Catorce cadáveres. 14 cuerpos arrojados en diferentes puntos de Tlaxcala, un estado que hasta hace poco era considerado uno de los más seguros del país. Ahora, el secretario de Seguridad Ciudadana, Alberto Martín Perea Marrufo, nos dice que agosto ha sido un «mes atípico». ¿Qué significa realmente esta declaración? ¿Es una admisión de la incompetencia de las autoridades o simplemente una excusa conveniente para justificar su fracaso en materia de seguridad?

Llamar a un mes con 14 ejecuciones «atípico» es un intento débil de suavizar la realidad. En municipios como Xicohtzinco, Tenancingo y San Pablo del Monte, entre otros, los habitantes ya no pueden dormir tranquilos, sabiendo que la violencia ha tocado sus puertas. Y por si esto fuera poco, los tlaxcaltecas ahora también deben enfrentarse a robos violentos a plena luz del día en el corazón de la ciudad.

¿Y qué hace el secretario de Seguridad? Promete reforzar la vigilancia en la zona limítrofe con Puebla, como si eso fuera suficiente para calmar la tempestad. Pero seamos claros: este no es un problema que comenzó ayer. La ola de violencia que ha invadido Tlaxcala es el resultado de años de negligencia, falta de estrategias eficaces y quizás, complicidad de las autoridades. Perea Marrufo parece ignorar el hecho de que la delincuencia no respeta fronteras ni límites. Pensar que el reforzamiento de la seguridad en la frontera con Puebla resolverá la situación es un acto de ingenuidad, si no de total desprecio por la inteligencia de los ciudadanos.

Además, resultan indignantes las impresiones del Secretario de Seguridad, quien no ofrece detalles claros sobre las medidas que se implementarán y cómo se diferenciarán de las acciones que evidentemente han fracasado hasta ahora. Si la violencia ha alcanzado niveles tan preocupantes, es porque las políticas de seguridad han sido un completo desastre. Los operativos deben ser proactivos, basados en inteligencia, y no reactivos, como ahora se pretende hacer, cuando ya es demasiado tarde.

¿Dónde están las investigaciones serias para desmantelar las redes criminales? ¿Dónde está la coordinación con las fuerzas federales para un ataque frontal contra la delincuencia organizada? ¿Dónde está el trabajo de inteligencia para prevenir estas ejecuciones y robos violentos antes de que ocurran? ¿De qué sirve contar con infraestructura y tecnología de punta? Si estas preguntas no tienen respuestas claras, entonces Perea Marrufo debe admitir que ha fallado en su responsabilidad de proteger a los tlaxcaltecas pero, sobre todo, le ha fallado a quien depositó su confianza en su persona, que es la gobernadora.

No podemos permitir que las autoridades sigan utilizando términos como «atípico» para disfrazar la incapacidad y la falta de acción efectiva. Este es un llamado a la acción. Los ciudadanos de Tlaxcala no merecemos vivir con miedo. Exigimos y tenemos derecho a una seguridad real y efectiva. No queremos más promesas vacías, no queremos más excusas. Queremos resultados. ¿Qué va a pasar cuando los 12 meses del año sean atípicos?

Es hora de que el Secretario de Seguridad, Alberto Martín Perea Marrufo, deje de lado las palabras vacías, que suenan a pretexto, y actúe con la firmeza que la situación amerita. Si no puede hacerlo, entonces que dé un paso al costado y permita que alguien más tome las riendas. Tlaxcala ya no puede permitirse más meses «atípicos». Necesitamos un cambio radical, y lo necesitamos ahora.

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LA CAMINERA... El fracaso de Marrufo…Este martes, apenas unas horas después de que el Secretario de Seguridad Ciudadana, Alberto Martín Perea Marrufo, prometiera reforzar la seguridad en el estado, la realidad le dio un golpe contundente. A solo una cuadra del Palacio de Gobierno, donde su jefa, la gobernadora Lorena Cuéllar, toma decisiones, y a metros de donde despachan los 25 diputados, un cuentahabiente fue brutalmente asaltado, tras retirar más de 200 mil pesos de un banco en pleno centro de Tlaxcala. Los delincuentes, actuando con total impunidad, lo interceptaron cerca de un local de tortas, lo golpearon y le robaron el dinero, todo ante la mirada atónita de los transeúntes. ¿Y qué creen? Huyeron como si nada.

¿Este es el «reforzamiento de la seguridad» que se nos prometió? Si en el corazón de la capital, bajo la sombra de los edificios del poder, los delincuentes pueden actuar con tanta libertad, ¿qué queda para el resto de estado? Este incidente no solo subraya la creciente inseguridad en la región, sino que también revela la ineficacia y falta de preparación de las autoridades para enfrentar el problema. Las promesas de vigilancia reforzada y la inversión en tecnología quedan vacías y sin sentido cuando, a plena luz del día y en el centro neurálgico del poder, la violencia se desata sin freno.

Marrufo y su equipo parecen estar más preocupados por las apariencias que por la realidad en las calles. Mientras se organizan a modo conferencias de prensa para hablar de «históricas inversiones» en tecnología y videovigilancia, la vida cotidiana de los tlaxcaltecas se ve cada vez más amenazada. La seguridad no se construye con discursos vacíos ni con promesas de operativos que claramente no funcionan.

El fracaso de Marrufo no es solo una cuestión de percepción, es una realidad que se palpa en las calles de Tlaxcala, y cada día que pasa sin un cambio real es un día más de miedo e inseguridad para todos los tlaxcaltecas.

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AHORA SÍ, LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS...Las tres preguntas…

La buena… Tras la crisis de seguridad del mes sangriento de agosto en Tlaxcala, por fin salió el Secretario de Seguridad Ciudadana a dar una conferencia de prensa para dar a conocer avances en el fortalecimiento a la vigilancia. Presumieron lo que llamaron histórica inversión de la gobernadora Lorena Cuéllar en tecnología y el trabajo de videovigilancia del #C5iTlaxcala, destacando que las cámaras del sistema están aportando análisis y pruebas forenses que permiten mandar a la cárcel a infractores de la ley.

La mala… Citar a reporteros para permitirles solo hacer tres preguntas para no incomodar a los funcionarios demuestra una falta de respeto a la labor periodística y a la ciudadanía que busca respuestas. Limitar la interacción con la prensa, especialmente en un contexto de crisis de percepción de seguridad, no solo es un error estratégico, sino una señal de opacidad y temor a la rendición de cuentas.

¿Para qué organizar una rueda de prensa si no se va a permitir un verdadero ejercicio de transparencia y diálogo? Esta táctica de controlar la narrativa y evitar preguntas incómodas solo alimenta la desconfianza pública y pone en evidencia que la comunicación sigue siendo el dolor de cabeza y el talón de Aquiles de la 4T en el estado. La seguridad no solo se fortalece con tecnología, sino con estrategias efectivas que generen credibilidad y fortalezcan la confianza de la ciudadanía, algo que se pierde cuando las autoridades prefieren ocultarse tras boletines y videos pregrabados.

EL APRETÓN DE MANOS.