Condolencias a las familias de los obreros caídos en Xaloztoc. En su memoria.
La explosión en la planta de acero SIMEC en Xaloztoc se convierte en un llamado de atención crudo y urgente sobre la desidia que reina en la seguridad laboral en México. Doce obreros perdieron la vida en un accidente que, según testimonios de sus propios compañeros y familiares, podría haberse evitado. Sin embargo, como suele ocurrir, la reacción oficial no ha pasado de condolencias y promesas de apoyo, discursos que intentan calmar el clamor público y disfrazar la ineficacia de un sistema que permite que la vida de los trabajadores siga en segundo plano.

No se puede negar que la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros acudió al lugar de los hechos, expresó su «solidaridad total» y solicitó la presencia del dueño de SIMEC para obtener un “compromiso” de ayuda a las familias de las víctimas. Estas acciones, sin duda, son necesarias, pero ¿por qué siempre llegan después del desastre?

La instalación de una Mesa de Seguridad, la implementación de controles y la movilización de recursos, ¿no debieron estar en marcha antes, evitando una tragedia de esta magnitud? Lo importante de las imspecciones en los centros laborales para prevenir tragedias cobra hoy mayor relevancia.  Preferimos un gobierno que actué proactivamente y no que mande condolencias.

El presidente del Consejo de SIMEC, Rufino Vigil González, asumió la «culpa» y prometió “hacer lo necesario”. No obstante, esta admisión y la promesa de respaldo suenan vacías cuando se consideran las condiciones bajo las que se desarrollan muchas de estas industrias: falta de protocolos, equipos obsoletos y una supervisión laxa que permite violaciones de seguridad en nombre de la productividad.

Este trágico accidente demanda respuestas contundentes y una investigación exhaustiva por parte de las autoridades. Es fundamental esclarecer si la explosión fue producto de una negligencia empresarial o de una falla humana; conocer la causa de fondo no solo es crucial para que las familias de las víctimas encuentren justicia, sino también para evitar futuros desastres. El silencio o las medias respuestas no son suficientes. Este llamado de atención exige que se tomen acciones claras y efectivas.

La pregunta inevitable es: ¿cómo puede permitirse que estos centros de trabajo funcionen sin inspecciones rigurosas? Las autoridades de Protección Civil y la Secretaría de Trabajo tienen el deber de velar por el cumplimiento de normas que garanticen entornos seguros. No es suficiente la presencia física en los momentos de crisis; es necesario que estas instancias mantengan una vigilancia constante, no solo en Xaloztoc, sino en todas las fábricas y plantas donde los trabajadores enfrentan riesgos día a día.

La tragedia de Xaloztoc no es la primera, y lamentablemente, podría no ser la última si las autoridades no asumen un rol proactivo y exigente con las empresas. La seguridad laboral no debe ser una concesión, sino una obligación irrenunciable. Las promesas de ayuda y la “disposición” de las empresas llegan demasiado tarde para aquellos que ya perdieron la vida. Este es un llamado urgente para que los responsables actúen antes de que el próximo titular sea, otra vez, sobre la pérdida de vidas evitables.

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LA CAMINERA...La falla comunicativa…Este miércoles 30 de octubre será recordado como uno de los días más trágicos para Tlaxcala. La explosión en la empresa Aceros Simec, que cobró la vida de 12 trabajadores, deja una estela de dolor y exige una investigación exhaustiva para deslindar responsabilidades y evitar que quede en la impunidad.La tragedia no solo expuso las fallas en la seguridad industrial, sino también la respuesta deficiente del gobierno estatal. El vacío informativo durante seis largas horas, en el que las autoridades no comunicaron lo sucedido, dejó a las familias y a la población en incertidumbre, mientras las redes oficiales del gobierno y la gobernadora priorizaban mensajes ajenos al siniestro.

Cuando finalmente llegó la primera comunicación, tuvo que ser la gobernadora Lorena Cuéllar la que lo que lo hizo, y de ahí los medios de comunicación tuvieron que pescar información oficial, pues el área de comunicación ni siquiera hizo la cortesia de mandar a las salas de redacción el mensaje de su jefa.

Este accidente no solo exige respuestas, sino una reflexión sobre la responsabilidad de las autoridades y su compromiso con la transparencia y la acción efectiva.

El vocero de nombre Octavio recién desempacado debe ponerse las pilas y entender que la comunicación es 24-7.

Como estarán las cosas, que se tuvo que regresar de la Ciudad de México, pues ni siquiera estaba en Tlaxcala cuando sucedió la tragedia, ¿será que andaba preguntando si en su anterior trabajo le dan chance de regresar?

Del gobierno municipal de Xaloztoc mejor ni hablamos, pues el alcalde Elias Nava no sabe ni cómo se llama.

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AHORA SÍ, LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS...¿Qué está pasando en nuestra sociedad?El feminicidio de Fernanda N. en Totolac es una tragedia desgarradora que evidencia una vez más la profunda crisis de violencia que enfrentan las mujeres en México. En esta ocasión, una discusión se convirtió en una sentencia de muerte para Fernanda, quien fue brutalmente asesinada frente a su hijo pequeño. Este acto no es solo un crimen; es un reflejo de una sociedad en la que la violencia hacia las mujeres continúa ocurriendo sin una respuesta efectiva.

¿Hasta cuándo seguirán estos casos sumándose a la lista de feminicidios? La impunidad y la falta de prevención parecen ser la constante, mientras las autoridades, a pesar de sus esfuerzos, siguen llegando tarde para proteger a las víctimas. La indignación crece, pero las soluciones efectivas aún no se ven. En lugar de solo lamentar estos hechos, es momento de exigir cambios reales: justicia rápida, medidas preventivas sólidas y, sobre todo, una sociedad que valore y proteja la vida de cada mujer.