la primera vez que la seguridad del palenque actúa de forma arbitraria. Mientras que en algunos casos estos guardias abusan de su poder, en otros han dejado pasar desmanes sin intervenir. Este episodio pone en evidencia no solo la falta de protocolos adecuados, sino también la incapacidad del patronato de feria para garantizar la tranquilidad de quienes asisten.
Ante esta situación, las víctimas y varios asistentes han alzado la voz para exigir una investigación que delimite responsabilidades y una revisión del personal de seguridad. Pagar un boleto no debería implicar ser tratado con violencia o abusos. Es urgente que el patronato y el gobierno del Estado tomen cartas en el asunto para evitar que la feria, uno de los eventos más importantes del año, se convierta en un riesgo para sus visitantes.
¿Seguirá callada la presidenta del patronato Copy Nava ante estos atropellos, o adoptará la politica del avestruz?