Muchos se preguntan cuál es la apuesta de una gobernadora que llegó con un amplio respaldo en las urnas en Tlaxcala y parece haber dilapidado esa reputación con una fallida operación en el manejo de la comunicación y la política.
A nivel estatal hay una figura que juega con el concepto de ‘opinión pública’, asociándolo con la reputación bajo la narrativa de ser la más votada en las últimas elecciones. Sin embargo, cada día hay más desencanto hacia su persona. A pesar de ello, a Morena le podría alcanzar para mantener el poder, ante la falta de una figura fuerte en la oposición.
En Tlaxcala, Lorena Cuéllar le apuesta a una reputación construida durante su trayectoria política, pero la batalla la va perdiendo a poco más de la mitad de su administración.
Ahora, la pregunta es: ¿Cómo maneja o dosifica su reputación la gobernadora? ¿O acaso la verdadera falla no está en su equipo de comunicación, sino en ella misma y en su gabinete?
Lorena Cuéllar entró en el tercer año de su gobierno con una serie de cambios, sobre todo en dos áreas consideradas vitales: comunicación y política. Pero meses después, las cosas no funcionan. Las encuestas la ubican en los últimos lugares de percepción y hasta en el tema de asistencia social, que se supone es la fortaleza de su gestión, es reprobada.
Es tal la incertidumbre que la rumorología se ha convertido en la práctica recurrente al interior del gobierno lorenista. Se habla de la llegada de un cuarto vocero y del regreso a la Coordinación de Comunicación de la hoy titular de Coracyt, Angélica Domínguez.
En su momento, Domínguez fue removida y su lugar fue ocupado por Augusto Ramírez, quien fue Director de Información en la administración de Alfonso Sánchez Anaya, subordinado de Alfonso Brito, quien fungió como vocero del entonces gobernador. Pero ante el fracaso, llegó desde la Ciudad de México Octavio Ortega Velio, y las cosas no han cambiado.
¿Será que el problema no es el vocero, sino la falta de voluntad de la gobernadora para asumir la crisis de comunicación y corregir el rumbo? Porque cambiar de portavoz sin modificar el fondo del mensaje no hará que la percepción ciudadana mejore.
¿Espera un cambio haciendo lo mismo o de verdad un cambio profundo en la estrategia de comunicación? Solo ella lo sabe, pues hay una frase manejada con exactitud por mi compañero columnista Isael Olivier sobre el regreso de una portavoz: «Chango viejo, no aprende maroma nueva.»
En política, los cambios de rostros no siempre significan cambios de fondo. Si la estrategia sigue siendo la misma, difícilmente habrá resultados distintos.
Cuéllar sigue aferrada a su idea de que la reputación se construye con programas asistenciales y actos públicos, pero no ha entendido que la comunicación política es mucho más que eso. No basta con inaugurar obras o repartir apoyos si la gente no se entera o no lo percibe como un beneficio directo. Y lo más grave: cuando la narrativa se llena de escándalos, opacidad y desatención a crisis, la credibilidad se derrumba.
Si algo ha dejado en claro este desastre comunicacional, es que los cambios de rostro en la vocería no han significado un verdadero giro en la estrategia. Tres voceros en menos de tres años y ahora se perfila según un cuarto relevo: un récord que demuestra que el problema no está en quienes han ocupado el cargo, sino en la falta de una directriz clara desde la cabeza del gobierno.
Lorena Cuéllar no necesita otro vocero; necesita una nueva forma de gobernar y comunicar. El problema ya no es solo su equipo, sino su propia falta de visión en la gestión de la opinión pública.
Le quedan menos de tres años para convencer de que sí hay un antes y un después con su llegada al Gobierno de Tlaxcala. Pero el tiempo se agota y la paciencia ciudadana también.
Ella misma y su equipo deben entender que la comunicación, en definitiva, no es lo que uno dice, sino lo que el otro entiende y hace tras lo que ha entendido. Asi de sencillito.
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LA CAMINERA… Lecciones de comunicación…El escándalo del primer regidor morenista de Tlaxcala representaba una crisis inevitable para el alcalde Alfonso Sánchez García, con implicaciones negativas para Morena y sus propias aspiraciones políticas. Su equipo de comunicación reaccionó rápido: desmarcarse del problema y enarbolar la defensa de las mujeres.
Sin embargo, la ejecución no fue lo tan deseable. Optaron por un comunicado seguido de una conferencia de prensa sin preguntas, una decisión que le valió críticas. Desde una perspectiva de comunicación estratégica, se entiende que Sánchez García intentó contener el daño, pero ¿era necesario un boletín previo y luego una conferencia sin posibilidad de cuestionamientos? Un video bien estructurado habría sido más eficaz y evitaría hacer perder el tiempo a los reporteros en un evento con poco valor informativo.
No me lo crea, pero en la capital también se cuecen habas en eso del ruido comunicativo, y ya hasta se habla de la llegada de una nueva vocera a la capital, y la incorporación del actual portavoz a otras tareas más importantes en el primer equipo de Sánchez García. O la otra, es que el arribo de «Oli» sea para fortalecer el equipo y el famoso Drupy siga coordinando. Al tiempo.
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AHORA SÍ, LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS...¿Rebelión? Dicen que un magistrado ha decidido jugar a las vencidas en contra de la 4T. Sin nada que perder, ha emprendido una ofensiva contra las acciones de la COEPRIST, interviniendo desde su ámbito de competencia para ordenar el levantamiento de suspensiones dictadas por la dependencia estatal.
De cara al proceso electoral, el expresidente del Tribunal de Justicia Administrativa deja clara su postura: Que ha roto con la gobernadora y que se posicionará como un actor incómodo en el tablero político. ¿Sabrá algo de esto un tal Elías?